Esta partida resulta sorprendente, es la máquina la que
se decide a combinar y dinamita toda la posición. Los
alfiles negros están fenomenalmente colocados para
apoyar un ataque contra el enroque, eso, unido a la
entrada de la dama en g5, justifican de sobra el
sacrificio de caballo.
Tras las escaramuzas cercanas al rey blanco, la máquina
sale con ventaja, aunque no demasiado grande. Tal vez un
GM no perdonaría en una situación similar y menos tras
la posición generada en la jugada 37, pero el gran
defecto de los programas de la época era su flojo juego
en los finales, algo que quedó demostrado en esta
partida y que sirvió a Levy para salvar una
situación delicada forzando un empate.
Las computadoras son incapaces de jugar bajo un plan de
juego, algo imprescindible en un final de partida. El
efecto horizonte (el número de jugadas en adelante que
pueden calcular, que en esos tiempos era bastante bajo)
lastraba su capacidad de juego cuando quedaban pocas
piezas en el tablero. |