Ossip Bernstein fue uno de los jugadores más fuertes
del planeta durante el primer tercio del siglo XX, algo
que tiene gran mérito ya que era un aficionado y no un
jugador profesional, debido a que la mayor parte de su
tiempo lo dedicó a sus negocios. Su vida fue
trepidante, con altos y bajos, alegrías y desgracias,
éxitos y fracasos, como si de una montaña rusa se
tratase.
Ossip
Samilovitch Bernsein
nació el 20 de Septiembre de 1882, en Gitomir
(Ucrania).
Bernstein provenía de una familia de alta posición,
que había hecho su fortuna a través de múltiples
negocios. No conocería el ajedrez hasta los 14 años,
edad en que aprendió los movimientos de mano
de uno de sus profesores. Con 18 años se desplazó a Heidelberg
(Alemania) para cursar estudios de Derecho, fue allí
donde pudo desarrollar su recién adquirida afición al
ajedrez.
En 1901 comenzó a competir en torneos internacionales,
aunque de manera esporádica, sin llegar a jugar más de
dos torneos al año. Su aparición no pudo ser más
exitosa, logró ser 2º en el congreso de la federación
alemana, actuación que le reportó el título de
maestro. Pero eso no fue todo, cada torneo que disputaba
era cerrado con una gran actuación, siempre terminando
entre los 5 primeros. Su primera victoria llegó en
1906, al vencer en el torneo de Estocolmo. Ese mismo año
obtendría otro éxito, pero esta vez lejos del tablero,
al conseguir el doctorado en leyes.
Su estilo de juego era sobre todo ofensivo, sin mostrar
ningún temor cuando la posición se enturbiaba, ya que
tenía un gran talento para el ajedrez combinativo, lo
que le permitió firmar un gran número de bellas
partidas.
Tras la obtención de su doctorado decidió centrarse
casi en exclusiva en sus actividades comerciales, por lo
que reduce aun más su participación en torneos, con años
completamente en blanco. En 1917 llegaron los tiempos
difíciles para Ossip, el triunfo de la Revolución de
Octubre instauró un nuevo régimen y un reagrupamiento
de los países en las repúblicas soviéticas. Todos los
nobles o patrones fueron desposeídos de sus bienes, que
pasaron a formar parte del patrimonio de la nación, por
lo que Bernstein lo perdió todo. Además fue arrestado,
como todo aquel que amasó fortuna en la época de los
zares, y condenado a muerte bajo fusilamiento. Por
fortuna para él, el ajedrez fue su salvador ya que fue
puesto en libertad por ser maestro de este deporte, algo
bien visto por la revolución.
Ante esta situación, Bernstein decidió huir de la URSS
y lo hizo tras un largo viaje vía Belgrado, Viena y
Oslo, para terminar en París. Tras adoptar la
nacionalidad francesa, tomó la decisión de abandonar
la práctica del ajedrez. Durante los siguientes años
trató de rehacer su fortuna, algo en lo que tuvo éxito,
por lo que los tiempos de bonanza regresaron... aunque
no duraron demasiado, Bernstein había invertido grandes
sumas de dinero en negocios en Estados Unidos, fortuna
que perdió durante el crack de la bolsa de 1929. Cual
ave fénix volvió a rehacer su maltrecha economía en
Europa, aunque a base de mucho trabajo.
Tras más de 15 años alejado de los tableros, Bernstein
decidió regresar a la competición en Bern (Suiza), en
el año 1932, quedando en 4º lugar. Una vez más, sus
apariciones ajedrecísticas fueron esporádicas,
Bernstein no podía ausentarse de sus ocupaciones
durante demasiado tiempo, y acudir a un torneo
significaba tomarse varias semanas de asueto (muchos días
para viajar y otros tantos para jugar).
Una vez más la montaña rusa hizo su aparición y la
tragedia volvió a empañar su vida. Bersntein era judío,
por lo que tras el estallido de la II Guerra Mundial fue
perseguido por los nazis, como otros muchos ajedrecistas
y millones de seres humanos, que tuvieron que sufrir la
barbarie de la sin razón. Bernstein buscó refugio en
España, teniendo que atravesar los Pirineos en un duro
viaje en el que tuvieron que dormir en cuevas y
transitar los caminos más escarpados. Al llegar a España
fue detenido y encarcelado por las autoridades (pro
nazis), pero finalmente fue liberado tras interceder en
su favor varias amistades.
Tras la guerra siguió jugando al ajedrez a pesar de su
avanzada edad. En 1950 le fue otorgado el título de GM,
en reconocimiento a su brillante carrera. Pero Bernstein
tenía pensado seguir sorprendiendo al mundo y con 72 años
participó en sus primeras olimpiadas, Amsterdam (1954),
en el primer tablero de la selección francesa (con 7'5
puntos en 15 partidas). Ese mismo año había dado una
lección magistral de talento al terminar en 2º lugar
en el torneo de Montevideo,
empatado con el fortísimo Najdorf (jugador que se opuso
a que Bernstein participase por su avanzada edad y que
fue vapuleado
por el abuelo). Jugó su último torneo en 1961, con 79
años. Podéis consultar todos sus resultados en: (Ver
Palmarés).
Bernstein falleció el 30 de Noviembre de 1962, en un
sanatorio situado en los pirineos franceses, tras una
vida de peregrinar de un sitio a otro, siempre a bordo
de su montaña rusa que le transportó a lo más alto,
pero también a los más ocultos infiernos.
Javier
Cordero Fernández
(15
Mayo 2009) |