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Curiosidades - Bloque 23


Philidor, el sincero

           A pesar de ser el mejor jugador de la vieja Europa, Philidor no logró hacer fortuna gracias a su talento. Con la música conseguía menos ingresos que con el ajedrez, y en éste último se veía obligado a dar clases para poder subsistir.

           Entre sus improvisados alumnos en el tablero llegó a estar el rey Ludovico XVI, que tras un tiempo recibiendo clases le preguntó a su profesor si le veía progresar. La respuesta de Philidor no tiene desperdició: "Señor, hay tres clases de jugadores de ajedrez: los que ni siquiera juegan, los que juegan mal y los que juegan bien. ¡Su majestad ya está a punto de alcanzar la segunda categoría!"... y es que ni los reyes se salvan de poder jugar mal al ajedrez.


El ajedrez evitó una sangrienta batalla

          Conozcamos una historia con aroma a leyenda. En 1078, el rey de León Alfonso VI dirigía el asedio de la ciudad de Sevilla. La ciudad estaba gobernada por Muhammad Ibn Al-Mutamid, de la familia de los abadies. El rey nombró como visir a su amigo y poeta Ben Ammar, que será el personaje clave de esta historia.

           Sevilla contaba, en ese momento, con muy pocos soldados, por lo que el ataque cristiano sería imparable. Por ello, Ben Ammar, al que habían encomendado la tarea de negociar, sabía que tendría que utilizar todo su ingenio para detener al ejército del temperamental Alfonso VI. Ben Ammar se dirigió al lugar de la cita con el rey cristiano con un ajedrez de sándalo, ébano y aloe, con incrustaciones de oro... una obra de arte con la que intentaría sorprender a Alfonso, gran aficionado al ajedrez. Como Ben Ammar esperaba, Alfonso se quedó prendado del espectacular juego de ajedrez y quiso poseerlo... Ben Ammar accedió, pero tendría que derrotarle en una partida para conseguirlo, si perdía debería acceder a la petición que el árabe desease. Alfonso aceptó.

Dibujo de Alfonso VI con sus ropas de guerra

           Lo que Alfonso VI no sabía es que el refinado y culto Ben Ammar era un extraordinario jugador de ajedrez, por lo que la partida fue perdida por el rey cristiano. Como es lógico, Ben Ammar pidió a Alfonso VI que retirase sus tropas y regresase a sus dominios, a lo que el rey respondió, encolerizado, que no. Finalmente, bien aconsejado por sus asesores, que le advirtieron que era un deshonor faltar a su palabra, accedió a las peticiones de los árabes. Finalmente, Alfonso VI regresó a Toledo, habiendo pagado los árabes un tributo y regalado el precioso ajedrez que salvó muchas vidas frenando una sangrienta batalla.

           La realidad no dista demasiado de esta historia. Ben Ammar logró convencer a Alfonso VI de que no invadiese Sevilla a cambio de un tributo, a lo que éste accedió y retiró sus tropas. Lo que no parece tan claro es que el visir árabe lo lograse jugando una partida de ajedrez... aunque todo es posible.


El ajedrez pudo cambiar el mundo

Cristobal Colón llegando al nuevo mundo, con la Santa María al fondo

           Sigamos dentro del mundo de la leyenda y veamos como el ajedrez se inmiscuyó en uno de los momentos claves de la historia del mundo. En esta ocasión volemos a finales del siglo XV y situémonos en el puerto de Palos. Esto ya supone una pista importante... si, estamos hablando de Cristóbal Colón y de su intento de encontrar una ruta con la que llegar a Asia.

           Colón se encontraba esperando, con gran ansiedad, una respuesta positiva de la reina a su propuesta de viaje. Mientras, la reina intentaba convencer a su marido Fernando para que diese el visto bueno a la empresa. El problema que tenía la reina Isabel es que su marido no le hacía el más mínimo caso porque se encontraba enfrascado en una partida de ajedrez. En dicha partida había realizado una mala jugada que ponía en serio peligro su dama, ya que Fernando aún estaba acostumbrándose al movimiento de esta pieza de reciente creación. Isabel observaba la partida con paciencia, cuando se le ocurrió una jugada salvadora que comunicó inmediatamente a su marido. Fernando terminó ganando la partida, lo que le dejó de un excelente humor, lo que a su vez le hizo aceptar la propuesta de su esposa. De este modo, una partida de ajedrez pudo tener la culpa de que Cristóbal Colón realizase su viaje en busca de Asia y lo que encontró realmente fue América.

           Lo cierto es que el ajedrez es un juego tan rico y atrayente, que muchos han tratado de asociarlo a increíbles historias, en muchas ocasiones relacionadas con momentos trascendentales de la historia. Alguna puede ser real, aunque otras no lo pueden ser en absoluto... el problema radica en cómo distinguir lo que ocurrió realmente de la historia que se contó.


 

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