Paolo Boi nació en el año 1528, en Siracusa (Italia).
Falleció en el año 1598, en Nápoles (Italia).
Compartió
época y andanzas con Leonardo da Cutri, con el que
mantuvo una gran amistad. Paolo Boi fue apodado "il
Siracusano" por su procedencia, era muy alto y
espigado, lo que contrastaba con la corta estatura de su
'compañero de aventuras'. Las diferencias entre Boi y
Leonardo se prolongaban hasta el tablero, ya que Boi
jugaba a gran velocidad y de forma agresiva, todo lo
contrario que da Cutri.
En sus inicios Paolo Boi fue protegido por las
autoridades eclesiásticas, incluso por el Papa Pío V,
ferviente seguidor de su juego. Incluso trataron de
convencerle para que se uniese a la Iglesia a cambio de
una serie de privilegios, aunque Boi, intrépido
aventurero, prefirió la vida de caballero errante al
recogimiento monacal.
Recordemos que Leonardo fue derrotado por Ruy López en
Roma y tras este fracaso decidió acudir a Nápoles para
medirse a Paolo Boi, que por aquel entonces había
alcanzado una gran fama. Jugaron una gran cantidad de
partidas durante varios meses y cimentaron su amistad,
además de mejorar mutuamente gracias a estos duelos.
Hay que decir que Boi nunca fue capaz de derrotar a
Leonardo, por lo que no fue considerado el mejor jugador
del mundo hasta el fallecimiento de éste.
Entre
los años 1566 y 1572 realizó una gira por Italia,
donde dio muestras de su gran nivel. Estos viajes le
reportaron fama y dinero, ya que era una época donde un
buen ajedrecista podía enriquecerse con facilidad. Boi
era capaz de dar simultáneas a la ciega contra tres
rivales, lo que entusiasmaba a los nobles que acudían a
verle jugar.
En 1572 se trasladó a la corte de España, donde volvió
a coincidir con su bestia negra, Leonardo. Al igual que
su compatriota, Boi consiguió derrotar a Ruy López y a
Alfonso Cerón, con lo que el dominio de los italianos
quedaba más que demostrado. Tras estas dos victorias,
el Rey le concedió una renta anual de 500 coronas y
envió una carta de recomendación a Juan de Austria,
que le acogió en 1575. La fama de estos jugadores se
estaba extendiendo como un reguero de pólvora por toda
Europa.
Se cuenta que en el viaje de regreso de Madrid, Boi fue
hecho preso por unos piratas berberiscos. Como no podía
ser de otra manera, y al igual que hizo Leonardo, ganó
su libertad jugando una partida de ajedrez contra el
capitán de los piratas, lo que además le reportó una
gran suma de dinero. Otra versión nos cuenta que esta
historia ocurrió en su segundo viaje a Madrid y que los
piratas eran argelinos. Estas dos versiones de los
mismos hechos y la similitud con lo ocurrido a Leonardo,
nos hace creer que estos encuentros forman parte de la
leyenda para engrandecer las figuras de estos dos
jugadores, aunque nunca se sabe...
Boi viajó con Leonardo hasta la corte del rey Sebastián
de Portugal, allí ambos vencieron al jugador portugués
de más fama y fueron recompensados por ello. De
Portugal se desplazó al centro de Europa para seguir
midiéndose a los mejores jugadores de la región,
siguiendo con su racha de triunfos.
Paolo Boi decidió regresar años más tarde a España,
donde logró derrotar a los jugadores más fuertes de la
corte real, por lo que volvió a recibir 500 escudos
como premio. Gracias a estas hazañas, Boi fue
considerado el mejor ajedrecista del planeta. Las
andanzas de Boi le devolvieron a su tierra, ya que sus
servicios fueron reclamados en el palacio del Duque de
Urbino, que le concedió una renta anual de 300 coronas.
Finalmente
regresó a Nápoles para pasar allí los últimos años
de su vida. Pero no por ello abandonó el ajedrez, en
1598 jugó contra el nuevo talento italiano: Alessandro
Salvio. El empuje de la juventud fue demasiado fuerte
para el cansado jugador errante, que perdió el
encuentro con claridad. Tres días después falleció
envenenado, no está claro si se suicidó al no poder
superar su derrota en el tablero o si fue asesinado.
Se
estima que a lo largo de su vida ganó más de 30.000
escudos de oro gracias al ajedrez. Pero la razón por la
que es más conocido, es por una leyenda que se le
atribuye:
Un
poco de leyenda: su partida contra el diablo
La historia de Boi mezcla datos reales con datos
ficticios, dentro de su leyenda ocupa un lugar
preferente una partida que disputó contra el mismísimo
diablo, el cual se disfrazó de mujer para que Boi
aceptase jugar una partida de ajedrez con él. El diablo
quería, de esta forma, derrotar al que era considerado
mejor jugador del planeta.
Boi, por su parte, pensó que el triunfo sería sencillo
de conseguir y muy rentable por la fuerte suma de dinero
que había en juego. Pero según iba transcurriendo la
partida se fue sintiendo incómodo, la ventaja era para
su rival y pronto se vio en posición desesperada. Fue
entonces cuando Boi sospechó de la dama y descubrió su
engaño, dándose cuenta de que se estaba enfrentando al
diablo, temiendo por su alma si perdía la partida.
Sabiendo que la partida estaba perdida, Boi fue tejiendo
una telaraña que llevaba la posición hacía el mate de
su rival... mate que daría una desagradable al
patriarca del averno. Veamos como transcurrió el final
de la partida:
Diablo
- Paolo Boi
Ver
diagrama en texto para lectores de pantalla
La partida
está perdida para las negras, pero... 1.Txg7+ Rf6
2.Dxc6+ Txc6 3.Txc6+ Dd6 4.Txd6+ cxd6 5.Cc7 d5 6.Cxd5+
Re6
En este
momento el diablo comprendió la trampa, si daba el mate
obvio 7.Te7++
en el tablero se formaría la cruz, emblema de su eterno
enemigo, por lo que decidió poner pies en polvorosa y
abandonar la partida. El siguiente diagrama muestra lo
que trató de evitar el diablo:
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