Mikhail Ivanovich Chigorin nació el 12 de Noviembre de
1850, en Gatschina (Rusia), cerca de San Petersburgo.
Falleció el 25 de Enero de 1908, en Lublin, de
diabetes.
Muchos ajedrecistas de finales del XIX tuvieron vidas
complicadas, Chigorin fue uno de ellos, al menos durante
sus primeros pasos ya que se quedó huérfano a los 10 años,
por lo que tuvo que vivir su adolescencia en un
orfanato. Fue un genio tardío, ya que no aprendió a
jugar al ajedrez hasta los 16 años (enseñado por su
profesor de la escuela). Tras completar su educación,
estableció su residencia en San Petersburgo y comenzó
a trabajar como oficinista para una institución
estatal.
Su progreso en el ajedrez fue lento, aunque firme, con
20 años todavía recibía un peón de ventaja de sus
rivales. En 1873 llegó el momento de tomar la decisión
más importante para un ajedrecista: dedicarse al
ajedrez profesionalmente o no... creo que todos conocéis
el camino que eligió nuestro protagonista. No eran
tiempos fáciles para la práctica del ajedrez, no había
muchos torneos ni lugares donde jugar, por fortuna
Chigorin disponía de la cafetería Dominika, en su
ciudad natal, donde se reunían multitud de jugadores.
En 1875 abandonó su trabajo para dedicarse plenamente
al ajedrez (decisión tomada gracias al asesoramiento de
Szimon Winawer, que vio el gran potencial de su compañero).
El trabajo dio sus fruto y sólo 3 años después ya era
considerado el mejor jugador de Rusia, sus resultados en
matches individuales contra sus compatriotas le
avalaban.
Ganó su primer torneo en 1879, en San Petersburgo. Su
primera salida al extranjero se produjo dos años después,
en el torneo de Berlín, donde logró clasificarse en
tercer lugar. Los buenos resultados siguieron llegando y
sus triunfos ante jugadores como Alapin, Schiffers y De
Rivieré (en la modalidad de match) le dieron una gran
fama. Este reconocimiento le proporcionó el pasaporte
para poder disputar el trono mundial en el que se
sentaba, impasible, Wilhelm Steinitz.
Steinitz no dudó en aceptar el desafío de Chigorin, no
en vano le consideraba uno de sus rivales más fuertes y
el austriaco siempre se caracterizó por su valentía a
la hora de elegir a sus adversarios en el campeonato del
mundo (algo que otros campeones del mundo se negaron a
hacer). Además quería demostrar que sus ideas
posicionales debían imponerse al juego de ataque y
combinaciones del ruso, sin olvidar un cierto aire de
revancha ya que Chigorin le había derrotado en 3 de las
4 partidas que habían disputado.
El encuentro
por el campeonato del mundo tuvo lugar en La Habana, en
1889, y levantó una gran expectación entre la
comunidad ajedrecística. Aunque no debe servir de
excusa, hay que resaltar que el match comenzó apenas 48
horas después de la llegada de Chigorin, tras 32 días
de viaje (26 de ellos por mar). El encuentro estuvo muy
igualado en su inicio y sólo a partir de la
decimotercera partida Steinitz consiguió imponerse.
Durante las 20 partidas de que constó el desafío sólo
una terminó en tablas, eran tiempos donde en el tablero
se desencadenaban luchas sin cuartel y no se especulaba
con tablas rápidas para ahorrar energía. Steinitz era
más regular y su juego se adaptaba mejor a las
condiciones de un match de varias partidas, por lo que
al final se terminó imponiendo por 10'5-6'5 (10
victorias, 1 en tablas y 6 derrotas). (Ver
tabla).
Muchos jugadores quedan muy afectados por derrotas tan
importantes como la pérdida de un campeonato del mundo,
sin embargo, Chigorin demostró una gran capacidad de
recuperación y apenas dio muestras de flaqueza, ya que
unos meses después consiguió vencer (empatado con
Weiss) en el Torneo de New York, una competición
fortísima donde sumó 27 victorias en 38
partidas. (Ver
tabla).
También
demostró no estar demasiado intimidado por Steinitz, ya
que criticó las variantes del Gambito Evans y la
apertura de los 2 caballos recomendadas por Steinitz en
su libro "Modern Chess instructor". Esto
enfureció a Steinitz, que criticó con dureza a su
rival. La trifulca se resolvió con la disputa de un
match por telégrafo, a 2 partidas en las que se
jugarían esas dos variantes. El resultado se decantó
con claridad del lado del ruso, que obtuvo el triunfo en
ambas partidas. Chigorin era un virtuoso de estas dos
variantes y eso era algo que tenía que haber aceptado
el malhumorado Steinitz. De hecho las aperturas abiertas
eran sus preferidas (como buen jugador romántico),
siendo su otro fuerte el Gambito de Rey. Podéis ver
más detalles sobre este duelo en otro artículo de mi
web: (Como
Chigorin tumbó a Steinitz).
Tras éste último acontecimiento, el público pedía a
gritos un nuevo match entre los dos grandes jugadores
del momento, el cual se produjo otra vez en La Habana,
en 1892. La capital cubana se convertía de esta forma
en la capital mundial del ajedrez.
El match
respondió a todas las expectativas creadas, mucha
igualdad y lucha titánica en cada partida. En la 23ª
partida el resultado era 11'5-10'5 a favor de Steinitz,
en esa partida Chigorin jugó con brillantez y logró
una ventaja decisiva. Pero inesperadamente apareció el
Chigorin irregular y cometió un error incomprensible
que dio la victoria al austriaco por mate en 2 jugadas.
Esta partida supuso el final del match, ya que estaba
programado a 24 partidas. En caso de empate el campeón
retenía el título y sólo si se empataba a 9 victorias
el match podía continuar hasta que alguno de los
oponentes llegase a 12 triunfos. (Ver
tabla).
Esto demuestra que no todo se puede lograr a base de
talento, Chigorin era traicionado por sus nervios en los
momentos importantes y esto mermaba su capacidad
competitiva. El ruso es uno de los jugadores con más
talento de la historia, pero se vio lastrado por no
haber conseguido el título mundial, ya que la historia
reserva un espacio único a aquellos que han logrado
ocupar su trono y pueden de ese modo gobernar el reino
del ajedrez. De hecho Richard Reti 'se olvidó' de
Chigorin en su fabuloso libro 'Los grandes maestros del
tablero', algo difícil de comprender. El error garrafal
de la penúltima partida le marcaría para el resto de
su vida, tanto, que tomó la decisión de no volver a
pelear por ser campeón del mundo. Para comprender la
dimensión de ese fallo nada mejor que verlo:
Chigorin
- Steinitz, La Habana 1892
Ver
diagrama en texto
Es
increíble que Chigorin moviese el alfil que defendía
el peón clave:
32.Ab4,
Steinitz realizó la respuesta lógica 32...Txh2+
A pesar de que
su confianza se había visto resentida, su juego siguió
siendo fuerte y consiguió grandes resultados en muchos
torneos. Podéis ver su trayectoria en el siguiente
enlace (Ver
Palmarés).
De hecho, tras la retirada de Steinitz, Chigorin seguía
siendo considerado el 2º mejor jugador del mundo, pero
en esta ocasión a la sombra de Emanuel Lasker. Los
desafíos siguieron llegando, en este caso bajo la forma
de nuevos matches, todos ellos victoriosos: contra
Schiffers, Charousek e incluso llegando a derrotar a
Lasker en un desempate por el Torneo de Budapest de
1896, con un resultado de 3'5-2'5. También empató en
un espectacular match con Tarrasch, en 1893, con un
resultado de 11-11 (9 victorias para cada jugador y
sólo 4 partidas finalizadas en tablas).
Hay que hacer
una reseña especial a su participación en el famoso Torneo
de Hastings (1895), donde
consiguió ser segundo a sólo medio punto del ganador
Pillsbury y por delante de Lasker, Steinitz, Tarrasch,
Schlechter, Janowski... Además ganó el premio al
jugador de estilo más espectacular del torneo,
recibiendo por ello un anillo de oro y piedras preciosas
y un ejemplar de 4 tomos del libro de Salvioli
"Teoría y práctica del ajedrez". Una muestra
más de su fuerza en el tablero.
Chigorin fue un genio del ajedrez, original y creativo,
pero su increíble irregularidad le impidió tener un
lugar preferente en la historia. En sus partidas era
capaz de crear una obra de arte (como muchas que podéis
encontrar en esta web) o de cometer errores garrafales
que le conducían a la derrota. También es necesario
recordar las numerosas ideas innovadoras que aportó al
ajedrez, su dominio del gambito Evans no ha podido ser
igualado por nadie y ha alcanzado el rango de
legendario. Chigorin fue de los pocos que osaron
rechazar parte de las ideas de Steinitz, su opinión era
clara: "Las mejores normas de juego están lejos de
conocerse". Para Mikhail lo más importante era un
rápido y correcto desarrollo de las piezas, lo que
permitía lanzar ataques contra el enroque del rival con
garantías de éxito. En realidad estas ideas se
anticiparon a lo que sería la época del
Hipermodernismo, a principios del Siglo XX, con Richard
Reti a la cabeza. |