Reuben
Fine fue unos de los jugadores más destacados de su época.
Asiduo a los torneos de candidatos, luchó por ser campeón
del mundo en un ajedrez dominado por los soviéticos.
Era
un gran especialista en el ajedrez a la ciega y su forma
de conducir las simultaneas ya ha sido tratada en las
referencias sobre Alekhine y Pillsbury, basándose
simplemente en la memoria fotográfica. Para
llevar a cabo esta forma de jugar hay que tener un
conocimiento perfecto del tablero, la relación entre
las casillas y cada una de las piezas. Es necesario
percatarse del material presente, la estructura de
peones, posición de las piezas, etc...
Según
Fine, el GM no analiza todas las variantes de una posición,
elige sólo aquellas que le parecen más importantes. En
la modalidad a la ciega resulta muy complicado analizar
variantes, en una simultanea de 40 partidas tienes que
analizar 80 posiciones en cada jugada (40 de tus piezas
y otras 40 de tus rivales), lo que dificulta la tarea
extraordinariamente. El GM tiene ciertas ventajas: la
estructura de peones no se descompone tras la apertura,
el Rey apenas se mueve, etc... Fine saca en conclusión
que de las 30 ó 40 jugadas de una partida, sólo 6 ó 7
son movimientos claves, por lo que el resto son jugadas
sencillas de ver.
Para
Fine cualquier jugador profesional puede dar simultaneas
a la ciega de unas 10 partidas, los que son capaces de
dar exhibiciones de más de 30 partidas pueden ser
calificados de genios y son pocos los que aparecen en
cada generación.
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