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 Mejores partidas

Belleza llegada desde el frío helador

Paisaje helado de Siberia

Topalov, Veselin - Bareev, Evgeny

Linares 1994

1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 dxe4 5.Cxe4 Ae7 6.Axf6 Axf6 7.c3 Cd7 8.Dc2 e5 9.dxe5 Cxe5 10.f4 Cg6 11.g3 0–0 12.Ad3 Dd5 13.a3 Cxf4 14.Cxf6+ gxf6 15.Axh7+ Rg7 16.De4 Te8 17.Dxe8 Af5 18.Dxa8 De4+ 19.Rf2 Dg2+ 20.Re3 Cd5+ 21.Rd4 Dd2+ 22.Rc5 De3+ 23.Rc4 Cb6+ 0–1

    

Después de 13.a3                       Después de 16.De4

 

Premio de belleza del torneo

 

          Evgeny Bareev procede de la fría y gélida Rusia, país donde los termómetros suelen coquetear con los -20 ºC cada invierno. Este tiempo helador siempre ha hecho que los rusos sean vistos como personas frías y a menudo pragmáticas. Sin embargo, si se bucea en la historia del arte ruso, rápidamente se encontrarán pruebas que derrumban esa afirmación como si se tratase de briznas de hierba barridas por el viento. Sus músicos, sus escritores, sus poetas... la pasión brota de sus obras y, en muchas ocasiones, encontraremos una perfecta comunión con la naturaleza y la belleza que les rodea, llegando a profundizar de forma sorprendente en las raíces del comportamiento humano... basta tener entre las manos una obra de Tolstoi o Dostoievski para comprenderlo.

            El ajedrez refleja esta situación de forma exacta. Con fama de teóricos y pragmáticos, tal vez inspirada por Botvinnik, los jugadores soviéticos han sido infravalorados en el apartado artístico. Sin embargo, basta pasar revista para descubrir el talento innegable escondido en la escuela soviética: Dus Chotimirsky, Ragozin, Mikenas, Simagin, Tolush, Nezhmetdinov, Spassky, Bronstein, Tahl... demasiados nombres y demasiadas obras de arte creadas en un tablero para negar la realidad.

             Evgeny Bareev proviene del frío y su estilo, a pesar de lo defendido en párrafos anteriores, es acorde a las bajas temperaturas que soporta el mercurio en las estepas rusas. Bareev es un jugador posicional, de los que se sienten cómodos en posiciones seguras, aunque de vez en cuando deja salir su 'yo rebelde' y juega partidas sorprendentes como la que estamos viendo (en ese aspecto me recuerda a Gelfand, jugador rocoso que cuando ataca lo hace con grandes alardes de imaginación). Topalov quiso plantear una lucha aguda, como en él es habitual, corriendo muchos riesgos... lo que tal vez no se esperaba fue la brutal respuesta de su gélido rival, que con varias precisas (y preciosas) combinaciones le barrió del tablero en un abrir y cerrar de ojos. Caviar ajedrecístico en un escenario inigualable, como lo era Linares, en un día en que Bareev rindió tributo a los artistas rusos que llevan creando belleza colorista desde hace siglos:

Paisaje de un pueblo ruso. Se ve a dos niños jugando en una pradera en un día soleado. En el pueblo sobresalen las cúpulas doradas de una iglesia ortodosa de color blanco

Cuadro del Realismo ruso del siglo XIX. "Niños jugando", de Dmitriwitsch Polenow

 

 

 

 

 

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