Curiosidades
- Bloque 29
Una
confianza ilimitada... ¿o un ego desmedido?
Estamos en la Olimpiada de Varna (1962). El ajedrez
había cambiado y empezaban a proliferar las llamada
'tablas de Gran Maestro', es decir tablas en pocas
jugadas y sin demasiada lucha. Por este motivo, los
organizadores de las Olimpiadas decidieron anticiparse
a los acontecimientos y en las bases establecieron que
estaba prohibido ofrecer tablas antes de la jugada 30,
tratando de fomentar el espíritu de lucha entre los
participantes.
En la octava ronda se enfrentaban Fischer y Padevsky,
que firmaron tablas en 20 jugadas. El árbitro
principal, Salomon Flohr, se acercó a los jugadores y
comentó al estadounidense: "Bobby, es
necesario efectuar 30 movimientos". Fischer,
ni corto ni perezoso, respondió: "Yo sé
mejor que toda la FIDE cuando una partida es
tablas"... y sólo tenía 19 años. Pueden
juzgar si Fischer tenía razón o no: Ver
partida.
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El
extravagante Deschapelles
Los ajedrecistas franceses de comienzo del siglo XVIII
destacaron por su buen juego, pero también por sus
extravagancias. Muy recordado fue Saint Amant, cuya
vida daría para una larga película, que no tuvo
reparos en patentar una fórmula que convertía la
yema de huevo en oro. Lionel Kieseritzky, con su vida
bohemia y su excéntrico carácter, también fue un
personaje peculiar.
Sin embargo, hoy recordaremos a Alexandre Deschapelles,
que fue maestro de Saint Amant y llegó a declarar una
de las bravuconadas más extravagantes que ha
pronunciado un maestro de ajedrez: "En 3
sesiones, cuanto más, se debe aprender todo el
ajedrez. Dedicarle más tiempo sería puerilidad. Habrá
muchos que no piensen como yo, no discutiré, porque
no tengo la misión de rectificar sus juicios. Si no
se tiene disposición para jugar bien, mejor es
emplear el tiempo con mayor utilidad".
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No
diga curiosidad, diga Ivanchuk
El torneo de Wijk aan Zee, uno de los más emblemáticos
de los tiempos actuales, lleva muchos años
concediendo un premio a la partida más espectacular
de cada ronda, elección que debe realizar el público.
En la edición de 1996, en la ronda 6 se premió la
partida Sokolov-Ivanchuk, recibiendo el talentoso
Chucky un premio de 500 florines. La sorpresa llegó
cuando Ivanchuk rechazó el premio, ya que consideró
que el público había sobreestimado la calidad de la
partida. Realmente fue Sokolov el que atacó desde el
principio y realizó alguna entrega de pieza
espectacular. Ivanchuk resistió y lanzó un
contraataque fulgurante en los compases finales
entregando su dama. Como siempre, juzguen ustedes
mismos: Ver
partida.
Ivanchuk ganó esa edición de Wijk aan Zee con un
punto de ventaja sobre el segundo clasificado y
desperdició alguna posición ventajosa por culpa de
los apuros de tiempo donde sus nervios le hicieron
colapsar... ¿Hasta donde habría podido llegar
Ivanchuk con semejante talento y pasión por el
ajedrez y un sistema nervioso más normal?
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El
ajedrez siempre presente
La tensión durante la Guerra fría llegó a ser
insoportable, por este motivo de vez en cuando se
realizaban gestos de buena voluntada para aligerarla.
Eso es lo que buscó el presidente de Estados Unidos
Richard Nixon cuando decidió realizar un viaje por la
URSS. Lo habitual en este tipo de eventos era llevar
algún tipo de obsequio, el cual no resultaba sencillo
de escoger. Los consejeros de Nixon mostraron
iniciativa y decidieron que el presidente regalase al
pueblo de la URSS un precioso ajedrez de porcelana,
con piezas que llegaban a alcanzar los 17 cm de
altura. Parece ser que los asesores acertaron, ya que
el ajedrez causó sensación. No en vano, el ajedrez
era uno de los deportes predilectos de la URSS y era
practicado por millones de personas. Nixon continuó
su viaje dirigiéndose hacia China, otra complicada
escala para todo estadounidense.
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