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Obsesión al límite

( Autor : Javier Cordero Fernández - © Ajedrez de ataque )

          El pueblo ruso parece siempre rodeado e impregnado por un halo de tragedia. No es la tierra más fértil ni la más sencilla de habitar. Aun así, nunca deja de sorprender el número de dramas e historias de superación que se encuentran al profundizar en su historia. El ajedrez no se salva de este hecho y son numerosos los casos de maestros soviéticos cuyas vidas fueron trágicas, sobre todo entre los que vivieron durante el periodo de entreguerras.

            La historia de Vsevolod Rauzer es la de una obsesión al límite, tanto, que le hizo perder la perspectiva de la realidad. Y como esto no es una película, el final no fue feliz, los problemas no se solucionaron tras una bella lucha de superación y el protagonista no terminó consiguiendo a la chica... todo lo contrario, el final fue trágico y llegó demasiado pronto.

           Vsevolod Alfredovich Rauzer nació el 16 de Octubre de 1908, en algún lugar de Ucrania. Falleció en Leningrado en 1941, no se conoce la fecha exacta.

           Rauzer aprendió a jugar al ajedrez a los 10 años siguiendo un libro escrito por Jean Dufresne, un primer acercamiento al ajedrez clásico que tuvo continuidad en su siguiente paso, que fue estudiar las partidas de Lasker y de Tarrasch. Rauzer siempre confesó ser un ferviente seguidor de los jugadores antiguos, lo que influyó en el afán investigador con el que siempre entendió el ajedrez.

           En la historia de Rauzer todo se sale de lo habitual. Mientras todos los jóvenes prometedores se  trasladaban a Moscú o Leningrado para poder progresar bajo las órdenes de los profesores más cualificados, Rauzer permaneció en Kiev, donde vivía en un pequeño apartamento junto a su madre. A pesar de ello, pronto se convirtió en uno de las grandes promesas soviéticas, sobre todo tras su brillante triunfo en el Campeonato de Ucrania cuando sólo tenía 19 años. Ese mismo año logró el título de maestro, aunque su debut en el campeonato de la URSS no estuvo a la altura de lo esperado. En 1934, tras demostrar su buen nivel logrando un 8º y un 6º puesto en el campeonato soviético, decidió mudarse a Leningrado, una resolución acertada que le permitió mejorar su preparación de forma ostensible. Además, su vida mejoró a nivel personal al conseguir un trabajo como mensajero para el Departamento financiero Estatal.

Rauzer, de perfil, meditando ante el tablero

           1936 fue el momento de su eclosión. Rauzer logró la victoria en un importante torneo de jóvenes maestros disputado en Leningrado, en el que se dieron cita los jugadores más prometedores del país: Ver tabla. Confirmó estas buenas sensaciones con un nuevo primer puesto conseguido en el Campeonato de Leningrado. Después apenas volvió a competir por razones que conoceremos un poco más adelante.

           Aunque parezca extraño, la trayectoria de Rauzer no se debe juzgar por sus resultados, sus aportaciones van mucho más allá de unos simples números. Rauzer fue un estudioso compulsivo, profundizó en multitud de líneas de distintas aperturas, como la Española, la Siciliana, la Francesa o el Gambito de dama. Sus ideas gozaban del respeto de sus rivales y compañeros, que no dudaban en utilizar las novedades que Vsevolod descubría. En las incontables horas que dedicó al análisis, también compuso estudios artísticos y problemas, como los dos (que me ha enviado Joaquim Travesset) que pueden ver a continuación: (Estudios artísticos). Rauzer siempre tuvo un pensamiento independiente y alguna de sus ideas fueron realmente curiosas, muchas de ellas nacidas en el estudio meticuloso de los finales. Célebre es una frase que pronunció: "1.e4 y las blancas ganan". Lo que no es tan conocido es como llegó a semejante conclusión, lo cual ocurrió durante un Campeonato de la URSS en el que había cedido varias tablas 'dolorosas' jugando 1.d4. Tras una de esas tablas declaró que 1.d4 es un grave error ante la respuesta negra 1...d5, que conduce a tablas de forma invariable... resulta complicado estar de acuerdo.

           ¿Dónde se encuentra el lado trágico de esta historia? Paciencia, ya hemos llegado: Vsevolod Rauzer era un persona extraña, con un comportamiento que se salía de lo normal. Los cronistas de la época relatan que incluso su aspecto resultaba chocante: ojos grises, casi albino y muy alto, llegaba a intimidar a pesar de su naturaleza bondadosa... pero lo realmente sorprendente era su comportamiento: Rauzer estaba completamente obsesionado con el ajedrez, hasta límites que nunca se han conocido en un maestro. Su obsesión traspasó todo tipo de lógica: descuidaba su alimentación, apenas dormía y no tenía contacto con otros seres humanos. Su vida estaba compuesta de torres, alfiles y peones, lo que le llevaba a tener comportamientos extremos. Muchos días se ponía en pie a las 6 de la mañana, para sentarse inmediatamente ante el tablero y analizar posiciones sin cesar hasta la madrugada; lo hacía durante 16 horas seguidas, sin apenas probar bocado durante todo el día... y aun así le parecía un entrenamiento escaso: en cierta ocasión declaró, suspirando: "no puedo dedicar más de 16 horas al día a estudiar teoría, mi cabeza no da para más".

Caricatura de Rauzer

           Detrás de este comportamiento compulsivo se escondían graves problemas mentales, los cuales afloraron de forma imparable a finales de los años 30, influyendo de forma muy negativa en su salud. La siguiente anécdota deja claro que Rauzer estaba empezando a perder la razón: tras caer derrotado en una partida del Campeonato de la URSS, dejó pasmado al grupo de personas que le escuchaban al comentar: "No puedo jugar bien al ajedrez. Tengo defectos en mi cara". Ese día ni siquiera quiso acudir a la cena y decidió comer algo en su habitación. Al día siguiente Rauzer tampoco acudió al desayuno y la preocupación se instaló entre sus conocidos, por lo que su entrenador, Andrei Batuyev, fue a buscarle a su habitación. Lo que allí encontró le dejó boquiabierto: Rauzer se encontraba profundamente dormido con la cabeza apoyada en un tableo de ajedrez y rodeada de piezas, al lado del tablero había un sandwich de caviar a medio comer. Rauzer, obsesionado por el resultado de la partida, se había pasado toda la noche analizando posiciones hasta quedar absolutamente rendido.

           En 1937, a la vista de que sus problemas mentales iban en aumento, dejó de competir. En 1940 su estado empeoró y fue ingresado en un hospital psiquiátrico. Rauzer no tuvo la oportunidad de recuperarse y volver a integrarse a la sociedad, ya que falleció en 1941 durante el asedio al que las tropas nazis sometieron a Leningrado.

           Rauzer no supo encontrar el equilibrio en su vida. Excesivamente obsesionado por el ajedrez, perdió la perspectiva y olvidó que el ser humano necesita otras cosas para completar su existencia. Su obsesión le consumió y acabó haciendo pedazos su espíritu y su mente. Para el recuerdo quedan todos los resultados de sus incansables investigaciones y, como no, sus partidas. A pesar de ser un jugador posicional, en su legado se puede encontrar algunas partidas brillantes, no en vano los entrenadores soviéticos insistían a sus alumnos en la necesidad e importancia de combinar de vez en cuando en sus partidas:

Javier Cordero Fernández

(2 Septiembre 2013)

 

Rauzer - Rokhlin,  Odessa  1929

Riumin - Rauzer,  Odessa  1929

Rauzer - Alatortsev,  Tbilisi  1937

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BIBLIOGRAFÍA

"The soviet school of chess" - Alexander Kotov y Mikhail Yudovich

"Soviet chess (1917-1991)" - Andrew Soltis


 

 

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