Sofia (Zsofia, en húngaro) Polgar nació el 2
de Noviembre de 1974, en Budapest (Hungría).
Para cerrar el ciclo, hoy voy a escribir sobre la
mediana de las hermanas Polgar. Ya hemos conocido a Judit
y Zsuzsa,
y ahora toca el turno de saber algo más de Sofia.
Lo primero que hay que comentar es que Sofia recibió el
mismo tipo de educación que sus dos hermanas, Laszlo
Polgar no quiso hacer distinción entre ninguna de
ellas, por lo que el ajedrez tuvo una gran importancia
en su vida desde que tuvo uso de razón.
Judit,
Sofia y Zsuzsa Polgar
En este último artículo sobre la hermanas más famosas
del ajedrez voy a entrar un poco más en profundidad en
el famoso método Polgar... famoso y polémico:
El
método Polgar
¿El genio nace o se hace?. Esa es la pregunta que se
hizo repetidas veces Laszlo Polgar y siempre llegó a la
misma conclusión: el genio se hace. Laszlo llegó a
publicar varios escritos sobre el tema, pero no eran más
que meras opiniones, el controvertido pedagogo húngaro
necesitaba pruebas más sólidas que demostrasen su teoría
y por eso decidió tener varios hijos con los que poner
a prueba su sistema pedagógico.
La piedra angular de este método era el lugar donde sus
hijas recibieron su educación: su propio hogar, algo
que también supuso el aspecto más polémico al privar
a sus hijas de relacionarse a diario con otros niños.
Para Laszlo el sistema escolar es mediocre y sólo
genera niños mediocres, por eso trataron de alejar a
sus hijas de la educación común a los demás niños.
Fueron el propio Laszlo y su esposa Clara los encargados
de impartir educación a sus hijas, las cuales sólo
acudían al colegio una vez al año para realizar los
pertinentes exámenes. Dentro de esa educación, el
ajedrez tuvo un sitio preferencial. El motivo es
sencillo, era un campo donde resultaría muy sencillo
comprobar el éxito de su método ya que los resultados
son fácilmente contrastables al ser un mundo de
competición.
El cerebro humano es un 'arma' tremendamente poderosa,
pero si una mente brillante no se estimula de una manera
precisa, puede convertirse en una mente normal e incluso
mediocre. El método Polgar trata de estimular y
favorecer el progreso de la mente creando un ambiente
propicio para ello.
Los detractores del método consideran que no se debe
aislar a un niño durante toda su niñez, porque se
corre el riesgo de generar un monstruo antisocial. En
este punto las 3 hermanas son una prueba de lo
contrario, siempre se han comportado de un modo normal,
son simpáticas, se relacionan como todo el mundo y
tienen vidas normales habiendo creado sus propias
familias. Además tienen ciertas cualidades de las que
carecen muchos ajedrecistas: son modestas y accesibles a
los aficionados.
Para completar la información hay que decir que sus
padres siempre trataron de invitar a niños para que
jugasen al ajedrez con las 3 hermanas e incluso a otros
ajedrecistas profesionales. Las Polgar siempre han
declarado que tuvieron una infancia feliz y que no
tienen ninguna queja sobre como fueron educadas.
Creo que es difícil poder juzgar lo acertado o no de
este método, los resultados dan la razón a Laszlo,
pero los medios para llegar a esos resultados parecen
algo dudosos.
Sofia aprendió a jugar al ajedrez a los 4 años, y no
cabe duda de que la forma de enseñar de Laszlo Polgar
era sumamente efectiva, sólo un año después venció
en el campeonato de Hungría sub-11. Los éxitos durante
su niñez siguieron llegando, la medalla de plata en el
campeonato del mundo sub-14 (Puerto Rico 1986) y de oro
en el campeonato del mundo de rápidas (Mazatlan 1986)
confirmaban que acababa de surgir otro prodigio ajedrecístico.
A Sofia, al igual que a sus dos hermanas, siempre le
encantó el ajedrez, por lo que disfrutó enormemente de
su carrera. Siendo muy pequeña ya se sentía cautivada
por el juego de Caissa, como muestra la siguiente anécdota:
una noche, Sofia se había refugiado en el baño para
poder resolver un problema de ajedrez sin ser vista, ya
estaba bien entrada la madrugada y sabía que debería
de haberse acostado hace horas. Su padre la descubrió y
le pidió que dejase las piezas y se fuese a dormir. La
respuesta de la niña fue sorprendente: "es que
las piezas no me dejan a mí".
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