Gösta
Stoltz, estocadas de hielo

( Autor: ©
Javier Cordero Fernández )
Gösta Stoltz fue un ídolo para los aficionados suecos al
ajedrez y lo
fue por dos motivos: por su brillante estilo de juego y por
formar parte del famoso trío conocido como Los tres
mosqueteros, el cual integró junto a Erik Lundin y
Gideon Stahlberg maravillando al mundo por sus resultados
en las Olimpiadas de los años 30. Sin embargo, el talento
que Stoltz mostró durante sus primeros años, cuyos ecos se
propagaron con rapidez por el ajedrez europeo, se fue
diluyendo poco a poco a la par que su portador era incapaz de soportar el propio peso
de la vida, por lo que su carrera se vio
sumida
en un declive imparable que acabó enterrando su nombre en
las profundidades de la historia del ajedrez moderno
Gosta Stoltz nació el 9 de Mayo de 1904, en Estocolmo
(Suecia). Falleció el 25 de Julio de 1963 en su ciudad
natal.
A
pesar de aprender el movimiento de las piezas durante la niñez,
la irrupción de Stoltz en el ajedrez de competición se
hizo esperar hasta 1922 durante el Campeonato de
Estocolmo, curiosa competición que contó con 160
participantes que fueron cayendo eliminados ronda tras
ronda hasta que sólo quedó uno: S. Wesling. Stoltz aguantó
el tipo a lo largo de varias eliminatorias, finalizando en
un digno 9º lugar.

Gosta
Stoltz, jugador que conduce las negras, durante el
Campeonato de Suecia 1929
En 1923
aún se encontraba encuadrado en 2ª categoría, todavía lejos
de enfrentarse a los grandes dominadores del ajedrez sueco
que por aquel entonces eran Allan Nilsson y Anton Olson, aunque
duraría poco en ella ya que sus resultados le propulsaron
a la categoría absoluta (máxima posible) en sólo un par
de años.
Ese mismo año logró su primer triunfo de relevancia
al imponerse en el Campeonato de rápidas de Estocolmo (jugado a 15
minutos por jugador) ante más de 100 jugadores, lo que
representó toda una sorpresa. Al año siguiente ya jugaba
en 1ª categoría, aunque su contundente triunfo en el
Campeonato de Estocolmo 'B' demostró que su categoría
real debía ser la absoluta. Su
fulgurante éxito le llevó a
ser subcampeón de Suecia en 1927, excelente resultado
logrado al vencer en el Congreso de la Federación Sueca (empatado con Stahlberg): Congreso
Fed. sueca 1927. Este torneo, que en ocasiones se confunde con el
Campeonato de Suecia, daba la opción de disputar el
título máximo con el vigente campeón, aunque no todos
los años se daba esta situación (por ejemplo, entre 1931
y 1938 Gideon Stahlberg no puso su título en juego); a
partir de 1939 se jugó un Campeonato de Suecia en cada
temporada. Con una bolsa en juego de 300 Kr, Stoltz se
enfrentó a Allan Nilsson por el máximo título en un
match a 5 partidas. Nilsson retuvo el título al finalizar
el encuentro en empate, aunque hay que decir que Stoltz nunca
se llegó a poner por delante y encaró la última
partida sin opciones de ser campeón

Gösta
Stoltz y Emil Dahlqvist, pupilo y maestro
De
repente, todos los focos apuntaban hacia sus piezas, sus
resultados eran sobresalientes y su forma de jugar, muy
llamativa. Desde un primer momento Stoltz se había
posicionado dentro del gremio de «dinamiteros del tablero»,
mostrando un estilo agresivo e inconformista que amenazaba
con hacer saltar por los aires cualquier defensa que
encontrase a su paso. En su repertorio de aperturas
abundaban los gambitos, con partidas en las que buscaba
complicar la posición desde las primeras jugadas usando líneas muy agudas. Sin
embargo, en esa época se puede apreciar una evidente
falta de preparación teórica que lastraba enormemente su
juego durante la apertura, sobre todo al jugar con piezas
negras, por lo que Stoltz decidió ponerse bajo las órdenes
del jugador Emil Dahlqvist, que se enfrentó a la ardua
tarea de encauzar el talento de su joven pupilo. Ese
trabajo dio su fruto en los años siguientes, Stoltz
comenzó a jugar de manera más ordenada hasta el medio
juego, esperando pacientemente a que llegase el momento
adecuado para pasar al ataque, paso que solía dar con
jugadas incisivas que escondían una gran violencia,
desatando una tormenta que generalmente dejaba el tablero
lleno de restos humeantes:
Pero que el lector no piense que esta va a ser una
historia de color rosa, con gloria y honores para el
protagonista... casi nunca lo son. El
camino por el que debió transitar Gösta Stoltz no fue
precisamente cómodo. Durante esos primeros años, y
durante la mayor parte de su vida, no pudo dedicarse al
ajedrez de forma exclusiva, teniendo que compaginarlo con
diferentes oficios, como el de mecánico de taller, al que
tuvo que recurrir en distintas ocasiones. Evidentemente,
no todos los maestros de la época competían en igualdad
de condiciones. Existían muy pocos ajedrecistas
profesionales, por lo que la mayoría tenía que buscarse
el sustento con los más variopintos trabajos, siempre
tratando de encontrar una ocupación que les permitiese
poder acudir a los torneos (por ejemplo, el alemán Helmut
Pfleger, médico de profesión, renunció a tener consulta
propia, limitándose a contratos temporales que le permitían
viajar cuando lo desease). Solo los soviéticos se podían
permitir el lujo de vivir del ajedrez, ya que era el
propio Estado quien los mantenía, evitando así que
ninguna preocupación perturbase su preparación.
El
salto al ajedrez internacional

Gösta
Stoltz (dcha) vs Ored Karlin. Observa Folke Rogard
Stoltz era enormemente valorado dentro del ajedrez sueco,
donde se le consideraba una gran promesa con proyección
internacional, incluso por delante de los destacados Erik
Lundin y Gideon Stahlberg. En 1927 fue convocado por
Suecia para participar en sus primeras Olimpiadas, a las
que el equipo nacional acudió sin unas pretensiones
demasiado altas, de hecho no creo que pudiesen ni empezar
a sospechar lo
que este equipo iba a conseguir en esta prestigiosa
competición sólo unos años después. Stoltz viajó a Londres
junto a los jugadores suecos más relevantes de los años
20: Allan Nilsson, Gustaf Nyholm y Ernst Jacobson. Stoltz
jugó en el tablero 4 y logró la mitad de los puntos en
juego: 7'5/15, mientras la selección sueca finalizaba en
un discreto 11er lugar. Desde entonces Stoltz no faltaría
a ninguna Olimpiada hasta el año 1939, aunque eso es algo
de lo que hablaremos más adelante.
En 1928 recibió una invitación para participar en el
Torneo de Berlín. Esta fue su primera aparición a nivel
internacional, una interesante oportunidad que le permitió
enfrentarse a maestros contrastados como Nimzowitsch,
Tartakower o Bogoljubow. La cita levantó una expectación
inusitada en Suecia, no en vano sus jugadores raras veces
competían en el extranjero, aunque su actuación fue, en
cierto modo, decepcionante: sólo logró 2 victorias en 13
partidas y finalizó en penúltima posición con 4,5
puntos: Berlín
1928.

El ajedrez sueco sufrió un fuerte impulso durante aquella
época. Sus dirigentes pusieron en marcha varias
iniciativas para popularizar este deporte entre los
aficionados y para facilitar el progreso de sus jugadores
más destacados. De este modo, en los siguientes años se
invitó a varios maestros de renombre para dar giras de
simultáneas por todo el país, lo que habitualmente se
aprovechaba para organizar un torneo que enfrentaba al
invitado con los jugadores suecos más pujantes. En 1928
Reti y Bogoljubow fueron los maestros que pasaron una
temporada en Suecia. La estancia de Bogoljubow se aprovechó
al máximo y repercutió de forma muy positiva en Stoltz.
La joven promesa sueca se alojó durante varias semanas en
la vivienda de Bogoljubow, con el que pudo realizar un
entrenamiento intensivo que mejoró notablemente su
preparación teórica. Esta iniciativa fue puesta en
marcha por Ludvig Collijn, antiguo jugador y patriarca del
ajedrez sueco, cuya obsesión era catapultar a los
jugadores de su país hacia la élite internacional. Más
adelante otros importantes maestros dejarían su impronta
en Suecia, como Nimzowitsch, Alekhine, Flohr, Spielmann,
Fine o Reshevsky, que jugaron multitud de partidas
a lo ancho y largo del país:
Bogoljubow dio 28 sesiones de simultáneas, jugando un
total de 946 partidas (+696 =144 -106); por su parte, Reti
visitó 18 ciudades jugando un total de 588 partidas (+434
=102 - 52).
Para cerrar la estancia de Reti en Suecia, se celebró un
pequeño torneo en Estocolmo que contó con el maestro vienés y
con las
tres jóvenes figuras suecas; Stoltz estuvo a buen nivel y
logró finalizar segundo: ver
tabla.

Grupo
de jugadores suecos. Sentados: Stoltz y Sundberg.
De Pie: Lundin, Danielsson, Nilsson y Collett
Con gran determinación, los organizadores suecos también
trataron de
llevar el ajedrez al mayor número de aficionados posible. Por eso,
comenzaron a organizar actos relacionados con el juego,
como el ajedrez viviente que se organizó en Västeras
durante el Congreso de la Federación sueca de 1929.
Stoltz fue 2º en el torneo, superado inesperadamente por
Einar Pettersson, y también participó en el ajedrez
viviente formando equipo con Ludvig Collijn y Erik Lundin,
enfrentándose a H. R. Schoultz, E. Blomberg y G. Dahl. La
partida finalizó en tablas y los jugadores se disfrazaron
de piezas de ajedrez para la ocasión, disfrutando del
ajedrez en una lluviosa tarde de verano ante cientos de
espectadores que no se quisieron perder el espectáculo.
1930 fue el año de su consagración internacional con
varias participaciones en torneos de relevancia: Swinemünde, Zoppot y Estocolmo. Como le ocurre a la
mayoría de jugadores tácticos, Stoltz fue un jugador
tremendamente irregular, sobre todo en aquella época
donde su ajedrez era algo alocado. En Zoppot estuvo
horrible, siendo último con 1'5 puntos en 6 partidas.
Aunque supo reconducir la situación en Estocolmo,
logrando un segundo puesto, superando a Bogoljubow,
Spielmann o Rellstab, que le puso en la primera
plana mundial del ajedrez: ver
tabla. Tras
la contienda, Spielmann
se deshizo en halagos hacia Stoltz, en el que pudo
apreciar cualidades distintas a las del resto de jugadores
jóvenes: «No comete errores técnicos y su secreto
reside en su tranquilidad a la hora de jugar posiciones
complicadas, mostrando una gran sangre fría donde otros
maestros se derrumban».

Maestros
suecos 1931: 1ª fila (desde izda): Stolz, Lundin,
Sjöberg, Berndtsson y Sthalberg
2ª
fila (desde izda): Bernflyckt, Kinmark, Forhaug y Ström
Cada torneo internacional organizado
en Suecia representaba una oportunidad ideal para aprovechar la visita de
maestros extranjeros, por lo que además del torneo de
Estocolmo se
organizaron cuatro encuentros individuales entre los jugadores
suecos y los participantes del torneo. Spielmann derrotó
con claridad a Stahlberg, por 4'5-1'5, y Lundin, por 5-1;
aunque el momento deslumbrante llegaría en los
encuentros disputados por Stoltz: logró derrotar a Spielmann
(3'5-2'5) y a Kashdan (3'5-2'5), lo cual demostraba que el
joven maestro sueco estaba más que preparado para participar en los
torneos más importantes de Europa. Este tipo de
encuentros eran ideales para perfeccionar el juego de los
ajedrecistas suecos y para probar su preparación y escoger el
camino correcto en la misma. Spielmann pasó un mes en
Suecia dando simultáneas y conferencias. Los frutos que
se recogieron fueron jugosos e inmediatos: el ajedrez
nórdico había sido dominado por Dinamarca desde hacía
décadas, aunque esta tendencia cambió de forma
radical durante esos años, lo que quedó demostrado en el campeonato de 1930 con una superioridad aplastante
de la selección sueca (Stoltz contribuyó decisivamente a
esta victoria con 3 victorias en las 3 partidas que
disputó): Campeonato
Nórdico por equipos 1930.
En Suecia habían encontrado el camino perfecto para que
sus jugadores progresasen y decidieron seguirlo en los
años siguientes. En enero de 1931 se organizó un nuevo
torneo internacional en Göteborg que contó con el
prometedor maestro checo Salomon Flohr y el alemán Fritz
Sämisch. Stoltz había decidido no desperdiciar ninguna
oportunidad que se presentase en su camino y logró vencer
en el torneo, compartiendo el primer puesto con Flohr y
Lundin: ver
tabla. Pero una vez más, Stoltz tenía
reservada una brillante sorpresa: al ser considerado el jugador
sueco más destacado y con un futuro más prometedor, se
decidió organizar un match que le enfrentaría a Flohr. Contra
pronóstico, Stoltz logró uno de los triunfos más
importantes de su carrera (el rival era de una entidad
enorme, de hecho unos meses después volvieron a
enfrentarse en otro match en Praga y Flohr ganó con
comodidad por 5'5-2'5):
 |
Stoltz
- Flohr
Enero
de 1931
Göteborg |

|
|
1
|
2 |
3 |
4 |
5
|
6
|
7
|
8
|
Puntos
|
Gösta Stoltz |
1 |
½ |
1 |
0 |
1 |
½ |
0 |
½
|
4.5
|
Salomon Flohr |
0 |
½ |
0 |
1 |
0 |
½ |
1 |
½
|
3.5
|
Tras vencer con claridad en un nuevo encuentro que le
enfrentó al danés Erik Andersen (4'5-1'5), Stoltz
volvió a encarar un reto que se le resistía año
tras año: lograr el título de campeón sueco. En esta
ocasión se jugó la corona con el vigente campeón,
Gideon Stahlberg, y de nuevo Stoltz se quedó con la miel
en los labios al volver a empatar en el match
final (3-3), lo que permitía a Stahlberg retener su
título. Sin embargo, Stoltz se encontraba en un gran
momento, tal y como demostró unos meses después en Bled,
un torneo de verdadera élite que contó con Alekhine,
Bogoljubow, Nimzowitsch, Spielmann y una larga lista de
jugadores contrastados. En Bled, tras una agotadora lucha
que se prolongó durante más de un mes, Stoltz logró
finalizar en cuarto lugar en la que tal vez es la mejor
actuación de su carrera. El cuarto puesto que logró en
Bled fue un rotundo éxito, aunque toda noticia palideció
ante el ajedrez desplegado por el ganador final Alexander Alekhine,
que firmó una actuación estratosférica con 20'5 puntos
en 26 partidas, aventajando en 5'5 puntos al segundo
clasificado. Curiosamente, Stoltz no iba a participar en
el torneo, pero el azar y la suerte se aliaron con él...
aunque para conocer el por qué deben seguir leyendo a
través de este enlace: Torneo
de Bled 1931.
Stoltz
estaba firmemente asentado en la cresta de la ola y supo
aprovechar la oportunidad. Recibió varias ofertas para
realizar giras de simultáneas por diferentes ciudades
suecas, lo que le permitió dedicarse profesionalmente al
ajedrez. Entre 1929 y 1932 realizó cinco largas giras en
las que disputó un total de 1391 partidas (+1002 =168
-221, con un porcentaje de 78,07%). Su juego en esta
modalidad era
sorprendente, rápido y preciso, de
hecho en sus sesiones invirtió la mitad de tiempo que las
dadas por Reti o Bogoljubow en 1928. En el siguiente apartado pueden consultar las
distintas giras que emprendió Stoltz a lo largo de su
carrera:
Su
forma de jugar en las sesiones de simultáneas, con esa
rapidez enardecida, no era
casual, Stoltz era un gran jugador en ritmos rápidos, lo
que demostró durante toda su carrera: Cuando
Stoltz daba sus rápidas estocadas.

Alekhine,
Flohr y Stoltz en Bled, año 1931
La
experiencia estaba siendo muy positiva, tanto dentro como
fuera del tablero. Competir en torneos internacionales le
permitió conocer y compartir vivencias con los grandes
del ajedrez, como prueba la siguiente anécdota: tras
Bled, fue invitado, junto a Alekhine y Flohr, a un curioso
torneo en Niza. Todas las rondas fueron jugadas en
consulta formando equipo con un jugador local, pero
cambiando de compañero en cada partida. El campeón del
mundo venció con 6 de 8, seguido de Florh con 3,5 y
Stoltz con 2,5. Después del torneo, el ganador invitó a
Flohr y a Stoltz a realizar una «excursión».
—Relajémonos,
olvidemos el ajedrez por un rato y vayamos al casino de
Montecarlo —les propuso Alekhine.
En
Montecarlo se les unió un viejo conocido, un hombre que
respondía al nombre de ¡Siegbert Tarrasch! Tarrasch no
se encontraba allí por temas ajedrecísticos, sino por
descanso, y pronto intentó convencer a Alekhine de que
tenía un método infalible para vencer en la ruleta. Éste
le escuchó y con rapidez se despidió de él con una
sonrisa:
—El
viejo ni se acerca, ven conmigo, chico, y te mostraré cómo
jugar a la ruleta —comentó después Alekhine a Stoltz.
Era
la primera vez que nuestro protagonista entraba en un
casino y todo lo que vio allí le deslumbró. Alekhine
empezó jugando 20 francos al número 26 y la caprichosa
bolita, empujada por el azar, dio varias vueltas para
terminar cayendo ¡en el 26! Alekhine gritó triunfal.
Stoltz y Flohr, al observar la emoción que parecía
brotar de cada mesa, comenzaron a jugar también. Ese día
el campeón del mundo salió del casino con un buen fajo
de billetes y un humor excelente... Flohr y Stoltz no
pudieron decir lo mismo.
Pero
lo mejor aún estaba por llegar. La gloria esperaba a
Stoltz y a la selección sueca en las Olimpiadas, donde
pudo brillar junto a Erik Lundin y Gideon Stahlberg
logrando situar a Suecia en la primera plana del ajedrez
mundial. Las andanzas de este trío de jugadores,
verdaderos ídolos en su país gracias a sus memorables
actuaciones durante los años treinta, merecen un punto y
aparte en esta historia:
Los
tres mosqueteros del ajedrez

Stoltz
había vivido su puesta de largo en las Olimpiadas en la
edición de 1927, aunque la actuación del equipo sueco
fue más bien discreta. Todo cambiaría con el cambio de
década, el cual supuso la aparición de otros dos
jóvenes maestros suecos de gran talento: Erik Lundin y
Gideon Stahlberg. Junto a Stoltz, se erigirían en los
grandes dominadores del ajedrez de su país y formarían
un trío temible que rindió a un nivel extraordinario en
las Olimpiadas. Stahlberg era el más sobrio y sólido en
su juego, y también el que obtuvo mejores resultados y se
mantuvo durante más años en la élite. Lundin era un
jugador capaz de orientarse en cualquier tipo de
posición, lo que le convertía en el más completo de los
tres, pero también era el menos talentoso del grupo; su
punto débil era su escasa fuerza mental, bajo demasiada
presión sucumbía y era propenso a cometer graves
errores. Stoltz era el jugador más agresivo del trío y
su mejor cualidad era su capacidad para crear profundos
planes de ataque, aunque la irregularidad fue un
compañero de viaje del que fue incapaz de desprenderse.

Gösta
Soltz, Erik Lundin y Gideon Stahlberg
Para
comprender lo que sucedió en aquellos años es necesario
resaltar que Suecia no era, ni había sido, una potencia
mundial del ajedrez. Sin embargo, gracias a una
progresión constante, lograron que varias de esas
reconocidas potencias se tambaleasen ante su empuje: en
Folkestone (1933) causaron auténtica sensación al lograr
la medalla de bronce tras Estados Unidos y Checoslovaquia;
solo dos años después, en Varsovia, lucharon por el oro
hasta el final: tras haber liderado la clasificación
durante la mayor parte del torneo, se tuvieron que
conformar con la medalla de plata tras una gran remontada
de Estados Unidos en las tres últimas rondas; a los
suecos les quedó el insuficiente consuelo de haber
derrotado a la selección campeona, gracias al triunfo
logrado por Stoltz ante Marshall, y la consecución de
varios premios individuales: Stahlberg fue bronce en el
primer tablero, Stoltz también logró el bronce en el
segundo tablero y Danielsson la medalla de plata en el
cuarto tablero.

Olimpiada
1952, equipo sueco
(desde izda): Danielsson, Lundin, Johansson, Stahlberg,
Sköld y Stoltz
De
este modo, instalados en el éxito, encararon su Olimpiada
más importante: la organizada en Estocolmo (1937), su
tierra. La expectación era máxima, los integrantes del
equipo sueco llegaban en plena madurez y la medalla de oro
no era, ni mucho menos, una quimera. Sometidos a una gran
presión, los suecos tuvieron un comienzo de torneo
calamitoso con derrotas ante Argentina y Estados Unidos y
un inesperado empate ante Finlandia… No conseguirían
levantarse. Gran parte de la responsabilidad de este
desastroso inicio recayó en Stoltz, que sumó cinco
derrotas en sus primeras cinco partidas, lo que le sumió
en un estado depresivo. A pesar de enderezar el rumbo
durante las siguientes rondas, Stoltz perdió una
inesperada partida con Napolitano que le hizo colapsar:
tras descansar ante Islandia, no se presentó a su partida
correspondiente al encuentro que les enfrentaba a Escocia
y lo hizo sin avisar a nadie de su equipo, por lo que no
pudo ser sustituido por el jugador reserva. Más tarde
explicó que se sentía incapaz de seguir compitiendo y
que había decidido hacerse a un lado para no entorpecer
más a sus compañeros. Como es lógico, recibió duras
críticas por su decisión y fue responsabilizado por la
discreta 10ª posición conseguida por Suecia.

Ludwig
Engels (blancas) vs Gösta Stoltz, Olimpiada 1936
Lo
acontecido en Estocolmo supuso el fin de las aventuras de
los tres mosqueteros, que ya no volvieron a combatir
juntos. Suecia desapareció de los puestos de honor de las
Olimpiadas después de la II Guerra Mundial, para no
regresar a ellos nunca más... razón por la que este
inolvidable trío es recordado con una mezcla de
admiración y añoranza en su país, sabiendo que los
tiempos de gloria de su ajedrez pertenecen al pasado y
difícilmente podrán volver a repetirse.
Olimpiada
|
Posición
|
Los 3 mosqueteros
|
Hamburgo
1930
|
9ª
|
Stoltz
10/17 , Lundin 12/17, Stahlberg 9,5/17
|
Praga
1931
|
7ª
|
Stoltz
13,5/18 , Lundin 11,5/18, Stahlberg 11,5/18
|
Folkestone
1933
|
3ª
|
Stoltz
8/14 , Lundin 10/14, Stahlberg 7,5/14
|
Varsovia
1935
|
2ª
|
Stoltz
12/19 , Lundin 13,5/19, Stahlberg 11,5/17
|
Estocolmo
1937
|
10ª
|
Stoltz
3,5/12 , Lundin 7,5/16, Stahlberg 9/15
|
No
es sencillo mantenerse en la cresta de la ola
Una
vez presentados los tres mosqueteros, es hora de retomar
la historia de Gösta Stoltz, por lo que damos un salto
hacia atrás y regresamos al principio de los años 30. Tras su exitosa
irrupción en la élite del ajedrez, culminada con su
primer triunfo lejos de Suecia logrado en Swinemünde
(torneo jugado en junio de 1932 ante una selección de
jugadores alemanes), Stoltz entró en una racha de malos
resultados que se alargó demasiado. El número de
invitaciones a torneos bajó de forma drástica y dejó de
ser requerido para dar giras de simultáneas, por lo que
empezó a tener serios problemas económicos. El periodo
de entreguerras estuvo marcado por la precariedad y el
ajedrez sueco no fue una excepción, los emolumentos que
recibía un ajedrecista no eran muy altos y Stoltz vio
como la presión se colaba en sus partidas siempre
escondida detrás de la necesidad de lograr buenos
resultados. Había que sobrevivir, por lo que su estilo de
juego comenzó una clara mutación buscando navegar por
aguas más tranquilas; al tomar menos riesgos, las
pinceladas llenas de colorido fueron apareciendo cada vez
con menor frecuencia en el lienzo de las 64 casillas al
mismo tiempo que las tablas empezaban a proliferar en su
casillero. Curiosamente, este cambio supuso el principio
de su caída.

Dos
grandes tácticos: Gösta Stoltz vs Nicolas Rossolimo
En diciembre de 1932, tras un año complicado, logró una importante victoria
en un torneo temático (con las jugadas obligatorias 1.d4
e5 2.dxe5 Cc6 3.Cf3 De7 4.Dd5) organizado por el club de ajedrez de
Estocolmo que contó con Rudolf Spielmann. Pueden conocer
los detalles de esta curiosa competición, la cual fue sugerida por el
jugador Fritz Englund: Torneo
Jubileo C. A. Estocolmo. Este impulso lo
mantuvo en 1933 con varios segundos puestos (Helsinki,
Congreso de la Federación Sueca y, sobre todo, en Copenhage).
Eso sí, volvió a tropezar con la misma piedra: cedió en
un nuevo match (tercero que jugaba) por el campeonato
sueco, en este caso frente a Stahlberg. Stoltz cerró el
año participando en una fiesta del ajedrez organizada en
el Circo Djurgarden (el 10 de Diciembre): 2.000
aficionados al ajedrez acudieron al Festival, en el que
también estuvieron Lundin y Stahlberg (además de otros
maestros suecos) y en el que se jugaron varias partidas de
exhibición, alguna de ellas a la ciega. En Suecia se
seguía intentando popularizar el ajedrez y los resultados
estaban siendo excelentes: esta tendencia se demostró en
un torneo que enfrentó a una selección de maestros
suecos con una selección de maestros alemanes; años
atrás hubiese sido impensable que Suecia derrotase a
Alemania, pero en 1935, año en que se jugó el torneo,
los suecos barrieron a sus rivales del tablero: Zoppot
1935.
El siguiente maestro de renombre en encaminar sus pasos
hacia Suecia fue Aaron Nimzowitsch, que dio varias
simultáneas, jugó un match con Stoltz (al que derrotó
por 3'5-2'5) y participó en un pequeño torneo frente a
las principales figuras suecas. Estos pequeños torneos
parecen perdidos u ocultos por el paso del tiempo, por lo que creo
necesario rescatar su tabla de clasificación: Torneo
de
Estocolmo 1934. Nimzowitsch confesó que le
impresionaron
las partidas de Stoltz, al que definió como un artista
del tablero que aún podría crecer más... Nimzowitsch
estaba en lo cierto en el primer punto, pero se equivocaba
en el segundo: Stoltz había empezado un temprano declive
que se iría acentuando con el paso de los años.

Eero
Böök vs Gösta Stoltz, Campeonato Nórdico 1947
Las estrellas extranjeras seguían pasando por Suecia dejando
su impronta entre los aficionados. De este modo en
1935 pudieron disfrutar de Alexander Alekhine, que
participó en un torneo en Örebro en el que no faltó
ninguno de los mejores jugadores suecos y donde Stoltz
estuvo discreto viéndose de nuevo superado por Lundin y
Stahlberg: Ver
tabla. A principios de 1937 fue el
estadounidense Reuben Fine el que llegó al frío norte
europeo, siempre con la misma fórmula que incluía realizar giras de
simultáneas y jugar un torneo para que los jugadores
locales pudiesen seguir progresando, torneo en el que Fine
no dio opción a sus rivales y donde Stoltz mostró de
forma definitiva su cambio de estilo, muy conservador,
logrando un alto número de tablas que decepcionaron a
público y periodistas: Ver
tabla. Entre estos resultados discretos,
Stoltz consiguió tener alguna buena actuación, como Helsinki 1936,
torneo en el que venció el talentoso letón Vladimirs
Petrovs, aunque a Stoltz se le escapó la victoria
inesperadamente al perder con el último clasificado (de
hecho Gösta fue el único capaz de vencer a Petrovs): Ver
tabla. En el verano de 1937 otro célebre
jugador pasó un tiempo en Suecia (Göteborg y Estocolmo):
el otrora niño prodigio Samuel Reshevsky. Se sabe que
Reshevsky jugó un pequeño torneo en Göteborg (del que
no se conocen datos) y dio alguna sesión de simultáneas,
entre la que cabe destacar una impartida en Göteborg que
fue considerada la más exitosa jugada en esta ciudad
hasta esos días (Reshevsky
se enfrentó a 29 rivales logrando 26 triunfos y 3
tablas).
En 1938 Stoltz logró un prestigioso triunfo que daba un
gran reconocimiento en Suecia, aunque no tenía
repercusión internacional: el torneo Collijn. Ludvig
Collijn, además de ser uno los jugadores más destacados
de Suecia, fue el gran impulsor del ajedrez sueco en los
complicados años 20, tiempos de estancamiento en el
ajedrez del país que fueron quedando atrás gracias a las
iniciativas puestas en marcha por él mismo. Por este motivo
se organizó un torneo para rendirle homenaje en 1938, el
cual tendría continuidad al disputarse con carácter anual tras el fallecimiento del homenajeado sólo un año
después, pasando a llamarse Copa Collijn. Como premio se
entregaba un trofeo de gran valor que tras la creación
de la Copa Collijn se podría obtener en propiedad si se
ganaban dos ediciones. El primer jugador en lograr el
trofeo en propiedad fue Stoltz, ya que venció en las
ediciones de 1940 y 1943: Torneo
Collijn 1938.
De
la brillantez a la decadencia hay sólo un paso

De
pie: Ekenberg, Lindqvist, Nilsson, Bergqvist, Sköld y
Ekström. Sentados: Lindberg,
Kinmark, Lundholm y Stoltz
Los
sucesos acontecidos en la Olimpiada de Estocolmo, ya
conocidos en párrafos anteriores, tuvieron
serias repercusiones para Stolz, que fue sancionado por la
Federación Sueca durante un año. El club de ajedrez
Wasa, al que pertenecía Stoltz, realizó una protesta
formal oponiéndose enérgicamente a esa decisión, retirándose del Campeonato de Suecia por equipos…
motivo por el cual también fue sancionado por un año,
sanción que se extendió a todos sus integrantes, que no
pudieron participar en torneos oficiales a lo largo de ese
tiempo. Esta
situación representó un duro golpe para Stoltz, que estuvo un
año casi inactivo, pero jugó con gran fuerza en las
competiciones (no oficiales) en las que participó, como
su triunfo en la Copa Collijn o
su 2º puesto en un torneo relámpago organizado por su
club en el que se contó con un invitado de honor de
verdadera importancia: el joven Paul
Keres, que logró 10 puntos en 11 partidas, aventajando en
2'5 puntos a Stoltz.
El
prometedor y talentoso joven que tan buenos augurios generó,
se estaba diluyendo ante las dificultades que aparecían en
su camino. Stoltz se vio claramente superado por Stahlberg
y más adelante también sería desplazado por Erik Lundin
y otros jóvenes jugadores suecos. El ajedrez es
un deporte que no tiene memoria, que vive del presente,
por lo que Stoltz empezó a recibir menos invitaciones de
torneos. Y los problemas no suelen venir solos, en los últimos años Stoltz estaba
realizando un interminable servició militar que, debido a
las constantes prórrogas que solicitaba para poder
participar en torneos (alguna pedida incluso al principio
del servicio, que se remontaba varios años atrás), parecía no
tener fin. De este modo en 1937, con 33 años, aún le
quedaban 46 días de servicio por cumplir. Ese año las
autoridades, cansadas de la situación, decidieron
denegarle una nueva prórroga... lo que le levantó una
gran polémica, la cual hizo que la situación se
recondujese y le terminaran concediendo una última
prórroga de 15 días de duración. Nada parecía cuadrar
en su vida y la gran promesa del ajedrez sueco corría el
riesgo de perderse en la intrincada senda que estaba
apareciendo ante él... y así fue realmente.

Gösta
Stoltz vs Ludek Pachman, Marienbad 1951
Los medios suecos se hicieron eco del
bajón de juego de Stoltz, viendo consternados como una de
las grandes figuras del mundo del ajedrez (a nivel
mundial) se había ido apagando hasta casi desaparecer.
Stoltz no recibía invitaciones del extranjero y su
situación económica había empeorado enormemente ya que
tampoco era contratado para visitar ninguna ciudad y
mostrar su juego. El efecto acción-reacción entró en
juego, la crisis económica de los años 30 pasó factura
y Stoltz tuvo que regresar al taller de automóviles para
poder subsistir, lo que le obligó a descuidar su
preparación, lo que a su vez afectó a su rendimiento en
el tablero, aspecto que le hizo cambiar hacia un estilo
más conservador que realmente no cuajó. Sin
embargo, los rescoldos de su creatividad aún
permanecieron encendidos, tibios, hasta el fin de sus
días, lo que en los siguiente años le permitió jugar
alguna partida que recordaba a los fogonazos mostrados
durante su juventud:
La
vida se había convertido en un pesado fardo sobre su espalda y el maestro
sueco buscó un peligroso refugio en el alcohol, tal y
como está documentado por el testimonio de varios de sus
compañeros de tablero, como Najdorf o Stahlberg. Desde
ese momento no fue el mismo, el abuso del alcohol convirtió
su carrera en una sucesión de luces y sombras, alternando
periodos de lucidez en los que conseguía rendir al más
alto nivel, con otros más oscuros en los que su juego no
estaba a la altura de las circunstancias, una lacra que
comenzó a consumirle y que afectó
de forma terrible a su vida. De hecho, su
salud no era la mejor desde hacía tiempo: en 1932 tuvo
que ser hospitalizado por una grave intoxicación por
nicotina, lo que le impidió competir con normalidad
durante ese año.

Aunque
las cosas siempre pueden ir a peor: como un eco lejano, en
el horizonte se empezó a vislumbrar un conflicto bélico
que no tardó demasiado en llegar: la II Guerra Mundial.
Suecia se mantuvo neutral a lo largo de toda la contienda,
pero sufrió el rigor de la guerra desde su inicio,
comenzando una recesión que dificultó la vida de sus
ciudadanos. El ajedrez sueco, como es bien
conocido, también se mostró neutral ante la guerra (de
hecho envió a sus jugadores a torneos disputados en
territorio nazi), aunque se intentó utilizar el ajedrez
para dulcificar la complicada vida de la población. De
este modo, se inició un movimiento, impulsado desde los
clubes, para popularizar el ajedrez; para ello se
adquirieron multitud de juegos de ajedrez, se organizaron
competiciones a todos los niveles, se ofrecieron clases
económicas y, sobre todo, se dio gran importancia a
enseñar el ajedrez desde cero.
Curiosamente, la Guerra trajo consigo a Rudolf Spielmann, que se
refugió en Suecia huyendo de la persecución de los
nazis. Sus recuerdos del país eran excelentes y su
condición neutral le empujó a encaminar sus pasos hacia
tierras suecas... tierras donde vería el final de sus
días, ya que falleció en 1942 sin volver a abandonar
nunca sus fronteras. En el siguiente enlace pueden
conocer en detalle la vida de Spielmann durante sus
últimos años en Suecia: Buscando
refugio en Suecia. El ocaso de una vida.

Gösta
Stoltz
Como país neutral, la guerra se vivió de forma
totalmente distinta en el ajedrez sueco, que pudo seguir
marcando su propio paso,
aunque no al mismo ritmo. De este modo, se siguieron organizando
campeonatos nacionales y locales, así como algún
torneo, como el organizado por el Club Wasa en Estocolmo
en 1943, un evento que levantó un gran revuelo en el
país siendo seguido por prensa y radio y contando con un
récord de asistencia en la sala de juego: 1.200 espectadores. En principio se
intentó contar con Paul Keres, pero el estoniano no pudo
viajar por lo que el torneo terminó siendo de carácter nacional: Torneo
de Estocolmo 1943. Al evento asistió el
presidente de la Federación de ajedrez de Finlandia, que
comentó que el ajedrez se estaba volviendo muy popular
entre los heridos e inválidos de la Guerra, aliviando los
padecimientos de muchas personas. Qué
distintas eran las cosas en este país: sus dos mejores
ajedrecistas, Osmo Kaila y Eero Einar Böök, se encontraban
combatiendo en el frente, por fortuna ambos lograron
sobrevivir.
Stoltz, al igual que la mayoría de ajedrecistas, entró
en una casi total inactividad. Sin embargo, el destino
quiso darle una nueva oportunidad: en Alemania se quería
reactivar el ajedrez y para ello se puso en marcha un gran
torneo en Múnich durante el final del verano de 1941;
Suecia, como país neutral, recibió dos invitaciones que
fueron a parar a Lundin y Stoltz. Realmente en esta ocasión
tuvo fortuna, Stahlberg se había refugiado en Argentina
para huir de la guerra, tal vez si hubiese residido en
Suecia habría recibido una de las dos codiciadas
invitaciones. El torneo cobró gran importancia por la
presencia del campeón del mundo, Alexander Alekhine,
aunque el lógico boicot de los países aliados mermó la
participación. Stoltz acudió a Alemania con un ánimo
distinto, en sus últimas apariciones había desplegado un
juego falto de energía, casi indolente, pero tal vez
percibió que se enfrentaba a su última oportunidad y se
mostró ambicioso desde el principio, encadenando un
victoria tras otra que se transformaron en un holgado
triunfo en el que aventajó en 1,5 puntos a sus más
inmediatos perseguidores: Alekhine y Lundin. Bogoljubow,
otrora improvisado maestro de Stoltz, finalizó en cuarto
lugar a 2,5 puntos del ganador: Munich
1941.

Stoltz
vs Alekhine, Muhich 1941. La partida finalizó en tablas
El triunfo en Múnich fue su logro más vistoso, aunque no
su actuación más brillante: ni la participación fue muy
destacada ni la época es demasiado representativa,
durante la guerra los ajedrecistas descuidaron su
preparación preocupados por sobrevivir, el propio Stoltz
reconoció que no acudió a Múnich adecuadamente
preparado. En esas condiciones, retomó su estilo más
arriesgado y logró triunfar en unas circunstancias
difíciles. En Suecia se vivió esta victoria de manera
totalmente desproporcionada; tras convertirse en un
personaje denostado y olvidado, Stoltz pasó a ser un
auténtico héroe nacional, circunstancia que se había reforzado por su brillante
triunfo en el torneo nacional de Estocolmo: ver
tabla.
En los medios del país se empezó a especular con un
posible asalto a la corona mundial de Alekhine… esto no
era más que un sueño precipitado y desmedido, Stoltz
estaba en clara decadencia y sus flojas actuaciones en
Salzburgo (donde finalizó último con solo 3 puntos en 10
partidas) y Múnich así lo confirmaron. Realmente peleó
con toda su energía para aprovechar esta segunda
oportunidad, jugó de forma incisiva, como en sus inicios,
tomó riesgos y logró muchas posiciones prometedoras que
no consiguió rematar. Simplemente la persona que había
detrás del ajedrecista ya no era la misma, su fuerza se
había debilitado y esto repercutió en sus partidas. La
prensa, que un año atrás le ensalzaba, le criticó con
dureza tras su rendimiento en Múnich y su pobre resultado
en el Campeonato de Estocolmo, en el que fue superado por
varios jugadores de segundo nivel.
En 1946, haciendo acopio de
todas sus fuerzas, intentó un último asalto a los
torneos europeos ya que parecía que su actuación en
Munich todavía no había sido olvidada y recibió varias
invitaciones interesantes. Y en esta ocasión Stoltz
estuvo a la altura de las circunstancias teniendo
actuaciones realmente meritorias como sus segundos puestos
en Wijk aan Zee o el Memorial
Treybal, demostrando que su
talento todavía conseguía aflorar del lugar donde se
encontraba en estado de letargo. Sin embargo, también
tuvo auténticos borrones en su historial impropios de un
jugador de su talla, como el último puesto que ocupó en
los campeonatos de Suecia de 1944 y 1946.
Resulta interesante detenerse en otro acto ajedrecístico
puesto en marcha en Suecia en 1946: un mastodóntico
encuentro a 250 tableros organizado por la Asociación de
ajedrez de Estocolmo y el diario Stockholms Tidningen. Con
la sala de juego ubicada en un lugar preferencial, el
Salón Azul del Ayuntamiento, no fue sencillo poner en
marcha el encuentro, ya que hubo que solicitar relojes de
ajedrez a distintas localidades, ya que no se contaba con
250 en Estocolmo. Ni más ni menos que 8.000 piezas se
pusieron en juego, realizando 12.001 movimientos durante
un total de 2.500 horas y media de tiempo de reflexión
total. Se situó un enorme termómetro con una columna
roja (Norte) y una azul (Sur) que iba variando según se
sumasen los puntos, de este modo todos los asistentes
podían tener claro el resultado en tiempo real. El
evento, presidido por Folke Rogard (presidente de la
Asociación de ajedrez de Estocolmo) y el redactor jefe
Brilioth, fue un rotundo éxito, siendo el resultado
final: Norte 128'5 - Sur 121'5. Como datos curiosos: el
participante más veterano fue W. Wallin con 70 años (que
derrotó a su rival 50 años más joven), el más joven
fue B. Häggavist, de 16 años, y sólo participó una
mujer, Gunhild Eklund, en la mesa 241. Gösta Stoltz
(jugó en el equipo Norte), motivado en semejante
ambiente, jugó una gran partida táctica que recibió el
premio de belleza:
A partir de aquí la historia de Stoltz pierde
definitivamente la fuerza
de su comienzo, convirtiendo su paso por el mundo del
ajedrez en un camino lleno de irregularidad con sólo
algunos destellos aislados. Su trayectoria quedaría marcada de forma indeleble por sus
participaciones en los torneos Interzonales de 1948 y
1952, grandes oportunidades de volver a brillar que
fueron desaprovechadas con actuaciones realmente flojas...
y con la sombra de sus problemas con el alcohol demasiado
presentes y demasiado a la vista, por lo que las
invitaciones a torneos internacionales desaparecieron de
forma definitiva.

Vassily
Smyslov (dhca) vs Gösta Stoltz, año 1951
Además,
el
deterioro de su salud era más que evidente, viviendo una
vida que empezaba a estar marcada por la decadencia hasta
el punto de llegar a jugar partidas con claros signos de
embriaguez. Su última gran actuación tuvo lugar en el Zonal de Marianske Lazne
(1951), torneo
clasificatorio para los Interzonales, antesala del Torneo
de Candidatos, donde consiguió finalizar en una
excepcional tercera plaza. Sin embargo, el Interzonal de
Saltsjobaden (1952) supuso un esfuerzo excesivo para sus
mermadas fuerzas y se tuvo que conformar con la 16ª
posición, viendo como los soviéticos copaban los cinco
primeros lugares. Tras este postrer intento de brillar en
la élite, fue incapaz de retomar el control de su carrera
y solo participó en torneos dentro de las fronteras
suecas, sin demasiado éxito y cada vez de forma más
esporádica. De todos modos, aún pudo disfrutar de buenos
momentos, como volver a compartir tablero con Jacques Mieses
durante la visita de éste a Suecia en 1948 cuando ya
tenía 83 años, una historia que merece una parada (y
fonda) para
conocerla: La
visita de Jacques Mieses a Suecia.
El trabajo de los organizadores suecos siempre fue
encomiable en el sentido de atraer a disintas figuras hasta
sus fronteras, como ocurrió con Svetozar Gligoric en
1950: el maestro yugoslavo había llegado a Estocolmo para
negociar con Folke Rogard, presidente de la FIDE, unas
mejores condiciones para los jugadores de su país, lo que
se aprovechó para organizar un torneo blitz en el que
estuvo presente Stoltz y que tuvo una gran repercusión en
la ciudad: Torneo
de Estocolmo 1950.
También en 1950 se organizó un bonito ajedrez viviente
en el municipio de Solna, utilizando el estadio de futbol
Rasunda, en el que Stoltz fue uno de los grandes
protagonistas: Ajedrez viviente en
Solna.
En
1950 decidió cambiar de club, pasando a jugar para el
club Sass tras muchos años enrolado en las filas del
Wasa. Stoltz tuvo una larga carrera y siempre fue bien
valorado entre las fronteras de su país, por lo que fue
convocado en numerosas ocasiones por la selección sueca,
también representando a Estocolmo o al club Wasa en
multitud de encuentros. A continuación pueden conocer las
andanzas de Stoltz en el Club Wasa y un resumen de sus
participaciones en encuentros por equipos, en los que
siempre mostró un gran rendimiento, perdiendo muy pocas
partidas:
Curiosamente,
en esa época consiguió un triunfo que se le había
resistido con tenacidad a lo largo de toda su trayectoria:
el Campeonato de Suecia. Stoltz había sido subcampeón
sueco en varias ocasiones (1927, 1931, 1933 y 1945),
siempre rozando el título con los dedos. En 1951 jugó
con brillantez las semifinales, lo que le permitió
disputar la final frente a Inge Johansson, que había
triunfado en la otra semifinal. Stoltz no dio opción a su
rival y logró la victoria por 3-1, consiguiendo una
corona que llevaba toda una vida persiguiendo:
Cto.
de Suecia 1951.
Liberado,
repitió título en 1952 y 1953, el primero de ellos tras
un match de
desempate ante Olof Kinmark, al que derrotó por 3,5-0,5 (Cto.
de Suecia 1952),
y el segundo al derrotar en un largo encuentro a Zandor
Nilsson por 6-4.

Gösta
Stolz vs Broberger, año 1959
Stoltz
se retiró del mundo del ajedrez en 1956, aunque siguió
colaborando con alguna revista publicando sobre todo
análisis de partidas. Sólo dos años más tarde
regresaría a los tableros ya que no quiso dejar pasar la
oportunidad de competir de nuevo contra Salomon Flohr y
Paul Keres en el torneo de Göteborg, jugadores que
pasaron unas semanas en el país.
Stoltz
siguió participando en torneos hasta su fallecimiento,
aunque más por el placer de jugar que por la competición
en sí misma. En 1963 sufrió el rigor de una larga
enfermedad que le fue consumiendo hasta su fallecimiento en el verano de 1963. Tras su muerte se abrió una cuenta
para recaudar fondos, en la que la Federación Sueca aportó
una importante suma, ya que su madre, que dependía de Gösta
para poder subsistir, se encontraba en graves apuros
financieros.
En reconocimiento a su trayectoria, en 1950
le fue concedido el título de Maestro Internacional y
tras revisar más escrupulosamente sus resultados, recibió
el título de Gran Maestro en 1954 durante el Congreso de
la FIDE organizado a la par que la Olimpiada... en esa
Olimpiada Stoltz sufrió un Paratifus, por lo que tuvo que
ser hospitalizado pudiendo jugar sólo 2 partidas durante
todo el torneo. Además, durante el campeonato de Suecia
de 1957 fue nombrado miembro honorario de la Federación
de Suecia de Ajedrez, honor que también recayó en Gustaf
Collijn. A continuación pueden ver su palmarés completo
(al menos lo que se publicó en Suecia) y 103 partidas
jugadas en Suecia que no aparecen en las bases habituales
de Stoltz:
106
partidas de Stoltz jugadas en Suecia |

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Palmarés
de Gösta Stoltz |

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El
juego que desplegó durante el comienzo de la década de
los treinta situó a Stoltz en la vanguardia de los
maestros europeos. Fue el mosquetero más habilidoso, el
que dio las estocadas más brillantes, demostrando desde
su aparición en el mundo del ajedrez que haría temblar
los tableros con sus jugadas. Sin embargo, Gösta Stoltz
vio como su prometedora carrera se truncaba por culpa de
un silencioso enemigo al que fue incapaz de abatir y por
una vida que no supo afrontar. Entre los vapores del
alcohol las combinaciones, cada vez más difusas, fueron
desapareciendo al mismo tiempo que el jugador de ajedrez
se desvanecía de forma gradual e imparable. Por su
originalidad en el tablero se le puede encuadrar dentro
del selecto grupo de maestros que parecen tocados por la
varita de la genialidad, por lo que sus partidas están
destinadas a sobrevivir al paso del tiempo perpetuando su
nombre en la milenaria historia del ajedrez.
Javier
Cordero Fernández
(16
Marzo 2024)
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