Eduard
Gufeld siempre fue una fuente inagotable de anécdotas.
Veamos lo que fue capaz de hacer este exquisito jugador
por amor.
Remontémonos
al año 1953, Gufeld contaba con sólo 17 años y a esa
edad las hormonas dominan todos nuestros pensamientos.
Nuestro protagonista se quedó prendado ante la belleza
de una compañera de tablero: la moscovita Bella (cuyo
diminutivo en ruso es Bellocka), también de 17 años.
Ambos coincidieron en el Campeonato juvenil de la URSS
por equipos y Gufeld no podía apartar su mirada de los
ojos azules de Bellocka. Pero ella ignoró todos sus
intentos de acercamiento y Eduard se sintió entonces el
ser más desgraciado del planeta.
Los
días pasaron y el torneo seguía avanzando, hasta que
se llegó a la partida que marcaría esta historia.
Durante esa ronda Gufeld estaba
constantemente pendiente de la moscovita, pese a tales
distracciones consiguió llevar por buen camino su
partida. En la jugada 29 el genial ucraniano ideó un
precioso sacrificio de pieza, veámoslo:
Jasidovsky
- Gufeld, Eduard
Cto.
URSS equipos junior 1953
1.d4
Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 Ag7 4.e4 d6 5.Cf3 0–0 6.Ae2
e5 7.0–0 Cc6 8.d5 Ce7 9.Ce1 Ce8 10.Ae3 f5
11.f3 f4 12.Af2 g5 13.b4 Tf6 14.c5 h5 15.h3 Tg6
16.cxd6 cxd6 17.Tc1 g4 18.hxg4 hxg4 19.fxg4 Cf6
20.g5 Txg5 21.Cf3 Th5 22.Cd2 Th7 23.Db3 Cg6
24.a4 Af8 25.Cb5 Ag4 26.Dd3 f3 27.Axf3 Cf4
28.Db3 De8 29.Tc7 Th1+ 30.Rxh1 Dh5+ ½–½
Después
de 29.Tc7
El
análisis post-mortem no deja lugar a ninguna
duda, las negras
ganan:
31.Ah4 Dxh4+ 32.Rg1 Axf3 33.Txf3 Cg4 34.Txf4 y
mate en 10 |
Toda
la sala se arremolinó alrededor de la mesa donde se había
producido esta bella jugada... salvo Bellocka, que
se quedó impasible sentada ante su tablero. Gufeld se
levantó, fue hacia la mesa de Bellocka y le dijo:
"Ven a ver mi combinación. Este sacrificio que he hecho,
lo he hecho para ti". La muchacha levantó la vista
un momento y la volvió a posar en el tablero, pero
ahora algo nerviosa, tanto, que realizó un mal
movimiento y perdió su dama. Bellocka,
disgustada, salió precipitadamente de la sala con lágrimas
en los ojos. La culpa rindió visita a Gufeld, que rápidamente
volvió a su mesa y, a pesar de tener una posición
ganadora, ofreció tablas a su rival (algo que éste
se apresuró a aceptar) para salir a toda prisa de la
sala buscando consolar a Bellocka.
Pero Bellocka no quería ser consolada y
denunció la situación a la organización, la cual
amonestó a Gufeld prohibiendo que se acercase al equipo
ruso femenino mientras se jugasen las partidas.
Gufeld
sólo pudo volver a ver a Bellocka cuando Rusia y
Ucrania se enfrentaron en el torneo, para no volverse a
encontrar nunca más. El amor suele cegar el
entendimiento y nublar la inteligencia. Pero, ¿quien no
ha hecho alguna locura con 17 años?.
Javier
Cordero Fernández
(3
Septiembre 2008) |