José Raúl Capablanca Grupera nació el 19 de Noviembre
de 1888, en La Habana (Cuba). Falleció el 8 de
Marzo de 1942 en New York, fue enterrado en su ciudad
natal con honores de coronel fallecido en combate.
Capablanca fue un niño prodigio que aprendió a jugar
al ajedrez a los 4 años, y lo hizo sin la ayuda de
nadie, simplemente viendo jugar partidas a su padre con
sus amigos. Rápidamente sorprendió a todos, por
ejemplo, en cierta ocasión su padre perdió una partida
con un amigo y Capablanca, ante el asombro de todos los
concurrentes, hizo un análisis exacto de por qué había
perdido. Otro hecho parecido ocurrió cuando su padre
reconstruyó una partida de Chigorin y Steinitz en el
tablero ante unos amigos y José Raúl, esa partida la
perdió Steinitz pero Capablanca volvió a dejar a todos
con la boca abierta señalando una variante con la que
el austriaco hubiese vencido.
Capablanca
durante su niñez
Esta facilidad para jugar y analizar el ajedrez acompañó
a Capablanca toda su vida. Para él ser uno de los más
grandes no le costó un esfuerzo demasiado grande,
aunque terminaría pagando su falta de preparación al
confiar demasiado en su talento natural ante el tablero.
En aquélla época La Habana era una de los epicentros
del mundo del ajedrez y el joven Capablanca se vio
influenciado por ello. Según él mismo reconoció le
marcó profundamente el match por el Campeonato del
Mundo entre Chigorin y Steinitz, en 1892. Pero sobre
todo quedó prendado del juego de Harry Nelson Pillsbury
en unas simultaneas a la ciega en las que el
norteamericano jugó 16 partidas de ajedrez, varias
partidas a las damas (también a la ciega) y una mano de
whist.
El joven
Capablanca fue progresando y el salto a la fama se
produjo cuando tenía 13 años, cuando logró derrotar
al jugador más importante de Cuba: Juan Corzo. El
match, de carácter amistoso (y no por el Campeonato de
Cuba, como se apunta en muchos libros), tuvo lugar en el
año 1901. A pesar de perder las dos primeras partidas,
Capablanca logró remontar y obtuvo el triunfo antes de
la última ronda. Además jugó partidas muy bellas,
como la siguiente que podéis ver en el enlace (Ver
Partida).
El match transcurrió como sigue:
Match
amistoso contra Corzo - La Habana 1901
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
8
|
9
|
10
|
11
|
12
|
13
|
Total
|
J.
Capablanca
|
0
|
0
|
=
|
1
|
=
|
=
|
=
|
1
|
1
|
=
|
1
|
=
|
0
|
7
|
J.
Corzo
|
1
|
1
|
=
|
0
|
=
|
=
|
=
|
0
|
0
|
=
|
0
|
=
|
1
|
6
|
Tras
este éxito inicial, Capablanca decidió aparcar el
ajedrez a un lado para dedicarse a completar su formación
académica, para lo cual fue enviado a Estados Unidos,
donde cursó estudios de Ingeniería en la prestigiosa
Universidad de Harvard. En esa época jugaba partidas
relámpago (no a nivel profesional) y llegó a ganar un
torneo donde participaba Lasker. Fue en torno a 1908
cuando tomó la decisión de dedicarse
exclusivamente al ajedrez y para ello se lanzó a
recorrer Estados Unidos dando sesiones de simultaneas
(27 ciudades para un total de 734 partidas, con sólo 12
derrotas y 19 tablas). Fue con 20 años cuando saltó a
la primera plana mundial al jugar un match con Frank
James Marshall, al que literalmente destrozó con un
resultado de 15-8 (8 victorias, 1 derrota y 14 tablas).
En
1911 ganó el prestigioso torneo de San
Sebastián,
donde se dieron cita los mejores
jugadores del mundo, salvo Emanuel Lasker. Hay que señalar
que Bernstein y Nimzowitsch se opusieron a su
participación aduciendo que no había hecho méritos
suficientes para estar allí. Durante el torneo,
Capablanca se tomó justa venganza al obtener el premio
de belleza por su victoria sobre Bernstein. Gracias a
esta actuación Capablanca se ganó el respeto de todo
el mundo del ajedrez y comenzó a ser considerado como
el más serio aspirante al Campeonato del Mundo, título
que poseía Emanuel Lasker. Este esperado match no se
pudo llevar a cabo debido al comienzo de la I Guerra
Mundial. Podéis conocer más sobre el triunfo de
Capablanca en San Sebastián en: el
torneo que cambió el ajedrez.
Durante
los tiempos de guerra Capablanca se desplazó a lo largo
de Sudamérica, aunque participó en pocos torneos.
Apenas acudió a los torneos que se disputaban en New
York, en las que siempre obtuvo la victoria.
Tras
la tempestad llegó la calma y tras finalizar la guerra
por fin se pudo concertar el encuentro contra Lasker,
que quedó fijado para el año 1921. Capablanca sabía
que no podía dejar pasar la ocasión de dejar impreso
su nombre en la historia del ajedrez, por lo que llegó
al comienzo del match en el mejor estado de forma de
toda su carrera. El cubano, que jugaba en casa, dominó
el match por completo a pesar de un comienzo igualado.
Lasker no consiguió derrotarle en ninguna partida y se
mostró claramente inferior, era el final del reinado más
largo de la historia del ajedrez. El alemán comentó
que el húmedo calor de La Habana mermó su condición física.
Esto, unido a que Lasker había dejado su juventud muy
atrás, hicieron que su juego no fuese el de otros
tiempos. El match no se jugó completo, ya que Lasker,
tras la decimocuarta partida, pidió un cambio de sede a
un lugar más fresco. Ante la negativa de Capablanca,
Lasker deicidio no jugar el resto de partidas. Podéis
consultar el desarrollo del match en: (La
Habana 1921).
Esta
fue la época dorada de Capablanca, que incluso consiguió
encadenar 8 años seguidos sin conocer la derrota
(1916-1924)... pero como todas las rachas tienen su fin,
la derrota llegó en el Torneo de New York (1924) a
manos de Richard Reti (hay que tomar estos números con
cautela, ya que durante ese periodo de tiempo Capablanca
no participó en demasiados torneos, sólo 5, y se dedicó
más a dar simultáneas por todo el mundo). A partir de
este año su juego entra en un profundo bache y no
consigue la victoria en ninguno de los torneos a los que
acude. Se empieza a especular con que la magia de
Capablanca se ha terminado. Pero nada más lejos de la
realidad, en 1926 regresa a la senda de la victoria y lo
hace de forma aplastante, por lo que vuelve a ser temido
por todos los que se sientan frente a él en un tablero.
En el torneo de New York de 1927 se reunieron los
mejores jugadores del mundo del ajedrez y Capablanca
finalizó en primer lugar con una superioridad pasmosa:
Torneo de New York 1927 |
1
- |
José
Raúl Capablanca |
14
ptos |
|
2
- |
Alexander
Alekhine |
11'5
ptos |
3
- |
Aaron
Nimzowitsch |
10'5
ptos |
4
- |
Milan
Vidmar |
10
ptos |
5
- |
Rudolf
Spielmann |
8
ptos |
6
- |
Frank
Marshall |
6
ptos |
Durante
estos años Capablanca recibió constantes críticas por
las duras condiciones que exigía a los aspirantes a su
título de campeón del mundo. Pedía un fondo mínimo
de 10.000 dólares, a esta cantidad se le llamó
"el muro dorado" y fueron muchos los grandes
jugadores que no pudieron reunir esta cantidad, como
Nimzowitsch o Rubinstein... de hecho pasaron 6 años
hasta que apareció un rival con dicha cantidad de
dinero, su nombre les sonará: un ruso llamado Alexander
Alekhine, que consiguió reunirla a duras penas. A
continuación podéis conocer las condiciones completas
de Capablanca, que el campeón del mundo expuso en el
torneo de Londres de 1922: condiciones
de Capablanca.
Capablanca
se vio obligado a aceptar este desafío, no podía
seguir defraudando al mundo del ajedrez. Alekhine se había
preparado concienzudamente para este match, mientras un
confiado Capablanca había descuidado su preparación;
incluso unos días antes de comenzar el encuentro de
Buenos Aires había estado en Brasil dando sesiones de
simultaneas. Este match colmaba las aspiraciones de los
aficionados, los dos mejores jugadores del mundo se
enfrentaban en la plenitud de sus carreras. Alekhine
nunca había conseguido derrotar a Capablanca en una
partida y el cubano confiaba en demasía en la facilidad
y naturalidad de su juego. La mezcla de todos estos
ingredientes dio como resultado la victoria de Alekhine.
Tras dura lucha, el ruso se proclamó nuevo campeón del
mundo por 18'5-15'5. Al juego de Capablanca le faltó la
técnica tan perfecta de anteriores ocasiones. Esto se
debió a que enfrente tenía un rival muy duro, que
siempre complicaba la posición y le llevaba a cometer
errores en los que antes nunca había caído. Podéis
consultar la tabla del match en: (Buenos
Aires 1927).
Este
resultado conmocionó al mundo del ajedrez, nadie
esperaba que Capablanca pudiese ser derrotado. Por
ejemplo, Spielmann vaticinó que Alekhine no ganaría ni
una sola partida, esta opinión se basaba en la actuación
de Capablanca en el Torneo de New York jugado unos meses
antes. La razón del por qué de la caída del cubano
parece clara: su mala preparación al sentirse superior
a su rival. Capablanca siempre se comportó de un modo
similar, solía obtener sus victorias con el mínimo
esfuerzo posible, lo que le llevaba a un estado de
confianza en el que descuidaba en demasía su preparación.
Tras
esta severa derrota Capablanca decidió prepararse con
intensidad para recuperar su trono (tal vez por primera
vez en su vida). La expectación iba creciendo esperando
la reedición de este duelo... pero nunca llegó a
producirse ya que Alekhine jamás aceptó los retos del
cubano y se dedicó a aceptar otros desafíos de
jugadores más débiles. El motivo es sencillo, Alekhine
exigió a Capablanca las mismas condiciones que el
cubano había exigido cuando era campeón del mundo,
pero fue más benévolo con el resto de sus rivales. El
comportamiento de Alekhine no fue lícito, aunque
tampoco lo fue el muro dorado que exigió el
cubano cuando estaba en la cima del ajedrez.
Capablanca
alternó victorias y derrotas en los años siguientes,
pero desencantado por no poder enfrentarse a Alekhine
abandonó el ajedrez en 1931. Durante 4 años se limitó
a dar exhibiciones de simultaneas por EEUU, Cuba y México.
Pero el ajedrez corría por sus venas y decidió poner
fin a su periodo de retiro en 1934. Volvió a jugar
torneos en Europa, aunque consiguiendo resultados
discretos. Cuando todo el mundo le consideraba acabado
(por segunda vez) Capablanca reaccionó, tal vez animado
porque Euwe había arrebatado el título mundial a
Alekhine y tenía esperanzas de que el holandés
aceptase su reto. Tuvo un año sensacional, en 1936,
venciendo en casi todos los torneos que disputó
(incluso se dio el placer de derrotar
a Alekhine
en el torneo de Notingham).
Durante
los años siguientes el juego de Capablanca fue
decayendo hasta llegar al fin de su carrera en 1939. Sin
embargo, su última participación en un torneo, la
Olimpiada de 1939 (la única en que participó), estuvo
a la altura de su leyenda. Capablanca no perdió ninguna
partida y logró un total de 11'5 puntos en 16 partidas,
lo que le sirvió para obtener la medalla de oro en el
primer tablero, logrando un nuevo desquite ante Alekhine,
que se tuvo que conformar con la medalla de plata
(siendo el primer tablero de Francia). Tras este bello
canto del cisne, decidió no participar en ningún
torneo más. Una de las razones que le llevaron a
abandonar definitivamente el ajedrez fue el total
convencimiento de que ya no podría enfrentarse a
Alekhine. Totalmente desanimado renunció a seguir
jugando.
Capablanca
es considerado como uno de los grandes ajedrecistas de
todos los tiempos, en su época fue apodado como
"El infalible" o "La máquina
humana". Su estilo fue imitado por las generaciones
posteriores, como ocurre con todos los jugadores que
dominan durante un largo periodo de tiempo. Ha sido uno
de los jugadores que más seguidores ha tenido a sus
espaldas (también los tiene en la actualidad) y no sólo
debido a su juego, ya que sus rivales cuentan que era
muy educado y de simpatía natural.
No sólo
se dedicó a jugar, fue un gran escritor: en inglés
escribió "My chess career" y "Chess
fundamentals", en castellano publicó obras como:
"Torneo de La Habana 1913" o "Lecciones
elementales de ajedrez". También dirigió la
revista Capablanca Chess Magacine, junto a Juan Corzo.
Su estilo era marcadamente
posicional, con una profundidad y una sencillez que
enamoraban. Las partidas de Capablanca eran como una
sinfonía donde cada pieza era colocada en el lugar
idóneo, sin necesidad de mucho más para aplastar la
resistencia de sus rivales. Sin embargo, en
numerosas ocasiones mostró un gran dominio del ajedrez
táctico, como lo demuestran varias de sus partidas
brillantemente rematadas o los
19 premios de belleza que le fueron otorgados a lo largo
de su carrera, algo al alcance de muy pocos
ajedrecistas. Para Capablanca el ajedrez era algo
natural, sin duda debido a su gran talento y a que
aprendió a jugar con sólo 4 años. Reti, en su libro
"Los Grandes Maestros del tablero", compara la
facilidad de Capblanca para jugar al ajedrez con
aprender un idioma, que se hace de forma más natural y
fluida cuanto más temprana es la edad del alumno. Para
Capablanca jugar al ajedrez era algo sencillo, por lo
que conseguía analizar las posiciones con gran
facilidad. Gracias a esto movía las piezas con rapidez,
lo que trajo aparejado que nunca tuviese problemas de
tiempo en ninguna partida. En su época tal vez hubo
jugadores con más calidad táctica,
pero su fino estilo le hizo invencible durante una larga
época. No hay más que echar un vistazo a los torneos
en que finalizó primero para comprender su
superioridad, el segundo clasificado solía terminar a
bastante distancia del cubano.
Capablanca
durante el final de su carrera
Verdaderamente creo que Capablanca disfrutaba
demostrando su superioridad en la comprensión del
juego, por eso le satisfacía más una partida en la que
su rival iba cediendo poco a poco ante su empuje y sin
saber muy bien como de repente estaba perdido.
Además
estaba considerado el mejor jugador del mundo en
partidas rápidas; en los torneos los jugadores solían
jugar partidas blitz amistosas y Capablanca jamás tuvo
rival en estos encuentros. Baste como ejemplo los
descansos del Torneo de San Petersburgo de 1914, donde
Capablanca daba la ventaja de jugar con un minuto de
tiempo contra los cinco que concedía a sus rivales, y
aun así nadie consiguió derrotarle en ninguna partida.
Las
estadísticas de Capablanca son: victorias 255, tablas
210 y derrotas 41; con un promedio de 71'1 % (el
promedio se saca de sumar victorias y tablas, y
dividirlo por las partidas totales). Podéis consultar
los resultados de Capablanca en todos los Torneos que
disputó (Ver
Palmarés).
Para
terminar, 4 partidas que demuestran que Capablanca
dominaba perfectamente el juego combinativo y de ataque:
Javier
Cordero Fernández
(18
Octubre 2005) |