La partida, por sí sola, ya es una auténtica joya.
Pero hubo algo que le dio una dimensión aun mayor,
convirtiéndola en algo único en la historia del
ajedrez. Situémonos. Estamos en Amsterdam, año 1920,
Richard Reti se va a enfrentar a un jovenzuelo de mucho
talento, de apellido Euwe, en un match a 4 partidas. La
primera de ellas, que se encuentra encima de estas
líneas, fue una obra de arte, una lección de cómo
atacar sin perder tiempo y aprovechar una circunstancia:
cuando se entregan las dos
torres, la dama enemiga suele quedar en fuera de juego
durante unas jugadas. La clave es atacar con celeridad y
no permitir que la dama retorne a la escena, de este
modo será como si no estuviese en el tablero y se
jugase con ventaja material.
Lo que hace que esta historia sea inmortal es lo que
ocurrió en la segunda partida del match. Reti, esta vez
conduciendo las blancas, creó una nueva joya táctica... volviendo a sacrificar las dos torres
con la intención de alejar a la dama enemiga de la
lucha y volvió a triunfar con un ataque fulgurante. El calado de esta
partida no se puede comprender sin conocer la segunda:
Partida
nº2 : Reti -
Euwe, Amsterdam 1920
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