La
infancia de Tahl... un genio en ciernes

(
Autor : Javier Cordero Fernández -
© Ajedrez de
ataque )
El pequeño Misha empezó a sorprender a sus padres a
los 3 años de edad, cuando ya leía y recordaba páginas
enteras de memoria. Alguien capaz de hacer algo así no
iba a ser una persona común, algo que se confirmó
cuando el niño comenzó su andadura escolar, ya que sólo
duró 3 días en el primer curso al ser inmediatamente
pasado al tercer curso a la vista de su potencial.
Con sólo 7 años leía todo lo que caía en sus manos,
hasta el punto de empezar a preocupar a su padre al
comprobar como Misha había 'devorado' casi toda su
biblioteca particular. En un intento de desviar a su
hijo de su desmesurada afición por la lectura, que en
su opinión podía ser perjudicial para una mente que aún
estaba formándose, el Sr. Tahl decidió enseñar a su
hijo a jugar al ajedrez... sin saberlo, había
despertado en su hijo una afición todavía mayor que la
lectura, en la que pudo dar rienda suelta a todo el
talento y la creatividad que llevaba dentro.
Por aquel entonces también practicaba con fervor el fútbol,
en la posición de portero... dicen los que le pudieron
ver que no lo hacía nada mal. Su otra gran pasión,
esta vez alejada del deporte, era la música clásica,
afición heredada de su madre. En el colegio destacaba
por encima del resto, sobre todo en las matemáticas,
aunque su profesor solía desesperarse porque Mikhail no
usaba su cuaderno y resolvía todos las ecuaciones y
problemas complicados directamente en su mente (¡¡a la
ciega!!).
Al poco de adentrarse en el ajedrez se dirigió al
Palacio de Pioneros de Riga para pedir su admisión, la
cual le fue concedida con rapidez debido a su excelente
nivel académico. Tahl se pasaba los días enteros en el
club y por las noches devoraba sin parar todos los
libros de ajedrez que llegaban a sus manos, en ocasiones
hasta bien entrada la madrugada. Analizaba partidas a la
ciega y a veces pasaba noches enteras sin dormir
dedicado a esa tarea. Como es lógico, sus padres
comenzaron a preocuparse al ver como su hijo se dedicaba
al ajedrez de una forma casi enfermiza, por lo que
decidieron pedir consejo al jugador letón Alexander
Koblenz. Koblenz observó a Tahl y comentó a la familia
que estaba seguro de que Misha se convertiría en
maestro, ya que tenía un talento especial. Fue entonces
cuando Koblenz empezó a entrenar a Tahl, algo que haría
durante toda su carrera, mostrando ser un pedagogo
excelente y convirtiéndose en su persona de confianza.
Con el paso de los años la figura de Koblenz se hizo
cada vez más importante para Tahl, siendo el apoyo que
necesitaba en todo momento.
Alexander
Koblenz, entrenador, apoyo y gran amigo de Tahl
Estos inicios parecían muy prometedores, pero en unos
tiempos tan convulsos, como los de mitad de silgo, la
desgracia podía aguardar en cada rincón. Cuando
Alemania invadió la URSS durante la II Guerra Mundial,
la familia Tahl se vio obligada a refugiarse en Yurla,
en el corazón de los Urales, lo que supuso que el
aprendizaje del chico se quedase en el aire. Tras la
guerra pudieron regresar a Riga y Tahl pudo retomar el
ajedrez y sus estudios.
Su progreso en el ajedrez se puede equiparar a sus meteóricos
logros académicos. Con 13 años ya consiguió vencer a
un gran maestro: Ratmir Jolmov, lo hizo durante unas
simultaneas dadas por su rival en Riga: (Ver
partida).
Tahl ya demostraba una gran capacidad de cálculo a
pesar de su corta edad, resulta poco común desarrollar
tan pronto un 'instinto asesino' para el ajedrez y todavía
menos común conservarlo hasta el fin de su carrera. Ese
mismo año volvió a jugar otra gran partida de ataque,
que fue la primera de su autoría en
ser publicada en una revista especializada
(Ver
partida).
El primer premio que recibió en su carrera no fue por
ganar un torneo, sino por una de sus partidas: obtuvo el
premio de belleza a la partida más espectacular en el
Torneo de la tres Repúblicas Bálticas de 1948; el
premio consistió en una enorme y lujosa edición del
libro "Pedro I", de Lev Tolstoi. Talento
a raudales y una filosofía de juego que mantendría
durante toda su vida: Ataque, siempre ataque.
La capacidad de Tahl no conocía límites, algo que
demostró al comenzar sus estudios universitarios con sólo
16 años, tras recibir un permiso especial del
Ministerio de educación debido a su juventud (ya lo habían
intentado cuando tenía 15, pero la ley no contemplaba
esta posibilidad hasta los 16). Cursó estudios de
Literatura, decantándose por una de sus grandes
pasiones, y lo hizo en un tiempo record. Realmente podría
haber estudiado lo que hubiese deseado, su mente era
genial y no tengo duda de que hubiese destacado en la
profesión que
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