Boris Gelfand en un rival realmente peligroso cuando se
sienta ante un tablero de ajedrez. Es un jugador duro,
muy fuerte en el terreno posicional y en los finales, lo
que le convierte en complicado de derrotar. Pero también
resulta peligroso en las posiciones complicadas, ya que
es capaz de combinar con gran brillantez cuando menos se
espera. Aun recuerdo la partida donde hizo
picadillo
al siempre sólido Wang Yue en una posición cerradísima
o cómo derrotó
a Shirov
con una de las jugadas (23.Td7) más sorprendentes del
ajedrez moderno.
Resulta curioso echar un vistazo a las mejores partidas
de Gelfand, muchas de ellas contienen combinaciones
sorprendentes e inesperadas, lo que confiere a sus obras
un sello propio y único. Algo así ocurrió en esta
partida, un triunfo de gran valor porque fue logrado ni
más ni menos que ante Vassily Ivanchuk. Ivanchuk fue
colocando sus piezas con la idea de conseguir una
defensa infranqueable (pocas veces se ven las piezas
menores colocadas tal como lo hizo el genio
ucraniano)... y cuando a Ivanchuk se le mete entre ceja
y ceja jugar en busca del empate, resulta casi imposible
poder derrotarle. Pero Gelfand se sacó de la chistera
una de sus combinaciones sorpresa y logró que la
defensa numantina de su rival se viniese abajo como un
endeble castillo de naipes.
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