El
ajedrez de finales del siglo XIX y comienzos del XX era
muy distinto al actual, distaba mucho de ser un deporte
profesional y los maestros, principales actores de
la función, pasaban más penurias que alegrías. Pero
esta situación, que se daba desde hacía décadas, iba
a empezar a cambiar a finales del invierno de 1911.
Muchos jugadores reclamaban mejores condiciones para los
maestros en los torneos, empezando por el campeón del mundo Emanuel
Lasker, al que aterraba acabar sus días como Steinitz
(el campeón austriaco pasó el final de su vida viviendo de la caridad y
falleció olvidado por todos).
Fue en San
Sebastián donde se trató de dar un giro a esta triste
situación, ofreciendo a los participantes unas
condiciones no vistas hasta entonces. La organización
donostiarra decidió pagar el viaje y la estancia a
todos los maestros, detalle novedoso que se realizaba
por primera vez en un torneo internacional. La bolsa de premios
fue de gran importancia en cantidad, aunque no en
número de premios. Estos fueron los premios
destinados a los primeros clasificados:
-
1º
: 5000 francos de oro
-
2º
: 3000 francos de oro
-
3º
: 2000 francos de oro
-
4º
: 1500 francos de oro
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Además, a todos los maestros no clasificados entre los
4 primeros se les pagaría entre 80 y 100 francos de oro
por cada punto conseguido durante el torneo. Por
último, Albert Von Rotschild, gran
mecenas del ajedrez de la época, donó
500 francos de oro destinados a premiar la partida más
bella... más adelante podrán comprobar qué jugador se
llevó tan jugoso premio.
La organización envío invitaciones a 17 maestros, los
cuales no fueron elegidos precisamente al azar ya que
eran, a juicio de los organizadores, los mejores del mundo. La respuesta
de los jugadores fue un éxito sin precedentes, 15 de
ellos aceptaron la propuesta, sólo Atkins y Lasker
rechazaron jugar en San Sebastián. La baja de Lasker
fue importante, ya que era el vigente campeón del mundo,
pero conseguir reunir a un elenco de jugadores semejante
fue un éxito sorprendente, sobre todo debido a las dificultades que existían para
organizar viajes en aquella época.
Los jugadores fueron llegando a Donostia varios días
antes de la primera ronda. En las
salas del hotel donde se alojaban se les podía ver
reunidos, charlando sobre ajedrez y, alguno de ellos,
comenzando su
guerra psicológica particular. Recordemos que el
ajedrez de aquella época era especial, muy diferente al
que hoy en día conocemos. Los jugadores innovaban en
las aperturas y mantenían disputas en revistas y
periódicos sobre la supremacía de sus ideas. Por eso,
cualquier momento era bueno para minar la moral del
rival.
De estos días previos data una anécdota que muestra a
la perfección el carácter de sus dos protagonistas:
Schlechter y Nimzowitsch. Schlechter era una persona de
buen carácter, siempre amable, y por eso trató de
aconsejar a Nimzmowitsch. que por aquel entonces no
tenía excesiva experiencia en torneos internacionales: "¿Cómo
se le ha ocurrido a usted participar en este gran
torneo? Hay solamente 4 premios y, además de Tarrasch y
Rubinstein, hay otros jugadores muy fuertes".
Tras esto le recomendó que acudiese al torneo de San
Remo, que se disputaba al mismo tiempo que el de San
Sebastián, dónde, según Schlechter, tendría más
opciones de vencer (aun así, la competencia en San
Remo también era importante: Reti, Gunsberg, Przepiorka
o Fahrni). La respuesta de Nimzmowitsch fue contundente: "Me
quedo aquí, maestro Schlechter, quiero luchar y
lucharé con todas mis fuerzas".
José
Raúl Capablanca, el gran protagonista
José Raúl Capablanca tenía sólo 22 años cuando llegó
a Donostia. Su trayectoria en el mundo del ajedrez había
sido casi nula debido a su larga estancia en Estados
Unidos para cursar estudios de Ingeniería. De todos
modos, Capablanca había demostrado su talento al vencer
en un match amistoso a Juan Corzo (jugador más fuerte de
Cuba) con sólo 12 años
y al derrotar de forma contundente a Frank James Marshall en un match individual
(15-8).
La organización del torneo había impuesto una condición
a la hora de escoger a los participantes:
haber logrado al menos dos cuartos puestos en torneos
internacionales en los últimos 10 años. Como es lógico,
Capablanca no cumplía esa condición por su inactividad y
juventud; a pesar de ello la organización decidió
invitarle, con buen criterio, por su llamativa victoria ante
Marshall. Esta decisión molestó a alguno de los maestros
participantes, sobre todo a Ossip Bernstein y Aaron
Nimzowitsch, que expresaron su desencanto públicamente.
Ciertamente el talento de Capablanca había permanecido
oculto y no nos puede sorprender que no contase entre los favoritos al triunfo final en San Sebastián. Pero el
cubano hizo gala de su arrolladora personalidad y, a
pesar de su casi nula preparación teórica, desplegó un
juego lleno de sutilezas posicionales, tal y como hizo a
lo largo de toda su carrera.
El azar quiso que Capablanca se enfrentase a Bernstein
en la primera ronda... era una ocasión idónea para que el
cubano pusiese las cosas en su sitio y así lo hizo.
Eran tiempos de 'afrentas ajedrecísticas', las cuales
se resolvían en el tablero, un deporte de caballeros
del que poco queda en la actualidad. Veamos como
Capablanca barrió del tablero a su rival, partida por
la que recibió el premio de belleza del torneo:
Premio
de belleza, cobrando cuentas pendientes
Un extramotivado Capablanca jugó con gran energía esta
partida, realizando un inteligente sacrificio de peón
que le permitió atacar con contundencia al rey enemigo.
Capablanca empezaba a mostrar su talento al mundo, una
forma de jugar natural y única que le haría coronar
las cimas más altas del ajedrez. Gracias a este triunfo
se embolsó los 500 francos de oro del premio de
belleza, el cual bien pudo haber recaído en Janowski,
que jugó con gran brillantez en la 5ª ronda, curiosamente ante
Capablanca, pero
cuando tenía al cubano contra las cuerdas no encontró
el camino correcto que conducía a la victoria y terminó perdiendo. Pero veamos lo
que fue y no lo que pudo haber sido: este es el fino
estilo de Capablanca que encandiló a Von Rothschild:
Capablanca,
José Raúl - Bernstein, Ossip
San
Sebastián 1911
1.e4
e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 Cf6 4.0–0 Ae7 5.Cc3 d6
6.Axc6+ bxc6 7.d4 exd4 8.Cxd4 Ad7 9.Ag5 0–0
10.Te1 h6 11.Ah4 Ch7 12.Axe7 Dxe7 13.Dd3 Tab8
14.b3 Cg5 15.Tad1 De5 16.De3 Ce6 17.Cce2 Da5
18.Cf5 Cc5 19.Ced4 Rh7 20.g4 Tbe8 21.f3 Ce6
22.Ce2 Dxa2 23.Ceg3 Dxc2 24.Tc1 Db2 25.Ch5 Th8
26.Te2 De5 27.f4 Db5 28.Cfxg7 Cc5 29.Cxe8 Axe8
30.Dc3 f6 31.Cxf6+ Rg6 32.Ch5 Tg8 33.f5+ Rg5
34.De3+ 1–0
Después
de 27...Db5
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Si hay partidas que han marcado la historia del ajedrez,
esta es sin duda una de ellas, tanto por la importancia
del torneo, como por lo reivindicativo de la victoria.
Todo ello logrado por un jugador joven e inexperto, que
demostró una gran personalidad al no sentirse intimidado
por unos rivales curtidos en mil batallas y que eran
verdaderos expertos en
devorar al rival que mostraba algún tipo de debilidad.
Tras esta partida, Bernstein siempre se sintió
acomplejado ante Capablanca, al que fue incapaz de
derrotar nunca (no hay muchos jugadores a los que
Bernstein, a pesar de no ser jugador profesional, no
lograse vencer). Siempre que se
enfrentaron la tensión estuvo presente en el tablero,
aunque hay que decir que esto ocurrió en pocas ocasiones:
3 victorias para Capablanca y una partida finalizada en
tablas.
Así
discurrió el torneo
En San Sebastián tenían clara la importancia del
momento que estaban viviendo y por ello quisieron cuidar todos
los detalles. Por tanto, buscaron un director de torneo
que tuviese gran experiencia en competiciones de
ajedrez y el elegido fue Jacques Mieses, jugador
profesional que tuvo una dilatada carrera y que conocía
en profundidad como debía de ser un torneo por dentro
y, sobre todo, como tratar con los maestros, ya que no
es un secreto que alguno de ellos tenía un carácter
algo irascible.
El ritmo de juego elegido fue curioso, más parecido a
los torneos actuales que a los antiguos, con la inclusión
de partidas aplazadas. Se estipuló que se jugaría los
lunes, martes, jueves y viernes, dejando el resto de
días para la disputa de las partidas aplazadas. El horario era invariable, de
13:30 a 18:45, con 2 h y 30 min para 45 jugadas. Además,
debía cumplirse de forma estricta la realización de un
mínimo de 15 jugadas por hora.
Con este ritmo de juego existía la posibilidad de que
las partidas se alargasen demasiado, lo que ocurrió en la primera ronda
donde Duras y Janowski estuvieron jugando durante casi
20 horas y 161 movimientos.
Pulse
en la imagen para verla ampliada e identificar a cada
jugador
El triunfo de Capablanca no fue
sencillo, la oposición mostrada por Rubinstein (en el
apogeo de su carrera) y por Vidmar fue terrible. Tarrasch
hizo un gran comienzo de torneo, pero se desinfló tras
una derrota inesperada ante Teichmann. A pesar de ello
Capablanca dominó el torneo de principio a fin y sólo
Rubinstein fue capaz de derrotarle. Realmente este fue un
torneo con grandes similitudes a los actuales, con gran
proliferación de partidas finalizadas en tablas, tal vez
debido al nivel similar de todos los participantes. La teoría de aperturas estaba
empezando a consolidarse, lo que también pudo influir en la
igualdad de las partidas al jugarse líneas más sólidas
que las usadas sólo unos años atrás. Pueden consultar la
clasificación del torneo en: Ver
tabla.
La venganza de Capablanca no terminó con la victoria
sobre Bernstein, ya que también dio buena cuenta de su otro
detractor, Aaron Nimzowitsch, al que derrotó en la
octava ronda tras conseguir controlar un fuerte ataque realizado
por el jugador danés. Pero el ajuste de cuentas con
Nimzowitsch fue más allá. Durante uno de los descansos
Bernstein y Nimzowitsch estaban disputando unas partidas
rápidas, el joven Capablanca se acercó e hizo una
observación sobre una de las posiciones, a lo que
Nimzowitsch, algo molesto, replicó: "no debe
interferir en nuestras partidas, ya que somos reputados
maestros y usted no es ni maestro". Capablanca reaccionó con valentía y pidió a Nimzowitsch jugar
unas partidas rápidas con él, en las que, por supuesto,
obtuvo la victoria de forma contundente. Nimzowitsch dio mucho al ajedrez,
ideas nuevas y un método que fue seguido por muchos
jugadores y aficionados, pero su ego, a todas
luces desmedido, le jugó malas pasadas durante su
carrera.
Hablar del torneo de San Sebastián siempre tiene que ir
asociado al nombre de Capablanca. Fue su primera
aparición en el ajedrez de élite y su actuación fue
estelar, sólo al alcance de los más grandes. Había
nacido una estrella, algo que se confirmó con años de
grandes triunfos e imbatibilidad en el tablero.
Cuadro
de honor del torneo
Además del torneo principal se organizaron otras
actividades paralelas, como un torneo para aficionados. Los premios de este torneos fueron más
modestos que los del principal: un trofeo de plata para
el ganador y objetos de arte para los 4 primeros
clasificados. Uno de los participantes fue el cónsul de
Alemania A. Hallgarten, gran aficionado al ajedrez. Esta
fue la clasificación de este torneo: Ver
tabla.
Veamos las partidas más interesantes a nivel táctico,
lo cual no quiere decir que sean las mejores. Existen
partidas interesantes por una buena defensa, por alguna
jugada sutil y original o por su belleza artística...
cada cual es libre de escoger el estilo que más le guste, pero no es
un secreto cual es la tendencia que se sigue en esta web:
Javier
Cordero Fernández
(16
Marzo 2011)
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