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Un prodigio de sólo 6 años de edad

Hempel dando unas simultáneas cuando apenas llega a la mesa donde está el tablero

Dietrich - Hempel, Jutta

Flensburg 1966

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ac4 Cf6 4.Cg5 Ac5 5.Cxf7 Axf2+ 6.Rxf2 Cxe4+ 7.Re3 Dh4 8.g3 Cxg3 9.hxg3 Dd4+ 10.Rf3 d5 11.Th4 e4+ 12.Rg2 0–0 13.Dh5 Ae6 14.Dxh7+ Rxf7 15.Tf4+ Re7 16.Dh4+ Rd7 17.Ab5 Th8 18.Axc6+ bxc6 19.Dg5 Ah3+ 20.Rh1 Ag4+ 21.Rg2 Af3+ 22.Txf3 exf3+ 23.Rf1 Th1++ 0–1

Después de 8.g3

Partida disputada en una sesión de simultáneas

 

             La verdad es que sólo ver la foto ya causa una gran sorpresa. Ver a una niña o a un niño jugando al ajedrez como si fuese un jugador veterano siempre parece cosa de ciencia ficción. Éste es un juego que requiere años de preparación y de ir acumulando experiencia, por eso el caso de Jutta Hempel, al igual que el de otros niños prodigio, es sorprendente. 

               Jutta conoció el ajedrez con sólo 3 años, y lo hizo viendo una partida que disputaban otras personas, partida que más tarde reprodujo de memoria, para sorpresa de todos (esto recuerda la experiencia de otros niño prodigio como José Raúl Capablanca o Arturito Pomar). Pronto comenzó a jugar y consiguió seguir dejando boquiabierto a todo el que la observaba. Al poco tiempo empezó a competir en torneos juveniles en su ciudad, Flensburg, donde no encontró rival.

             Su fama se extendió como un reguero de pólvora y por ello fue reclamada para dar sesiones de partidas simultáneas, llegando a dar una de ellas en un programa de televisión. También llegó a dar simultáneas a la ciega, lo que nos da una idea de su capacidad cerebral, en realidad estos niños prodigio pueden dedicarse a la tarea intelectual que deseen, tarea que dominarán sin demasiadas complicaciones. Su participación en torneos fue reducida, aunque se prodigó más en la disputa de partidas por correspondencia, disciplina en la que logró grandes resultados ante experimentados maestros. También resulta sorprendente su destreza para las partidas blitz, donde demostró una gran destreza, de hecho se comentaba de ella que su juego bajaba cuando las partidas se disputaban a un tiempo mayor.

             A la edad de 9 años, Jutta abandonó el ajedrez por completo, tal vez sus padres comprendieron que no se podía someter a una niña a una vida de total dedicación a este deporte, se sentían como si le estuviesen robando la infancia. De hecho este es el gran dilema moral que existe con los niños prodigio, por un lado se quiere estimular su faceta intelectual, cosa totalmente lógica, pero esto puede interferir en el desarrollo de su infancia, época esencial en la vida de cualquier ser humano. Cualquier niño que ha pasado una infancia anormal suele manifestar problemas cuando llega a la edad adulta. Encontrar el equilibrio parece la solución lógica, aunque ese equilibrio debe de ser complicado de lograr. En todo caso, nada más se volvió a saber de las andanzas de Jutta Hempel en el tablero, una mente maravillosa que prefirió desviarse por otros caminos lejos del mundo del ajedrez.

  

 

 

 

 

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