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Belleza a toda velocidad

Dibujo del Coyote subido en un misisl persiguiendo al Correcaminos

Knorre, Victor - Chigorin, Mikhail

San Petersburgo 1874

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ac4 Ac5 4.0–0 Cf6 5.d3 d6 6.Ag5 h6 7.Ah4 g5 8.Ag3 h5 9.Cxg5 h4 10.Cxf7 hxg3 11.Cxd8 Ag4 12.Dd2 Cd4 13.Cc3 Cf3+ 14.gxf3 Axf3 0–1

     

Después de 10.Cxf7                  Después de 13.Cc3

 

           Eran tiempos donde se jugaba al ajedrez de otra manera. No importaba demasiado que la apertura fuese segura, lo que interesaba era jugar y lanzarse a por la victoria a tumba abierta. De entre los apasionados por esta forma de jugar destacaba Mikhail Chigorin, jugador de una clase indiscutible que tenía un estilo cuanto menos peculiar.

           Chigorin aplicaba sus ideas propias durante sus partidas, lo que en ocasiones las convertía en una lucha entre dos formas antagónicas de ver el ajedrez. Rescató ciertos dogmas románticos en tiempos donde éstos estaban siendo desterrados del tablero por el racionalismo de Steinitz y Tarrasch. Por todo ello se ha ganado un sitio preferencial en la historia del ajedrez, tanto por su talento como por lo que aportó al desarrollo del juego con sus ideas innovadoras. Hoy, esta parte del ajedrez está condenada al olvido, no existen jugadores que innoven y aporten nuevas ideas, ya que han sido sustituidos por 'monstruos' que viven dentro de ordenadores y que piensan por los seres humanos... es la era de la tecnología, donde todo se vuelve más artificial, incluso el ajedrez.

Retrato de Tchigorin

Mikhail Chigorin

            Esta partida es muy representativa del estilo de Chigorin, siempre osado y atrevido en el tablero. La velocidad a la que consiguió la victoria ya no es tan normal. Es comprensible que Victor Knorre no tuviese ni idea de lo que se le venía encima, ya que hubo jugadas verdaderamente profundas y complicadas. Estamos ante una partida de ataque en toda regla: entrega de la dama y total desprecio por la seguridad del rey propio. Pero así era el ajedrez de los románticos, a veces era más importante la posibilidad de firmar una obra de arte que el resultado mismo de la partida.

            Lo que sigue tras el sacrificio de dama es una verdadera lección de como jugar al ajedrez y aprovechar al máximo los recursos disponibles: creación de columnas abiertas y máximo rendimiento de las piezas menores, aprovechando temas esenciales del ajedrez, como la clavada. No es sencillo encontrar victorias tan fulminantes como esta y con el componente estético que Chigorin supo darle.

 

 

 

 

 

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