El
final del camino... con la energía de la juventud
( Autor
: Javier Cordero Fernández -
©
Ajedrez de
ataque )
Rey Ardid regresó a los torneos en el Open de
Maspalomas de 1974, tras 27 años alejado de la
competición, y se encontró un ajedrez muy
diferente: el
ajedrez del Elo, de las normas de Maestro Internacional
y Gran Maestro y de los torneos abiertos donde los
aficionados competían en multitud junto a los maestros. Un mundo extraño,
en definitiva, para alguien que había conocido a
Capablanca, Alekhine y tantos otros. Curiosamente, Rey Ardid, que tantos éxitos había
logrado y dado al ajedrez español, que
había peleado de tú a tú con muchos de los grandes
del ajedrez de la primera mitad de siglo, jugaba con el título de Maestro Nacional, lo que revela una
enorme dejadez por parte de la FEDA a la hora de defender sus
derechos, ya que bien podría haber optado al título de
GM o MI por sus logros anteriores, tal y como se concedió a otros
muchos jugadores de mitad de siglo.
Rey Ardid era un Doctor recién jubilado, pero no iba a estar
solo en su
vuelta a los tableros: su talento natural
para el ajedrez reapareció para acompañarle en cada
torneo. A pesar de enfrentarse a un ajedrez que poco
tenía que ver con el que se jugaba antes de la Guerra
(sobre todo en el tratamiento de las aperturas) consiguió rendir a un gran nivel en muchos torneos,
manteniéndose en los puestos delanteros y superando a jugadores
más jóvenes y mejor preparados.
Realmente, Rey Ardid no mantuvo una gran actividad,
participando en pocos torneos al año. Prácticamente se
limitó a jugar torneos abiertos, en los que cualquier
jugador podía participar, mostrando predilección por
el Open de Calella, al que acudió en todas sus
ediciones. También jugó varias ediciones del campeonato de España por
equipos enrolado en el equipo Fuenclara.
Todas las crónicas hablan de la gran energía con la
que jugaba en cada torneo, peleando todas sus partidas
sin miedo a que le fallaran las fuerzas... y en alguna
ocasión le fallaron. Su amor por el ajedrez era un combustible que le daba
una energía fuera de lo común: en aquella época,
durante los torneos, era capaz de jugar partidas
rápidas hasta altas horas de la madrugada sin
inmutarse, sin perder la compostura, viendo como otros
jugadores más jóvenes se retiraban a sus habitaciones
a descansar totalmente agotados... y al día siguiente
tenía que jugar una nueva ronda.
Rey
Ardid en uno de los Open de los 70
En 1977 logró un resultado excepcional, dadas las
circunstancias, al finalizar en 8ª posición en el Open
de Maspalomas a sólo medio punto del ganador final y
sin haber perdido una sola partida durante todo el
torneo. Ese mismo año volvería a brillar logrando el
10º puesto en Benidorm. Tampoco se puede dejar de
mencionar su actuación en el Open de Berga 1976, donde
finalizó con 7 puntos en 10 partidas, ocupando la 12º posición de más
de 100 participantes. Estos resultados, aunque no
parecen muy llamativos, son muy meritorios. En los
torneos abiertos la lucha era feroz, allí estaban los
maestros nacionales más destacados y una legión de
maestros extranjeros que venían a España atraídos por
el creciente número de torneos que se organizaban... y
realmente no había premios para todos ellos, por lo que
la lucha era encarnizada en cada partida. Además, Rey
Ardid tenía 75 años... sobran las palabras.
Con más tiempo libre, pudo escribir con más asiduidad.
De esta forma pudo finalizar su interesante estudio sobre los
finales, que consta de 5 tomos, y empezó a colaborar en
diversas revistas, como Ajedrez canario. Meses antes de fallecer, había comenzado a colaborar
con la prestigiosa revista Jaque.
En 1984 le fue concedida la medalla de plata al mérito
deportivo, otorgada por el Consejo Superior de Deportes.
Con anterioridad también se le había concedido la
medalla de oro de la FIDE.
Rey Ardid estuvo jugando al ajedrez hasta sus últimos
días, siempre dando muestras de una energía
impropia de su edad. El ajedrez le acompañó durante
toda su vida y al ajedrez consagró gran parte de su
tiempo... y por todo lo que le dio, tal vez el ajedrez
le deba un reconocimiento mayor del que hasta el momento
le ha dado. Al menos, desde esta humilde web, le rindo
este homenaje más que merecido, siempre aderezado por
sus partidas más brillantes:
Rey
Ardid - Durao, Benidorm 1977
Rey
Ardid - Flear, Andorra 1985 |
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