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Ramón Rey Ardid, Doctor en psiquiatría y en ajedrez

( Autor : Javier Cordero Fernández - © Ajedrez de ataque )

         Ramón Rey Ardid marcó una época en el ajedrez español y lo consiguió por varias motivos: unos resultados excelentes en competición, una constante dedicación a la difusión del juego y un gran afán investigador en prácticamente todas las modalidades del ajedrez. Por todo ello fue un pilar importante en el, por otro lado, lento desarrollo de este deporte en España.

         Ramón Rey Ardid nació el 20 de Diciembre de 1903, en Zaragoza (España). Falleció el 21 de Enero de 1988, en su ciudad natal.

         Rey Ardid se adentró en el extenso mundo del ajedrez a la tardía edad de 15 años, siendo su padre el encargado de enseñarle a dar 'sus primeros pasos', todavía tambaleantes, dentro de un tablero. Sin embargo, en primera instancia no se sintió excesivamente atraído por torres y alfiles, y no empezó a jugar con asiduidad hasta dos años después, al finalizar el bachillerato, tras quedar gratamente impresionado por lo que vio en un torneo organizado en el Casino de Zaragoza en el que participaba Manuel Golmayo, gran dominador del ajedrez nacional. La experiencia produjo un gran entusiasmo en su inquieta mente adolescente y comenzó a devorar los pocos libros de ajedrez a los que se tenía acceso en la época, como el manual de Philidor o la obra de Paluzie y Lucena.

         El aprendizaje del ajedrez, y de cualquier otra disciplina, se realiza de forma más sencilla y natural si se lleva a cabo en la niñez, por eso sorprende la facilidad que mostró Rey Ardid para aprender y progresar en su juego, lo que muestra un talento innato para el ajedrez. En sólo dos años Rey Ardid consiguió ser jugador de 1ª categoría, logrando su primera victoria en el Campeonato de Zaragoza. Con 19 años su fama le precedía y su nombre era conocido por toda la geografía española, como lo demuestra algunas sesiones de simultáneas que dio lejos de Zaragoza: en Gijón fue sometido a una dura prueba, jugó una sesión de simultáneas a la ciega contra 5 de los jugadores más fuertes de la ciudad cosechando un mal resultado (=1 -4); dos días después dio unas simultáneas de partidas normales en las que logró resarcirse de sus malas sensaciones (+19 =4 -4). Este tipo de sesiones fueron muy comunes a lo largo de su carrera, lo que suponía una fuente extra de ingresos y la posibilidad de conocer nuevos lugares.

         En aquella época se reunía con asiduidad con José Juncosa, jugador más importante de la ciudad, y otros jugadores veteranos de los que pudo aprender... y aprendió rápido, tanto, que fue seleccionado para representar a España en la Olimpiada, no oficial, de París (1924). El ajedrez en España no atravesaba su mejor momento y sólo se pudo enviar a 3 jugadores para cubrir los 4 puestos requeridos: Marín, Golmayo y Rey Ardid. Curiosamente, esta sería la única participación de Rey Ardid en unas Olimpiadas por motivos que conoceremos más adelante. Su actuación en París fue irregular, en la fase preliminar se quedó lejos de clasificarse para la final (4º de 6 jugadores y sólo se clasificaba el primero) y en la final de consolación no logró mejorar sus resultados, finalizando con 6 puntos en 13 partidas; España finalizó en décima posición en la clasificación global, sobresaliendo Manuel Golmayo que logró un puesto en la final, en la que ocupó el penúltimo lugar.

         A estas alturas hay que mencionar un importante detalle: Rey Ardid simultaneaba sus breves incursiones en el mundo del ajedrez con los estudios de Medicina (en la especialidad de Psiquiatría) que cursó en Zaragoza de 1920 a 1927. Ni durante su formación ni más adelante, cuando comenzó a ejercer como médico, pudo dedicar demasiado tiempo a su preparación ajedrecística y se vio en la obligación de rechazar invitaciones a torneos que provenían del extranjero e incluso tuvo que resignarse a no participar en alguna prueba nacional. Rey Ardid comprendió que sus nuevas ocupaciones le iban a impedir dedicarse al ajedrez de competición de forma activa, por lo que buscó otras ramas por las que poder dar salida a sus inquietudes por el juego de Caissa, encontrando en el ajedrez postal una forma ideal de seguir jugando. Las partidas por correspondencia, que empezó a jugar con asiduidad desde los 20 años, fueron un refugio ideal para poder seguir compitiendo y entrenando. Veamos a continuación algunas partidas brillantes que disputó en esta modalidad:

         En 1926 participó en su primera competición importante: el torneo internacional de Barcelona, donde se encontraría con el vigente campeón de España, Manuel Golmayo. Su actuación fue positiva, finalizando en un meritorio 4º lugar, aunque todavía lejos de Golmayo, claro vencedor de la prueba, cuyo título era el objetivo que Rey Ardid vislumbraba en su horizonte ajedrecístico.

         En 1927, tras finalizar sus estudios de Medicina, Rey Ardid se trasladó a Madrid con la intención de cursar el Doctorado en la especialidad de Psicología y Psiquiatría. La experiencia vivida en la capital fue muy positiva para su ajedrez, allí pudo entrar en los círculos ajedrecísticos de la ciudad y jugar con asiduidad por primera vez en su vida, por lo que su nivel de juego ascendió de forma vertiginosa. Sólo un año después logró el triunfo en un torneo clasificatorio para la Olimpiada (logrando 13 puntos en 14 partidas, sin perder ninguna), superando a José Sanz, Martín Ortueta y Rodríguez Lafora entre otros y logrando distanciar al segundo clasificado en 4 puntos... aunque nuestro protagonista tuvo que soportar el peso de una sorprendente injusticia: finalmente no fue seleccionado para la Olimpiada, en una decisión difícil de comprender que levantó una gran polémica. Un año después, Rey Ardid se encargó de demostrar lo desacertado del criterio de los miembros de la Federación con su brillante actuación en el torneo de Barcelona, en el que  finalizó como primer español clasificado en una competición durísima que contó con Capablanca, Tartakower o Colle: Ver tabla. Por esta notable actuación, se le concedió el derecho a retar al campeón de España Manuel Golmayo, encuentro que fue concertado para finales de 1930.

Andor Lilienthal vs Rey Ardid

         El titulo de campeón de España llevaba 9 años sin ponerse en juego, Golmayo no tenía rival y nadie parecía dispuesto a plantarle clara, por lo que el duelo con Rey Ardid levantó una gran expectación. Golmayo era el favorito, pero la figura de Rey Ardid había crecido más de lo que los expertos suponían y desde el principio, gracias a una mayor fuerza en el terreno posicional, logró dominar el match con claridad. El resultado, 5-2, no deja lugar a la duda: Ver tabla y partidas. Rey Ardid cobró 960 pesetas, más los gastos del viaje, por su victoria... Golmayo, curiosamente, cobró una cifra más alta aunque fue el derrotado. El reinado de Rey Ardid duró 14 años, poniendo su título en juego en 4 ocasiones hasta que fue derrotado por José Sanz en 1943. En el siguiente enlace podéis seguir el devenir de sus luchas en los campeonatos nacionales:

         El 25 de Marzo de 1931 comenzó a colaborar en el periódico La Vanguardia con una columna semanal en la que repasaba con amplitud la actualidad ajedrecística nacional e internacional, la cual se prolongó hasta el 17 de Julio de 1936, cuando fue cancelada por el comienzo de la Guerra Civil. Sin duda, esta columna fue un aporte importantísimo en la divulgación del ajedrez, tratando temas muy diversos: torneos, ajedrez por correspondencia, partidas brillantes, actualidad, actividad de los clubes, estudios y finales, artículos... un extenso legado que incluso hoy en día representa una importante fuente de consulta. Rey Ardid colaboraría con otros periódicos, como El Heraldo de Aragón o Amanecer, así como en multitud de revistas de ajedrez internacionales. Su forma de escribir, clara y elegante, era su mejor credencial, lo que unido a un profundo conocimiento de la actualidad del mundo del ajedrez (a través de la lectura de todo tipo de revistas y libros) hizo que fuese un columnista muy solicitado. Me he permitido rescatar uno de sus artículos publicados en La Vanguardia, con una temática muy relacionada con esta web, lo que nos permitirá conocer su faceta periodística:

         En 1931 Rey Ardid regresó a Zaragoza con su título de Doctor bajo el brazo y un puesto de médico esperándole en el Sanatorio Nuestra Señora del Pilar de su ciudad natal. Volcado en su nueva profesión, el ajedrez fue relegado a un segundo plano no pudiendo competir en ningún torneo durante 2 años. Sin embargo, durante ese tiempo Rey Ardid no dejó pasar ninguna oportunidad que le permitiese sentarse de nuevo ante el tablero... aunque no tuviese ningún rival en frente: en 1931 jugó el match por correspondencia entre Alemania y España y lo hizo con un éxito que traspasó fronteras, derrotando por 2-0 al campeón del mundo de la especialidad Eduard Dyckhoff; España logró el triunfo con claridad: 7'5-4'5. En 1933 repitió experiencia, aunque en esta ocasión enfrentándose a la selección de Suecia. Rey Ardid jugó en el primer tablero y empató 1-1 con Nils Johansson... su derrota ante el jugador sueco fue una verdadera obra de arte: Ver partida. El resultado final fue de 9'5-6'5 a favor de España. También en 1933 participó en el encuentro entre Zaragoza y Barcelona cono primer tablero, empatando con Ángel Ribera y perdiendo los maños el match por 4'5-1'5. En esos dos años sólo pudo participar en un torneo local en Zaragoza y lo pudo hacer porque no interfirió de forma directa en sus ocupaciones laborales; Rey Ardid venció de forma clara, aunque cediendo una derrota: Ver tabla.

         A Rey Ardid no le había tocado vivir una época sencilla en lo que al ajedrez se refiere, apenas se organizaban torneos y se jugaba de forma prácticamente amateur. El ajedrez no era una profesión para los ajedrecistas de aquellos tiempos, sino una pasión, pasión que les permitía progresar a pesar de tener que dedicar la mayor parte de sus vidas a otras ocupaciones laborales. Rey Ardid nunca ocultó lo que el ajedrez significaba para él: Para mí el ajedrez es el pasatiempo más maravilloso que existe, por las bellezas que encierra y por su intrínseca dificultad. Es un juego que una vez aprendido creemos poder llegar a dominar, pero es tan esquivo que casi siempre se nos escapa de las manos”.

         En 1933 Rey Ardid conoció el lado amargo de la vida, teniendo que soportar una dura prueba con el fallecimiento de su hija de sólo 16 meses, a la que rendiría un emotivo homenaje desde su columna de La Vanguardia. Como es lógico, su actividad en el tablero se paralizó casi por completo durante aquel año.

         En 1934 tuvo la actuación más brillante de su carrera, desplegando un juego de primer nivel durante el torneo de Sitges, donde finalizó en un meritorio segundo lugar superando a varios jugadores de renombre internacional como Tartakower, Spielmann o Koltanowski. Además firmó la que tal vez es su victoria más famosa, un triunfo meteórico y brillante ante Tartakower: Ver partida. Por este gran resultado cobró la nada despreciable cifra, para aquella época, de 400 pesetas; el ganador del torneo, Andor Lilienthal, se embolsó 500 pesetas.

         En Septiembre, Rey Ardid pudo disfrutar de unas vacaciones después de mucho tiempo y decidió aprovecharlas para viajar a París junto a su esposa, un viaje que ambos necesitaban después de haber vivido una tragedia de tal magnitud. Su paso por la ciudad de la luz estuvo muy ligado al ajedrez, por lo que merece la pena contar sus vivencias en el siguiente apartado:

         La importancia que Rey Ardid había alcanzado en el mundo del ajedrez no pasó desapercibida en su ciudad natal y desde el Centro Regional Aragonés se intentaron organizar diversas actividades que podían ser beneficiosas para su desarrollo como jugador. En 1934 invitaron al talentoso joven Andor Lilienthal a pasar unos días en la ciudad, lo que se aprovechó para organizar un match que le enfrentaría a Rey Aridd: el jugador húngaro venció con claridad por 5'5-2'5. En 1935 se repitió experiencia con el campeón del mundo Alexander Alekhine y con el francés Victor Kahn, actividades que pusieron a Zaragoza en la primera plana del ajedrez español. Tras la retirada de Rey Ardid, unos años después, Zaragoza perdió relevancia y pasó a un segundo plano en el panorama nacional.

         Rey Ardid tuvo que tomar dolorosas decisiones en aquella época, rechazando varias invitaciones de torneos internacionales en los que hubiese deseado participar. Sus ocupaciones laborales eran muy absorbentes y sólo podía acudir a torneos durante sus vacaciones. Por este motivo, en 1935 tuvo que declinar la invitación llegada de la lejana Buenos Aires para participar en un torneo donde competirían los jugadores iberoamericanos más destacados. Incluso tuvo que renunciar a participar en varias Olimpiadas y ni siquiera pudo tomar parte en el torneo nacional de Reus 1936. Sin embargo, en ocasiones la suerte le sonreía y podía acudir a la disputa de algún torneo, tal como hizo en Hastings (1936). Esta competición se desarrollaba durante las vacaciones de Navidad y Rey Ardid fue invitado al torneo 'B', en el que sería su primer torneo fuera de España. Su actuación fue realmente destacada compartiendo el primer puesto con otros 4 jugadores: Ver tabla. Este resultado tiene un gran mérito, ya que, como el mismo reconoció, apenas se había podido preparar para esta prueba.

         Del 16 de Abril al 5 de Mayo de 1936 Rey Ardid participó en su segundo y último torneo fuera de España, en la que tal vez fue la competición más importante en que tomó parte: el torneo de Ostende. Como siempre, tuvo grandes dificultades para organizar su vida laboral de tal modo que le permitiese viajar a Bélgica. Finalmente pudo confirmar su participación y viajó, junto a su esposa, a una ciudad de gran tradición ajedrecística. En Ostende se vio lastrado por su falta de preparación y no consiguió finalizar en los puestos de cabeza, aunque su actuación, logrando la mitad de los puntos en juego, no puede catalogarse como un fracaso: Ver tabla.

       

         El estallido de la Guerra Civil española, sólo unos meses después de su participación en Ostende, paralizó toda actividad en el país. Zaragoza fue sacudida con fuerza por el conflicto, ya que el frente llegó a estar en sus mismas puertas. Aún así, Rey Ardid se resistió a que la guerra también quebrara los tableros de ajedrez y dio alguna sesión de simultáneas durante el conflicto, época de la que también se conserva alguna partida que disputó de modo amistoso.

         Tras la guerra, al ajedrez español le costó levantarse y volver a caminar. Rey Ardid regresó a la competición en 1941 y lo hizo con gran éxito venciendo en los torneos de Madrid y Zaragoza sin perder una sola partida. Un año después, retuvo su título de campeón nacional sin demasiados problemas ante Juan Manuel Fuentes. Sin embargo, lo que no es tan conocido es que Rey Ardid negoció, sólo unos meses después de su triunfo ante Fuentes, la disputa de un encuentro valedero para el Campeonato de España que le enfrentaría al pujante Antonio Medina. Incluso se fijó fecha y lugar: Junio y Sitges. La noticia causó una gran sorpresa y levantó mucha expectación. Sin embargo, el mundo del ajedrez nunca llegaría a ver este interesante duelo, ya que la FEDA nunca dio su respaldo a esta iniciativa y finalmente impuso su poder para cancelarlo.

         Como ya hemos visto, Rey Ardid perdió su corona en 1943 ante José Sanz en una encarnizada lucha que se decidió en la última partida. Antes, durante y después del match Rey Ardid se mostró muy molesto con la Federación española, ya que había sido obligado a poner en juego su título 11 meses después de su match contra Fuentes, cuando se había estipulado que debía hacerlo 2 años después del mismo. Rey Ardid solicitó que se jugase un match de revancha ante Sanz y el campeón, a través de una carta publicada en el diario Sol, mostró su conformidad. Incluso se llegó a fijar la duración del mismo en 10 partidas, aunque fue la propia Federación española de ajedrez la que frenó en seco la iniciativa y prohibió la organización del match. Ante esta situación, un encolerizado Rey Ardid decidió darse de baja en la Federación, motivo por el cual fue sancionado por un año. Una vez transcurrido el año de sanción, Rey Ardid fue invitado al torneo de candidatos que dirimiría el nombre del aspirante al título nacional, aunque se negó a acudir. Rey Ardid contaría esta historia en una entrevista casi 30 años después, el paso del tiempo no había cicatrizado las heridas y seguía estando molesto, sobre todo con el presidente de la FEDA de aquel tiempo al que se refirió con acritud: "no recuerdo su nombre, creo que era un marqués".... su nombre era Raúl de Ory y Barat, marqués de Monte Corto.

         Como es bien conocido, Alexander Alekhine, campeón del mundo de la época, residió en España en 1944. Alekhine pasó varias temporadas en Zaragoza durante aquel año y se reunió con Rey Ardid a menudo, con el que disputó multitud de partidas amistosas de media hora, unas 300 según el Doctor Rey, de las cuales no ha quedado sino el recuerdo. Ambos maestros también disputaron un match serio a 4 partidas, en el que Alekhine ganó de forma apurada por 2'5-1'5 (+1 =3).

         Una vez cumplida su sanción, Rey Ardid, todavía molesto por lo que consideraba una injusticia, volvió a la arena ajedrecística en el torneo Duque de Alba (1946), reto que le atrajo irremediablemente ya que tendría la oportunidad de enfrentarse a los jugadores más importantes del país (Pomar, Medina, Golmayo y Sanz) en el Palacio del Duque de Alba en Madrid. Rey Ardid mostró un juego superior y obtuvo el triunfo con comodidad tras vencer en todas sus partidas salvo las tablas que logró ante Golmayo: Ver tabla. Fue un triunfo inesperado debido la inactividad del Doctor que, con modestia, justificó en la buena gestión que hizo del tiempo en cada una de sus partidas. En 1947 participó en el II Torneo Duque de Alba, competición organizada en Zaragoza como homenaje al torneo jugado en Madrid. Rey Ardid, que estuvo en cabeza todo el torneo, se vio sorprendido en la penúltima ronda por Armando Fernández Serrano (que sería el vencedor final) y cayó derrotado en un brillante final, quedando relegado a la segunda posición: Ver tabla. Pero esto sólo fue una despedida. Desencantado, decidió retirarse del ajedrez, aunque todavía tuvo una última aparición en un match amistoso que le enfrentó al joven talento Miquel Albareda: su falta de entrenamiento le pasó factura y fue claramente derrotado por 4'5-1'5 (-3 =3). Rey Ardid cumplió su palabra y abandonó el ajedrez durante 27 años.

Pomar vs Rey Ardid (1946), observan el Duque y la Duquesa de Alba

         En 1945 Rey Ardid había sido nombrado director del Sanatorio psiquiátrico Nuestra Señora del Pilar y, una vez retirado del tablero, se consagró a su trabajo y a su familia. Muchos años más tarde, en 1966, fue catedrático en la Facultad de Medicina de Zaragoza. En el campo de la Medicina también logró destacar, haciendo que su nombre fuese conocido y reconocido, llegando a ser nombrado académico de la Real Academia de Medicina... tras estos nuevos logros se escondía mucho trabajo: ponencias, conferencias, publicaciones en revistas (más de 100 en total) y libros escritos en un caudal de horas dedicadas a su profesión. Incluso fue el creador de un método para la terapia de la esquizofrenia: el bombeo espinal, que levantó expectación incluso fuera de España, llegando a dar conferencias sobre el tema en Austria y Alemania, Y entre tanta actividad, aún tuvo tiempo para el ajedrez, aunque de un modo más relajado disputando partidas de forma amistosa. En esos años de retiro llegó a participar en algún torneo menor, siempre en su querida Zaragoza y siempre por no decepcionar a quiénes le habían invitado: por ejemplo, venció en la Copa de Zaragoza de 1956 (ver tabla) y en el torneo de Zaragoza de 1958.

         Eso sí, el ajedrez le llamaba constantemente, del tablero siempre terminaban llegando cantos de sirena que le tentaban, tal como ocurrió cuando realizó un viaje a Innsbruck (Austria) con motivo de un congreso de psiquiatría al que había sido invitado en 1951. Allí realizó varias ponencias... y accedió a disputar un pequeño torneo de ajedrez del que no se conserva casi ningún dato, sólo una partida jugada por Rey Ardid contra Hans Müller y otra entre Egger y Raffay.

         En 1973, tras toda una vida de trabajo, le llegó el dulce momento de la jubilación. Disponiendo de tiempo libre prácticamente por primera vez en su vida, decidió retomar su pasión dormida por el ajedrez. Tras prepararse durante unos meses, decidió volver a competir en torneos, parte de la historia que podéis conocer en el siguiente enlace (con la idea de no alargar en demasía la parte principal del artículo):

         Rey Ardid estuvo jugando torneos hasta su fallecimiento, el cual se produjo en Enero de 1988. Con su desaparición, Rey Ardid dejó un vacío difícil de llenar, tanto por sus distintos aportes al ajedrez como por su caballerosidad con todo aquel con el que trababa relación. Todos los testimonios que existen sobre él nos hablan de una persona amable, muy culta, con extensos conocimientos fuera del ajedrez y de buen corazón, capaz de atender en su consulta a enfermos mentales sin recursos y no cobrarles nada, o tener el detalle de enviar dinero a alguno de sus rivales para que compraran algo a sus hijos por Navidad. También solía escribir cartas a sus rivales para felicitarles cuando éstos lograban un buen resultado y animarles a seguir por ese camino.

         En el tablero siempre mantuvo una curiosa dualidad, debatiéndose entre el ajedrez posicional, estilo que su mente metódica le recomendaba, y el ajedrez táctico, estilo que admiraba. En su trabajo se vio obligado a ser cuidadoso y hermético, siempre conduciéndose entre unos raíles que no le permitían salirse de una ruta marcada, sin tiempo para la improvisación, aspecto que le dio un punto de prudencia a su estilo en el tablero. Pero en el ajedrez encontró algo más: la posibilidad de crear, de liberar al artista que llevaba dentro. Por este motivo, nunca rehuyó el combate en posiciones complicadas, buscando destellos y combinaciones brillantes siempre que la situación se lo permitía. Fue un gran teórico y estudioso del ajedrez, además de un excepcional finalista. Como muchos jugadores de aquella época, sentía admiración por los maestros clásicos y entendía a la perfección su responsabilidad con la parte artística del juego.... y es que Rey Ardid siempre comprendió la grandeza del deporte que practicaba: "El ajedrez... nunca está del todo al alcance de la mano... ese algo que no llegamos a dominar es donde reside su mayor encanto: siempre va un poco más allá en su dificultad de lo que la capacidad humana puede alcanzar".

Rey Ardid vs Alexander Alekhine (1944)

         Su aportación a la literatura ajedrecista fue amplia, lo cual no nos debe sorprender debido a su facilidad para la escritura y a un estilo que conectaba rápidamente con el lector. Entre sus obras más conocidas se encuentran: 'Los principios del ajedrez', 'Cien partidas de ajedrez', 'Cien nuevas partidas de ajedrez', 'Aperturas abiertas' y 'Tratado de finales' (que consta de 5 volúmenes). Además, hizo su aportación a la teoría de aperturas con una variante del gambito de dama declinado, que lleva su nombre: 1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cc3 c5 4.cxd5 exd5 5.Cf3 Cc6 6.g3 c4 7.e4.

         También fue un apasionado de la composición de finales y estudios artísticos, logrando varios premios por sus composiciones. Además, trató de apoyar esta disciplina, que en España estaba poco desarrollada, desde su columna de La Vanguardia, en la que solía publicar problemas con asiduidad o trataba noticias relacionadas (como la creación de la SEPA (Sociedad Española de Problemistas de Ajedrez), a la que dio gran difusión). A continuación podéis descargar una selección de sus problemas (cortesía del siempre amable Joaquim Travesset), una base con sus partidas (tal vez la más amplia que existe en internet) y podéis consultar su palmarés:

93 problemas de Rey Ardid

269 partidas de Rey Ardid

Palmarés de Rey Ardid

         La importancia de Rey Ardid ha trascendido al paso del tiempo: en 1994 se creó la Fundación Rey Ardid, destinada al tratamiento de enfermedades mentales. Su pasado ajedrecístico ha sido recordado en la Fundación, que entrega los premios "Peón" en los que se reconoce la labor de organizaciones o empresas volcadas en la integración de personas con enfermedades mentales.

         Dentro del mundo del ajedrez también tuvo varios reconocimientos. Tal vez el más célebre fue la organización de un torneo en su memoria, que se disputó desde 1989 en Zaragoza (realmente se trataba del antiguo Open Ibercaja, que cambió su nombre para pasar a denominarse Memorial Rey Ardid en recuerdo al jugador más destacado de la ciudad: Ver palmarés). Aunque menos conocido, en los años 70 también se jugaba un torneo por eliminatorias que llevaba su nombre, también en Zaragoza. Y su nombre también fue utilizado para bautizar a varios clubes de ajedrez, entre los que destacan la Peña Rey Ardid de Bilbao,; fundado en 1945, que llegó a ser uno de los clubes más importantes de España, o el Club Rey Ardid de Almería, fundado en 1947, que nombró al Dr. Rey presidente de honor. Otro recóndito lugar en el que un club quiso homenajear al campeón de España llevando su nombre fue Tetuán.

         Esta es la historia de un jugador diferente, aunque tal vez sea la historia de una época diferente, tiempos donde el poder del dinero todavía no lo había corrompido todo, tiempos de caballeros que consideraban que no todo estaba permitido para logran un fin... fin hacia el que nos dirigimos dando los últimos pasos como siempre lo hacemos en esta web: con unas partidas brillantes de un brillante Doctor y un brillante ajedrecista:

Javier Cordero Fernández

(25 Marzo 2017, varias veces actualizado)

 

Rey Ardid - N. N.,  Gijón 1931

Rey Ardid - Karlin,  Zaragoza 1933

Rey Ardid - Karlin,  Barcelona 1933

Estella - Rey Ardid,  Zaragoza 1934

Rey Ardid - Fuentes, Madrid 1942

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"Si un tablero tan pequeño no llega a dominarse, ¿cómo llegaremos a dominar nada en la vida?" - Ramón Rey Ardid


BIBLIOGRAFÍA

"Los campeones y los campeonatos de España". Pablo Morán

Hemerotecas: ABC, La Vanguardia, Mundo Deportivo y Pensamiento Alavés

Varios números de las revistas Jaque y Ajedrez canario

Entrevista en "Mundo Gráfico" - 07-01-1931


 

 

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