Judit Polgar nació el 23
de Julio de 1976 en Budapest (Hungría).
La historia de Judit
comienza con un hecho cuanto menos sorprendente. Sus
padres, Klara y Lazslo, pedagogos de profesión, tenían
una opinión no demasiado favorable del sistema educación,
por lo que se negaron a que sus tres hijas acudiesen a
la escuela. Ellos mismos fueron los encargados de la
educación de sus hijas, tarea que realizaron desde su
propia casa (las 3 niñas sólo iban a la escuela una
vez al año para hacer los preceptivos exámenes). Con
este método de enseñanza, en el que el ajedrez tenía
un sitio preferencial, Laszlo levantó una gran polémica,
sobre todo por el presunto aislamiento al que sometía a
sus hijas. Sin embargo, parece claro que este método
tiene varias características positivas, las cuales
quedaron demostradas con el paso del tiempo. El ajedrez
ocupaba un lugar preferente en la vida de las Polgar,
desde niñas practicaban a diario y los resultados
fueron excelentes. Esta manera de educar a través del
ajedrez también fue utilizada por las familias de los
jugadores húngaros Peter Leko y Ferenc Berkes.
Judit y sus hermanas,
Zsuzsa y Sofia, aprendieron a jugar al ajedrez en el
calor de su hogar, de esto también se encargaron sus
padres (Lazslo Polgar ha publicado un libro con 5334 posiciones
y 600 partidas que forman parte del material
con el que enseñó a jugar a sus hijas). Muchos
jugadores profesionales pasaron durante aquellos años
por la casa de los Polgar para jugar con las 3 hermanas,
lo que les permitió aprender y progresar en la dirección
correcta. Este es un aspecto interesante, las hermanas
Polgar compitieron desde un primer momento con hombres,
comprendiendo que sólo así podrían perfeccionarse y
aspirar a lo más alto.
Judit comenzó a destacar
muy pronto y ya con 8 años derrotaba a ajedrecistas
veteranos, aunque lo que más llamaba la atención en
ella era su estilo, atrevido e imaginativo, algo
impropio en una mente de tan corta edad. En sus primeros
torneos Judit siempre iba acompañada por su madre y
resultaba gracioso ver a una niña (que siempre jugaba
con un peluche al lado del tablero) ganando a jugadores
experimentados y curtidos en mil batallas.
La aparición de Judit en
el concierto internacional se produjo en el año 1987,
cuando consiguió ganar el Campeonato del mundo sub-14
(con 11 años de edad). En esta época ya tenía un Elo
de 2.355 y entrenaba siempre con su hermana Sofia, lo
que le permitió progresar con firmeza.
Desde un principio, Laszlo
decidió que sus hijas no jugaran competiciones
exclusivas para mujeres, ya que era consciente de que
los torneos femeninos facilitan que el abismo existente
entre el hombre y la mujer crezca, impidiendo que el
nivel de juego de la mujeres pueda evolucionar. A pesar
de esta norma las tres hermanas se vieron obligadas a
jugar en dos Olimpiadas femeninas representando a Hungría
(por presiones del gobierno del país). Esto ocurrió en
1988, en Tsalónica, donde Hungría consiguió la
medalla de oro con una excepcional actuación de Judit
(12'5 ptos de 13), y donde Zsuzsa y Sofia también
jugaron a gran nivel (10'5 de 14 y 4'5 de 7
respectivamente). La situación volvió
a repetirse en Novi Sad (1990), donde Hungría
volvió a conseguir el oro y otra vez gracias al
excepcional juego de las hermanas Polgar: Zsuzsa (11'5
de 14), Sofia (11'5 de 13) y Judit (10 de 13). Estos
triunfos tienen gran mérito, ya que Hungría consiguió
superar a la todopoderosa Unión Soviética, selección
que hasta ese momento no había conocido la derrota en
unas Olimpiadas.
A pesar de estas
apariciones en las Olimpiadas femeninas, Judit no ha
participado nunca en un torneo femenino, ni siquiera en
el Campeonato del mundo. Hay que recordar que Zsuzsa
rompió esta tradición jugando el Campeonato del mundo
ante la china Xie Jun en el año 1996, donde logró
arrebatar el cetro de campeona a su rival al derrotarla
por 8'5-4'5 (una de las personas que ayudaron a Zsuzsa a
prepararse fue su hermana Judit). Hay que recordar que
la primera mujer en negarse a jugar torneos femeninos
fue la inglesa Vera
Menchik (1908-1944), hoy en día también
la sueca Pia Cramling juega sólo torneos mixtos.
En 1989 su Elo ya era de
2.555 (superando la puntuación más alta alcanzada por
una mujer, con sólo 13 años de edad), por lo que su
nombre empezó a ser conocido... y temido. Además,
gracias a su juego agresivo y repleto de fulgurantes
ataques, también logró ganarse el cariño de los
aficionados. Este estilo, siempre buscando
complicaciones en el tablero, es originario de su niñez
y lo ha mantenido durante toda su carrera. De hecho
siempre ha declarado que odia hacer tablas rápidas y es
algo que trata de evitar siempre que le resulta posible.
Las hermanas Polgar eran miradas con una mezcla de
admiración y desconfianza. Muchos rivales las
consideraban poco menos que unas niñas probeta y no
fueron pocos los que vaticinaron que fracasarían
estrepitosamente. Sobre la espalda de unas niñas nunca
hubo tanta presión, eran el centro de atención de los
torneos e incluso Kasparov hizo unas declaraciones
despectivas sobre ellas. En juego había algo más que
simple ajedrez, penetrando en las raíces mismas de una
sociedad que distaba mucho de ser justa. Por este
motivo, cada partida se convirtió en una batalla por
demostrar que la igualdad era posible.
Como la mayoría de
jugadores de ataque, Judit no era una experta en
aperturas. Como ella misma declaró, esa era la fase del
juego que menos le gustaba, sólo sintiéndose cómoda
cuando sus partidas llegaban al medio juego donde podía
trazar intrincados planes de ataque con los que poner
cerco al rey enemigo. Aun así, siempre demostró un
gran conocimiento de las aperturas que practicaba (que
fueron pocas). En sus comienzos jugaba el Gambito Bënko
con negras y el Gambito de Rey con blancas. En la
actualidad con las piezas negras es una especialista en
la Siciliana y en la India Oriental, mientras con
blancas siempre juega 1.e4 (aunque alguna vez encontraréis
en sus partidas 1.d4, estrategia que sigue cuando desea
sorprender a su rival).
En 1991 logró otro hito
en su carrera: el triunfo en el
Campeonato
de Hungría con
sólo 15 años, por delante de la flor y nata del
ajedrez húngaro (Adorjan, Sax, Farago, Portisch...).
Ese mismo año consiguió
escribir su nombre con letras de oro en la historia del
ajedrez al convertirse en la ajedrecista más joven en
conseguir el título de Gran Maestro (tanto masculino
como femenino), lo logró con 15 años, 4 meses y 7 días.
En este aspecto fue la sucesora de Bobby Fischer que lo
había logrado en 1958. Más tarde sería superada por
el francés Etienne Bacrot. Hoy en día existen muchos
GM más precoces, pero la hazaña de Judit parece más
meritoria ya que en la actualidad los jugadores pueden
progresar con más rapidez al apoyarse en los programas
informáticos en su preparación y disponer de más
torneos en los que poder participar, logrando de este
modo el título con más facilidad.
Tanto Judit como sus
hermanas llegaron a conocer al legendario Bobby Fischer
cuando el estadounidense estableció su residencia en
Hungría en el año 1992. Fischer también entabló
contacto con Peter Leko y con todos ellos jugó
centenares de partidas, compartiendo sus conocimientos
con unos jóvenes jugadores que representaban el futuro
del ajedrez.
Nadie puede dudar que esta experiencia supuso una
influencia muy beneficiosa para los cuatro. Finalmente,
Bobby Fischer abandonó Hungría debido a su creciente
antisemitismo motivado por su oposición radical a
ciertas decisiones tomadas por el gobierno israelí.
En 1993 Judit realizó su
primer acercamiento al Campeonato del mundo masculino al
disputar el torneo Interzonal de Biel (que daba varias
plazas para el Torneo de candidatos). Su actuación fue
discreta debido a un flojo inicio, finalizando en 18ª
posición con 7'5 puntos en 13 partidas, aunque logró
superar en la clasificación a un buen número de
ajedrecistas contrastados (en total participaron 74
jugadores). Con igual suerte disputó el Torneo de
candidatos de la PCA, finalizando 17ª con 6'5 puntos en
11 rondas.
A partir de ese año Judit
se instala en la élite del ajedrez y lo hace merced a
sus grandes actuaciones en torneos importantes,
cosechando valiosos triunfos como los logrados en Hastings
o Madrid.
En todo momento demostró ser una gran competidora, con
un espíritu de lucha inquebrantable e inconformista,
algo muy apreciado por los organizadores de torneos. Podéis
ver su palmarés completo en el siguiente enlace (Ver
Palmarés).
En 1998 una agria polémica
con la Federación de ajedrez de Hungría envolvió a
nuestra protagonista. De cara a la Olimpiada de Elista,
los federativos decidieron dar el primer tablero de la
selección a Zoltan Almasi, resolución que indignó
tanto a Judit como a Peter Leko, que decidieron no
acudir a dicha competición. La polémica quedó en el
olvido y Judit volvió a competir en la siguiente
Olimpiada, en la que Hungría logró un meritorio cuarto
lugar.
En 1999 volvió a intentar
el asalto al campeonato del mundo. En esta ocasión la
FIDE había cambiado el formato de la competición,
ideando un sistema por eliminatorias en el que
participaron decenas de Grandes Maestros. Judit tuvo una
buena actuación, siendo eliminada en cuartos de final
por Alexandre Khalifman (que a la postre sería el
ganador final), tras haber superado a Peter Nielsen,
Jordi Magem y Vadim Zvjaginsev. En esta ocasión Judit
se había quedado cerca de la cima del ajedrez, hito que
de haberse producido hubiese sacudido la sociedad como
el más fuerte seísmo.
Su nivel de juego siguió
creciendo de forma imparable y alcanzó su punto álgido
con el cambio de siglo, época en la que obtuvo el
triunfo en varios torneos (Sigeman, Japfa, Memorial
Najdorf, Hoogeven, Essent, Benidorm...). Gracias a estas
victorias logró superar los 2.700 puntos Elo, llegando
a ser 8ª en el Ranking de la FIDE. Además, Judit también
puede presumir de ser la única mujer que ha sido capaz
de vencer al ya retirado Gary Kasparov, legendario
dominador del mundo del ajedrez durante más de dos décadas.
Por supuesto, ha logrado batir todos los records
posibles en el ajedrez femenino, ya que ninguna otra
jugadora ha logrado acercarse al nivel de juego de la húngara.
En el 2000 ocurrió un
hecho importante en su vida, en esta ocasión no
relacionado con el ajedrez: su boda. Judit contrajo
matrimonio cumpliendo algo que siempre había declarado:
nunca se casaría con un ajedrecista, y así fue ya que
su marido, Gusztav Font, es veterinario. Coincidiendo
con este feliz acontecimiento, el juego de Judit mejoró
notablemente: la influencia de su marido, que le acompaña
a todos los torneos, ha resultado muy beneficiosa para
la campeona húngara.
Cuatro años después de su boda, Judit completó el
ciclo de su vida familiar al ser madre. Esta no fue una
decisión sencilla, Judit sabía que la maternidad la
alejaría irremediablemente del ajedrez y le impediría
prepararse como lo hacía antes, aún así, sabía que
la hora de ser madre había llegado... y como podéis
ver todo salió perfectamente:
Tras pasar el año 2004 alejada del ajedrez, Judit volvió
a la competición, aunque su juego fue decayendo de
forma progresiva. Sus responsabilidades familiares
mermaron su preparación, lo que repercutió de forma
directa en sus resultados. En 2006 Judit volvió a ser
madre, en esta ocasión de una pequeña llamada Hanna. Sorprendentemente,
en su reaparición tuvo una actuación excepcional en un
torneo de Categoría 20: Essent 2006, logrando finalizar
en 1ª posición (empatada con Mamedyarov) por delante
de Veselin Topalov. Su juego fue brillante durante todo
el torneo y, como siempre, firmó partidas rebosantes de
ataques y contraataques. Podéis ver como transcurrió
el torneo en: Essent
2006.
Sin embargo, a partir de ese momento los deficits de
su preparación se volvieron más acusados, lo que a la
larga se tradujo en unos resultados inferiores a lo
acostumbrado. De este modo, Judit dejó de recibir
invitaciones de los torneos más prestigiosos, entrando
en un declive imparable que ya no tendría fin. Un mundo
tan competitivo como el ajedrez exige dedicación
absoluta y la mujer nunca lo tendrá fácil al tener que
afrontar la decisión de la maternidad.
De los últimos años no se pueden destacar grandes
acontecimientos en su carrera, aunque en 2005 participó
en el campeonato del mundo, exclusivo evento reservado sólo
a 8 jugadores en el que Judit finalizó en última
posición. Lo que si nos ha dejado de forma regular han
sido constantes fogonazos en forma de partidas
brillantes, los cuales nunca dejaron de aparecer a pesar
de todo. La última noticia que existe sobre ella es
reciente y no es la mejor para los aficionados: durante
la Olimpiada de Tromso (Agosto de 2014) Judit ha
confirmado que se retira
del ajedrez de competición, poniendo de
esta forma fin a su trayectoria... haciéndolo desde el
éxito, ya que contribuyó a la medalla de plata lograda
por su selección.
Judit Polgar es una
persona que ha sobresalido también fuera del tablero.
Sin permitir que la fama le afecte, siempre mantuvo la
misma modestia que le acompañaba cuando jugaba con un
peluche bajo el brazo. Durante toda su carrera jamás se
desmarcó con peticiones extrañas en los torneos y
siempre se mostró muy cercana a los aficionados,
reservando una sonrisa para todo aquel que se acercaba a
conocerla o simplemente a pedirle un autógrafo. Esto lo
puedo confirmar en primera persona, ya que tuve la
suerte de verla en directo durante el Torneo de Ciudad
Real (2007).
Este articulo es un pequeño homenaje a una jugadora de
ajedrez sobresaliente que supo utilizar su talento para
crear jugadas de fantasía dentro del tablero. Pero
también es un homenaje a una luchadora que tuvo que
superar muchas barreras para competir en un mundo que
era casi exclusivamente masculino, demostrando que el
talento nada tiene que ver con el género al que
pertenece una persona. Por eso, Judit es un ejemplo que
muchas mujeres deberían seguir, una leyenda viva que
sirve para que la palabra igualdad crezca y se acerque a
la utopía de instalarse definitivamente en esta
sociedad.
Sus estadísticas en partidas oficiales son: 476
victorias, 290 derrotas y 494 tablas; con un promedio de
57'4% (el promedio se saca de sumar victorias y tablas,
y dividirlo por las partidas totales).
Para terminar, 5 partidas rebosantes de energía
atacante de la mejor jugadora de todos los tiempos... el
ajedrez echará de menos sus combinaciones repletas de
fantasía e ingenio:
Javier
Cordero Fernández
(29
Septiembre 2005, varias veces actualizado)
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