El ajedrez siempre ha atraído a las mentes más brillantes, esta sección da fe de ello. En la URSS esto era todavía más habitual que en el resto de países, pero no sólo los artistas eran grandes aficionados al ajedrez, este juego fue llevado hasta el pueblo y cualquier aficionado podía esconder a un fenomenal jugador. De hecho se comenta que en cualquier pueblo perdido de Rusia se pueden encontrar varios aficionados con nivel suficiente como para ser fuertes GM en Europa. Las palabras del GM holandés Hans Ree ilustran esto a la perfección: "Cuando estoy en la URSS tengo la impresión de que cualquier conductor de tranvía juega al ajedrez mejor que yo".

          Sergey Prokofiev es uno de los grandes compositores de música clásica de la historia. Por su parte, David Oistrakh fue un virtuoso del violín cuya fama traspasó fronteras llegando a todos los rincones del planeta.

          Prokofiev y Oistrakh eran buenos amigos, era algo habitual entre los artistas de la antigua URSS. Ambos eran socios del Club de ajedrez de Moscú y siempre confesaron ser fanáticos aficionados al gran juego de reyes. Esta partida estuvo encuadrada en un match amistoso que disputaron ambos artistas, un curioso reto en el que se acordó que el perdedor daría un concierto para los integrantes del  mencionado club de ajedrez. El resultado del match es un dato algo confuso. Existe una versión que dice que el match, que estaba programado para 10 partidas, fue cancelado en la quinta cuando Ostriakh mandaba en el marcador por 3-2 (+1 =4), acordando que ambos artistas darían el concierto. Otra versión, confirmada por Botvinnik, dice que el match lo ganó Oistrakh, por lo que el concierto fue dado por Prokofiev.

          Sea como fuere, da gusto ver a dos artistas geniales con una afición tan grande por el ajedrez. Gracias a Botvinnik también conocemos que Prokofiev era un jugador de estilo ofensivo que solía utilizar gambitos en sus partidas. Ostrakh era todo lo contrario, un jugador metódico y fuerte en la defensa. El nivel del violinista era más alto que el del compositor, Prokofiev siempre se estrellaba contra la férrea defensa de su rival y le resultaba muy complicado poder derrotarle.