Dentro de los jugadores tácticos existe un amplio
abanico de estilos. Los hay que aprietan cuando les
interesa ganar y la posición es poco prometedora, como
Fischer, Kasparov o Shirov. Existen maestros que ven el
ajedrez de una forma más trascendental, con afán
investigador y creador, de entre ellos sobresale David
Bronstein. Luego están los jugadores con alma de
artista, que buscan en sus jugadas la pincelada que dé
a sus partidas el carácter de una obra de arte, como
Alekhine, Tahl o Nezhmetdinov. No se pueden pasar por
alto las combinaciones cuyo objetivo es psicológico,
con la intención de alterar el comportamiento del rival
durante la partida, de este grupo destaca de forma
preferencial Emanuel Lasker. Pero Kupreichik está
encuadrado en otro grupo: los jugadores que atacan sin
fin, sin descanso, con espíritu indomable, tal y como
marcó el camino Adolf Anderssen.
Viktor Kupreichik nació el 3 de Julio de 1949, en Minsk
(Bielorruisa), país que por aquel entonces estaba
englobado dentro de la Unión Soviética.
Viktor conoció el ajedrez durante su niñez y ya con 10
años dio muestras de una categoría que le hacía
destacar por encima de sus compañeros. Pero lo que
resulta más sorprendente es que en aquella época ya
jugaba con gran decisión y agresividad, algo poco común
en jugadores de tan corta edad. Kupreichik era un niño
extrovertido y prolongaba su forma de ser al tablero,
demostrando una gran personalidad que le hacía no
acobardarse ante nada ni ante nadie.
En la adolescencia mantuvo su tono ascendente, por lo
que decidió dedicarse al ajedrez de forma profesional,
comenzando un proceso de entrenamiento intensivo bajo la
tutela de uno de los grandes jugadores soviéticos:
Isaac Boleslavsky. Los resultados fueron satisfactorios
y Kupreichik se convirtió en una de las grandes
promesas del ajedrez soviético.
Su primera aparición en el Campeonato de la URSS (año
1969) supuso una dura dosis de realidad para nuestro
protagonista. Se había clasificado con brillantez,
junto a otro jugador junior (Orest Averkin), para el
torneo final. Pero el campeonato soviético era una cima
demasiado alta y Kupreichik, por el momento, no estaba
acostumbrado a la escalada. En Moscú le esperaba un
grupo de jugadores que causaría terror al maestro más
experimentado (Petrosian, Smyslov, Geller, Polugaevsky,
Stein, Tahl, Taimanov...), y la situación le superó:
finalizó en último lugar con 6'5 puntos en 22
partidas. Parece que esta actuación le obsesionó, ya
que a pesar de ir obteniendo buenos resultados en otros
torneos, sus dos siguientes campeonatos soviéticos
(1974 y 1976) también resultaron catastróficos,
volviendo a ocupar la última posición en solitario. En
1979 volvió a intentarlo. En esta ocasión se jugaba en
su tierra, Minsk, y Kupreichik supo alejar sus fantasmas
finalizando en una meritoria quinta posición tras
liderar el torneo hasta la sexta ronda.
A pesar de estos batacazos iniciales Kupreichik no se
desmoronó, ni cambió su visión del juego. mostrándose
siempre competitivo hasta el extremo... tal vez
demasiado, y ahí puede estar la raíz de sus problemas,
su gran talón de aquiles. Viktor nunca supo atemperar
su estilo cuando la situación lo requería y en
cada partida buscó complicaciones en cada esquina del
tablero. Esto hizo que se le escapasen algunos torneos
que tenía bien encarrilados o que le costase mucho
enderezar malos comienzos.
Kupreichik había conseguido algo realmente complicado:
destacar entre el enjambre de jugadores jóvenes que
aparecían en la URSS cada año. Prueba de ello es la
invitación que recibió en 1970 para participar en un
torneo temático de la siciliana Scheveningen, que se
disputaría en Sochi y que enfrentaría a jóvenes
maestros soviéticos con una selección de maestros
veteranos. El equipo de veteranos, que no lo eran tanto,
era realmente temible: Tahl, Korchnoi, Stein, Lutikov,
Liberzon y Suetin. Kupreichik tuvo una buena actuación,
finalizando como tercer mejor joven y logrando derrotar
en sus dos partidas a Korchnoi. Podéis consultar los
resultados de este curioso torneo en: Sochi
1970. Pero de nuevo lo
que más llamó la atención fue su agresivo estilo de
juego, que se puede condensar en esta sensacional
partida en la que consiguió derrotar a Mikhail Tahl,
disfrazándose de Mikhail Tahl: Kupreichik
- Tahl.
Durante sus años juveniles Kupreichik no se dedicó en
exclusiva al ajedrez, también tuvo tiempo para
formarse, escogiendo el periodismo como su futura
profesión, logrando graduarse en la Universidad Estatal
de Bielorrusia. Incluso llegó a ejercer durante varios
años escribiendo una columna en el periódico Znamya
Yunosti. En esa época participó en el Campeonato
del mundo de estudiantes por equipos, en una selección
que apuntaba muy alto (Vaganian, Balashov, Beljavsky,
Romanishin y Palatnik) y que finalizó en primer lugar
con 26'5 puntos de 36 posibles. Sus buenas actuaciones
le sirvieron para obtener el título de Maestro
Internacional en 1975.
Su mejor época coincidió con el final de los convulsos
años 70 y el comienzo de los 80, con varios primeros
puestos en torneos internacionales (de un nivel medio de
2500 de rating), gracias a los cuales pudo obtener el título
de Gran Maestro en 1980. Sin embargo, las puertas de los
torneos importantes no se abrieron para él, a pesar de
su juego espectacular y de sus buenos resultados las
oportunidades brillaron por su ausencia. A pesar de no
recoger los frutos esperados, la brillantez de sus
partidas y su espíritu de lucha no disminuyeron ni un
ápice, tal como se puede apreciar en esta espectacular
victoria ante otra de las grandes promesas soviéticas: Kupreichuk
- Jussupow.
Su único acercamiento al Cto del Mundo se produjo en el
Zonal de Yerevan de 1982, pero a pesar de contar entre
los favoritos no cuajó una buena actuación,
finalizando 13º de 16 participantes. Este resultado le
afectó anímicamente y su juego se resintió, teniendo
una mala actuación en las semifinales de Campeonato de
la URSS, lo que le devolvía al complicado ciclo de
clasificación (para llegar a las semifinales había que
pasar primero por unos duros torneos regionales) para
las temporadas siguientes.
Sus resultados siempre estuvieron marcados por la
irregularidad, como los de la mayoría de jugadores tácticos,
simulando el recorrido de una montaña rusa, con
constantes picos y valles. Lamentablemente la historia
juzga a los jugadores por sus resultados, por lo que
Kupreichik no ha salido bien parado. Tal vez su forma de
ser influyó de forma directa en su comportamiento en el
tablero: Alexey Suetin, que le conoció en profundidad,
le definió como una persona modesta y de buen corazón,
aunque tal vez algo melancólico y con tendencia a
enredarse demasiado en cada problema que le surgía en
la vida. Esto puede explicar sus actuaciones dispares:
si el torneo marchaba bien se veía poseído por una
energía imparable, encadenando una victoria tras otra;
sin embargo, una simple derrota podía precipitar una caída
libre sin límite. Pueden consultar sus mejores
actuaciones en el siguiente enlace: Palmarés
de Kupreichik.
La reputación de Kupreichik en la URSS era mucho mayor
que en el mundo occidental, donde apenas era conocido.
Por este motivo, Vassily Smyslov decidió incluirle en
su equipo de analistas de cara al ciclo de candidatos de
1983. La experiencia fue muy positiva y Smyslov se mostró
entusiasmado con su nuevo fichaje, al que calificó como
un incansable trabajador capaz de aportar nuevas y
creativas ideas. Smyslov tuvo una actuación sensacional
en dicho ciclo de candidatos, llegando a la final, donde
fue derrotado por Kasparov... ¡pero Vassily tenía 60 años!
El tiempo fue pasando y Kupreichik comprendió que el último
tren hacia los torneos de élite había partido. Por
tanto decidió empezar a competir en torneos abiertos,
en los cuales no se necesita una invitación de los
organizadores para poder participar . Estamos a
principio de los 90, Kupreichik superaba los 40 años y
era consciente de que sus aspiraciones se habían vuelto
casi inexistentes. Sin embargo, su energía vital no le
había abandonado y comenzó una frenética actividad,
jugando multitud de torneos, en constante movimiento,
pasando de un país a otro. La URSS ya no existía y los
ajedrecistas de este país tuvieron libertad de
movimientos por primera vez en su vida. Kupreichik
participó en Opens de Alemania, Rusia, Ucrania,
Yugoslavia, Holanda, Italia, Francia, Hungría, República
Checa, Polonia, Suiza, Dinamarca, Bélgica, Austria,
Suecia o Irán, siempre manteniéndose en los puestos
altos de las clasificaciones.
Los Open pueden resultar útiles para los jóvenes
maestros que buscan destacar, si obtienen buenos
resultados podrán recibir invitaciones de los torneos más
importantes. Sin embargo, para un jugador veterano
pueden suponer una interesante fuente de ingresos y la
forma de seguir compitiendo, lo que también representa
un extra de presión. No es un mundo sencillo. Como
rivales puedes encontrar maestros de todas las edades,
alguno de ellos curtidos en mil batallas y peligrosísimos
en partidas rápidas, capaces de derrotar a grandes
maestros de élite sin alterarse lo más mínimo. Hay
que acostumbrarse a un ritmo de vida trepidante, jugando
casi cada fin de semana, sin importar si se hace en
torneos de rápidas o lentas, con una vida errante que
te obliga a trasladarte de un lugar a otro, de una
cultura a otra.
A pesar de las dificultades, Kupreichik siguió siendo
fiel a su filosofía de juego, sin cambiar su particular
forma de entender el ajedrez, como prueba la siguiente
partida: Horvath
- Kupreichik. Pero algo
había cambiado, por primera vez en su carrera empezó a
firmar tablas rápidas, buscando seguir una estrategia
en cada torneo. Esto no resta mérito a su forma de
jugar, ya que si se examinan sus partidas, no se
encuentran tablas sin lucha en los primeros 25 años de
su carrera... tal vez un caso único en la historia del
ajedrez moderno.
En 1994, con 45 años, participó en sus primeras
Olimpiadas con la selección de Bielorrusia, gracias a
la independencia lograda por este país en 1991.
Kupreichik participó en 4 Olimpiadas más hasta el año
2002. Con el cambio de siglo la fuerza de su ajedrez
empezó a languidecer, abandonando los primeros puestos
de los torneos abiertos, cediendo ante el empuje de los
maestros jóvenes, aunque siguió manteniendo una gran
actividad. Su ELO descendió más de 150 puntos durante
esos años, un peligro más de los Open y uno de los
motivos por los que un jugador de élite raramente
participa en torneos abiertos.
Kupreichik tenía reservado un bello canto del cisne
final, que llegó en el Campeonato de Bielorrusia de
2003, en el que consiguió finalizar en primera posición,
logrando su segundo título 31 años después de haber
logrado el primero. En la actualidad apenas juega
torneos y sus apariciones suelen darse en competiciones
de veteranos, como el Campeonato de Europa senior (que
ganó en 2010 y donde fue 2º en 2012).
La carrera de Kupreichik ha estado marcada por la
brillantez de sus partidas y por la agresividad de su
juego. No tuvo demasiadas oportunidades, aunque cuando
éstas llegaron hay que reconocer que no las supo
aprovechar. Destacar en el ajedrez soviético no era
sencillo y Kupreichik terminó siendo engullido por la
voraz horda de jugadores que campaban por las estepas
rusas. Sin embargo, su talento hará que pueda escapar
del olvido y ponerse a salvo a través de sus partidas,
las cuales están repletas de golpes continuos y juego
arriesgado:
Javier
Cordero Fernández
(12
Febrero 2013) |