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Los jugadores errantes

Caballero entre la niebla, en lo alto de una montaña

( Autor : Javier Cordero Fernández - © Ajedrez de ataque )

          Los ajedrecistas de los siglos XVI y XVII poco o nada tenían que ver con los actuales. El ajedrez era un lujo encerrado entre las paredes de palacios y monasterios, por lo que sólo las clases altas tenían acceso a él. Los mejores jugadores eran llevados ante los nobles para que exhibiesen su talento a cambio de importantes sumas de dinero. De este modo, se convertían en trotamundos, aventureros sin patria que acudían allí donde solicitasen sus servicios.

           De entre los ajedrecistas de esa época destacaron los jugadores italianos, no sólo por sus victorias, sino por imponer una nueva forma de jugar. Con ellos llegó el ajedrez de ataque, las combinaciones y las posiciones complicadas. Sabiendo que una partida de ajedrez finaliza con un jaque mate, esta saga de jugadores decidió que la forma más contundente de lograrlo era atacar sin respiro, sin importar las piezas que hubiese que sacrificar en el camino. El juego de la época romántica se basó en la forma de jugar de estos pioneros: posiciones abiertas, rápido desarrollo de las piezas y contundentes ataques contra la defensa rival.

           Eran tiempos difíciles para el ajedrez, sólo era practicado por una minoría elitista, por lo que su difusión era muy baja. Lo que si puede resultar sorprendente es su proliferación entre el clero, se conocen varios casos de Papas que fueron entusiastas aficionados al ajedrez, como Urbano VIII e Inocencio X. León X, por su parte, no sólo era aficionado, sino que fue un gran jugador que además se preocupó de difundir el juego por toda Europa encargando la impresión de libros y manuscritos.

          En aquellos tiempos no existían los torneos de ajedrez. Los jugadores más prestigiosos exhibían su juego en las cortes ante la realeza y algunos eran protegidos por el clero. Este tipo de vida les impedía tener una residencia fija, ya que se veían obligados a cambiar de ciudad cada cierto tiempo. Eran, por tanto, ajedrecistas aventureros, siempre viajando y conociendo nuevos países, en definitiva, jugadores con una vida errante y emocionante. Para conocer como era la ajetreada vida de estos pioneros, conozcamos a 4 de ellos, todos ellos fueron considerados los más fuertes del mundo en sus respectivas épocas:

Javier Cordero Fernández

(4 Octubre 2006)

 

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