Dos
colosos
(por
Ramón Rey Ardid)
Alexander
Alekhine y Ramón Rey Ardid
- Zaragoza 1935
Foto
publicada por 'Heraldo de Aragón'
El lector Eduardo L.
Miguel, antiguo jugador de ajedrez en Aragón, me sugirió
rescatar del pasado un escrito del Dr.
Ramón Rey Ardid,
sobre Capablanca y Alekhine. Me pareció
una idea fenomenal y seguimos en contacto a través del
correo. Esta es la historia que fraguó dicho escrito:
Retrocedamos algo más de dos décadas, en 1986, en
Zaragoza se disputó el Torneo Ibercaja. Dos jugadores del
club Ibercaja, uno de ellos el ya mencionado Eduardo L.
Miguel, decidieron editar un boletín con las partidas del
torneo y algunas anécdotas sobre la historia del ajedrez.
Para completar el boletín pidieron a Ramón Rey Ardid que
escribiese una comparativa entre Alekhine y Capablanca, ya
que había conocido a ambos en su época de jugador. Por
supuesto, como gran caballero que era, aceptó el encargo
y escribió un artículo realmente interesante. En el
boletín también venía incluida una bonita partida
comentada, muy del estilo de 'Ajedrez de ataque', que
pueden ver en el siguiente enlace: (Cisneros-Gimeno).
Basílica
del Pilar - Zaragoza
Es un auténtico placer poder rescatar este tesoro
ajedrecístico a través de 'Ajedrez de ataque' y sólo
puedo dar las gracias a Eduardo Miguel por haberme mandado
este material. Sin más, pasemos a la lectura del
artículo de Rey Ardid (recordad que tenía 84 años
cuando lo escribió), donde nos da una visión distinta,
más cercana, de estos dos campeones, entrando también en
su lado más oscuro, que también lo tuvieron:
Dos
colosos - Ramón Rey Ardid (Zaragoza 1986)
El ajedrez magistral está señalado a través de los
tiempos por varias parejas de colosos: Anderssen y Morphy,
a mediados del siglo pasado. Les siguen Steinitz y Lasker.
Vienen a continuación Capablanca y Alekhine. Y ya, en
nuestros días, hay que citar a Botvinnik y Fischer y, por
fin a Karpov y Kasparov. Las dos primeras parejas están
demasiado distantes y las dos últimas son, por
contemporáneas, harto conocidas. Pienso que la
intermedia, Capablanca-Alekhine, no es tan familiar para
los jóvenes actuales y por esta razón y por haber
convivido con ellos durante muchos años, doy a
continuación sendos esbozos de sus respectivas
personalidades.
José
Raúl Capablanca y Graupera
Nació en el Castillo del Príncipe de la Habana, el 19 de
Noviembre de 1888. Su padre era militar y su madre era de
origen catalán. A los cuatro años de edad corrigió a su
progenitor un error que había cometido en una partida
dominguera, jugada en su domicilio con un amigo. Por ello
fue llevado al Club de ajedrez de La Habana, donde dejó
pasmados a los concurrentes. El notable jugador y
crítico, Andrés Clemente Vázquez, vaticinó que en
aquel niño se encerraba un genio ajedrecístico, y no se
equivocó.
Fue pronto campeón de Cuba, derrotando a Corzo por 4
partidas ganadas, 2 perdidas y 6 tablas, a los doce años
de edad. Terminando su bachillerato, se trasladó a
Norteamérica donde inició los estudios de Ingeniería en
la Universidad de Columbia, estudios que abandonó más
tarde por causa del Ajedrez. En los años 1908 y 1909, y
bajo los auspicios del American Chess Bulletin, hizo
nuestro héroe su primera tournée por Estados Unidos
(jugó 734 partidas simultáneas de las que ganó 703,
empató 19 y perdió 12). El año siguiente jugó su
famoso match con el gran maestro Marshall, a quien venció
estrepitosamente (+8, -1, =14). Después, todo fueron
victorias y primeros premios, comenzando por el torneo de
San Sebastián 1911. No los detallamos aquí porque
preferimos informar de su personalidad.
Conocí a Capblanca en el torneo de Barcelona de 1929, y
desde entonces fuimos buenos amigos. Era un hombre de
mundo, un verdadero caballero, bien portado, de finos
modales, de refinada educación anglo-sajona. Jamás
seguía de buen grado una conversación sobre ajedrez
porque lo detestaba, lo mismo que el albañil detesta el
andamio. Despreciaba la teoría y también, en el fondo, a
los demás maestros. Tal era su desmesurado orgullo que se
esforzaba en no poner de manifiesto. Su conversación era
correcta pero, en el fondo, superficial. Muy pocas veces
se le veía jugar partidas ligeras o 'de café', ni
analizar profundamente una posición. Sus juegos favoritos
eran el dominó y el tenis. Y, sobre el tablero, alardeaba
de demoler variantes que sus adversarios le traían
preparadas (variante Riga, variante Marshall, en la
española, por ejemplo). Su repertorio de aperturas era
escaso y no muy profundo, lo que le costó, en mi
opinión, perder el campeonato del mundo en 1927 frente al
Dr. Alekhine. Por el contrario, su juego era de alta
precisión en los finales, de los que nos ha legado
verdaderas obras maestras. En los torneos, meditaba poco
sus jugadas y sus partidas solían ser casi siempre las
primeras en terminar.
Su vida, un tanto mundana, le llevó a una decadencia
prematura y en sus últimos torneos (AVRO,
Semmering-Baden) tuvo actuaciones más bien mediocres.
Para terminar, una anécdota. Durante el torneo de Ostende
(abril 1936), en el que tomé parte, Capablanca fue
espectador a pie firme de mi partida con Stahlberg, que
terminó en tablas. Contento con este resultado con un
gran maestro, pregunté a Capablanca que le había
parecido mi juego. Su respuesta fue rápida: ¡Muy mal! Si
hubieses tomado al paso aquel peón, tu adversario se
quedaba perdido. Lo comprobamos en un tablero y,
naturalmente Capablanca tenía razón.
Alejandro
Alejandrovich Alekhine
Nació en Moscú el 1 de Noviembre de 1892, de familia
aristocrática. Su padre, miembro de la guardia del Zar,
murió en la Revolución bolchevique, lo que creó una
situación ambigua que resolvió expatriándose después
de haberse casado con una maestra suiza, propagandista
política contratada, de la que tuvo un hijo que nunca
reconoció. En plena guerra mundial, fue internado en
Triberg (Alemania) junto con otros maestros de ajedrez
como Bogoljuboff y Selesnieff. Al terminar la guerra, en
1918, recorrió Europa ganando muchos primeros premios en
torneos (Budapest y La Haya, 1921; Hastings, 1922;
Karlsbad y Potmouth, 1923; París, Berna, Baden-Baden y
Hastings, 1925), afincándose luego en París y
continuando sus triunfos que culminaron ganando el
campeonato del mundo al vencer a Capablanca en 1927.
Conocí al Dr. Alekhine en 1922, con ocasión de un breve
recorrido que hizo por España. Mas cuando establecí con
él estrechas relaciones personal fue en la segunda mitad
de la última guerra mundial. Al principio de la misma,
cuando las tropas hitlerianas invadían y arrollaban
Europa, Alekhine se manifestó como pro-nazi y antisemita.
Mas cuando la estrella alemana comenzó a languidecer,
huyó de la Europa sangrante y se refugió en España
pasando en Zaragoza largas temporadas y jugando con quien
esto escribe cerca de trescientas partidas amistosas de
media hora de duración y de las cuales no queda sino el
recuerdo.
Tan sólo un breve match a cuatro partidas que ganó por
una victoria y tres tablas, dejó memoria de su paso por
Zaragoza. Recorrió España jugando pequeños torneos y
partidas simultaneas con desigual fortuna. Ya no era el
mismo. La depresión, la falta de recursos, y sobre todo
el alcohol, fueron convirtiéndole en un guiñapo humano,
muy bien retratado por nuestro Pablo Morán en su
magnífico libro "La agonía de un genio".
¿Cómo era Alekhine? Yo lo resumiría diciendo que era la
contrafigura de Capablanca. Para él, la única razón de
su vida era el ajedrez. No hablaba de otra cosa. Era
egoísta en extremo, amaba la vida bohemia. Psicópata
sexual, se casó sucesivamente con tres ancianas.
Terminada la guerra, quiso participar en el torneo de
Londres, pero se le puso el veto en vista de su conducta
sospechosa. Tampoco se le escuchó de igual modo cuando
anunció que estaba dispuesto a poner en juego su título
de Campeón Mundial frente a Botvinnik. En 1946 pasó a
Portugal y en Estoril le sorprendió la muerte el 25 de
Marzo mientras analizaba la partida Medina-Rico.
(Publicado
el 27 Noviembre 2008)
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