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Curiosidades - Bloque 32


Cuidado a quién provocas

         Frank James Marshall pasó largas épocas en Europa participando en torneos, lo que le obligó a realizar un gran número de agotadores viajes. Durante uno de esos viajes, que le conducía a París en tren, vivió la siguiente anécdota: Marshall, adicto a sus inseparables cigarros, había acudido al vagón de fumadores y allí se encontró con un grupo de personas que jugaban al ajedrez con entusiasmo. Marshall, siempre atraído por todo lo que se desarrollase dentro de un tablero, se puso a observar la partida, dándose cuenta de un grave error que había cometido uno de los jugadores. No pudiendo contenerse, le comentó que si no hubiese cometido ese error habría tenido una posición ganadora. Este comentario ofendió al oponente de la persona a la que se había dirigido, que comentó molesto:

- "Si usted juega al ajedrez, ¿por qué no lo ha dicho antes? He ganado a cada una de las personas que viajan en este tren".

- "No tuve ganas de jugar" , respondió Marshall.

- "Bien, ¿por qué no juega usted ahora? Siéntese, le daré una torre de ventaja".

- "No, usted no puede darme una torre de ventaja. Soy yo el que le ofrece una torre de ventaja", repuso un incrédulo Marshall .

- Esto fue demasiado para el envalentonado aficionado, que encolerizado respondió: "Nadie puede darme una torre de ventaja, le apostaré cincuenta dólares (una suma nada despreciables para la época) a que usted no puede"

- Marshall, muy tranquilo, repuso: "Bien, yo podría aceptar la apuesta, pero no sería justo... mi nombre es Frank James Marshall"... y ante la sola mención de ese nombre, el rostro del hombre demudó y dejó de insistir en el acto.


Los colapsos de Ivanchuk

          Es de todos conocido que el sistema nervioso de Vassily Ivanchuk es muy frágil y le ha jugado malas pasadas en diversas ocasiones. En el Torneo Melody Amber de 1993 Ivanchuk se encontraba en una tensa partida en la que tenía un peón más que Zsuzsa Polgar y además contaba con dos torres por la dama de su rival. El problema es que apenas le quedaban unos diez segundos en su reloj, aunque había incremento de tiempo por cada jugada. De repente, en la jugada 53, su sistema nervioso falló e Ivanchuk sintió una gran presión en la cara, como si alguien se la estuviese oprimiendo. Esta situación le dejó bloqueado y el tiempo fue corriendo sin que pudiese mover un músculo, perdiendo la partida por caída de bandera. Tras esta experiencia traumática, Ivanchuk entró en un bache de juego terrible, uno de los peores de su carrera, teniendo malos resultados durante un tiempo.


No seas iluso

           En el mundo del ajedrez cualquiera puede creerse capaz de engañar al rival... incluso si enfrente tienes al mismísimo Bobby Fischer. Esta anécdota ocurrió durante unas simultáneas que estaba dando el campeón norteamericano. En la confusión del frenético ritmo de afrontar tantas partidas a la vez, uno de los aficionados pensó que podría engañar a Fischer y tras perder la dama la volvió a poner en el tablero cuando su rival le dio la espalda para dirigirse a otro tablero. Cuando Fischer volvió a ese tablero realizó su movimiento sin decir nada sobre la milagrosa reaparición de la dama. Entonces el aficionado, envalentonado, empezó a presumir ante los espectadores de que había logrado engañar al gran Fischer, al genio de los genios. Su rostro cambió de color cuando 7 jugadas después Fischer volvió a tomar su dama y en esta ocasión se la metió en el bolsillo sin mediar palabra.


 

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