Boris Spassky logró, en la primavera de 1969, alcanzar la
cumbre más alta del ajedrez: el campeonato del mundo.
El camino no fue nada sencillo, empezando por el durísimo
torneo de candidatos que tuvo que disputar, en el cual
logró derrotar (en eliminatorias) a Geller (5'5-2'5),
Larsen (5'5-'2'5) y Korchnoi (6'5-3'5). Lo que le esperaba
en la final era todavía más terrible: Tigran Petrosian,
el muro infranqueable, el rey de la defensa.
Prepararse para tal acontecimiento no tuvo que ser tarea
sencilla. Spassky sabía lo que le esperaba, partidas
durísimas, mucho juego posicional y grandes dificultades
para lograr victorias... una batalla en la que habría que
pelear por cada metro de terreno. La victoria que vemos
más arriba, la más brillante del match, resultó clave
en el devenir del duelo, ya que Spassky logró una ventaja
de dos puntos cuando sólo quedaban 4 partidas,
deshaciendo la tremenda igualdad reinante.
Reinar en el ajedrez de los 60-70 estaba destinado a los
más grandes. Tal vez sea la época donde más jugadores
de alto nivel competían, donde más candidatos había a
la corona mundial. No hablo de la proliferación de GM que
existe en la actualidad, sino de verdaderos jugadores de
gran talento capaz de ser campeones del mundo. Petrosian,
Spassky, Tahl, Larsen, Korchnoi, Fischer, Polugaevsky,
Ljubojevic, el joven Karpov, Geller... y seguro que me
olvido de alguno. Por ello, reinar entre tanta competencia
era complicado... y poco duradero, ningún jugador
retenía el título durante varios años, lo que supuso
una de las épocas más brillantes de la historia del
ajedrez. |