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 Mejores partidas

A la caza del rey

Cid Campeador

Matschego - Falkbeer, Ernst Karl

Año 1853

1.e4 e5 2.f4 exf4 3.Cf3 g5 4.h4 g4 5.Ce5 Cf6 6.Cc3 d6 7.Cc4 Ae7 8.d4 Ch5 9.Ae2 Axh4+ 10.Rd2 Dg5 11.Rd3 Cc6 12.a3 Af2 13.Cd5 Axd4 14.Cxc7+ Rd8 15.Cd5 f5 16.Cxd6 fxe4+ 17.Rc4 Dxd5+ 18.Rxd5 Cf6+ 19.Rc4 Ae6+ 20.Rb5 a6+ 21.Ra4 b5+ 22.Cxb5 axb5+ 23.Rxb5 Ta5+ 24.Rxc6 Ad5+ 25.Rd6 Ce8++ 0–1

    

Después de 17.Rc4                 Después de 23.Rxb5

Visor

 

            En ajedrez no hay nada más excitante que la caza del rey enemigo. Se trata de conducir al rey de nuestro rival hacia el centro del tablero donde resultará más fácil poder hostigarlo. Para lograr la extracción del rey será necesario sacrificar una o varias de nuestras piezas, para luego tratar de dar mate con lo que nos quede. La incertidumbre reinará entonces sobre la partida, con decenas de variantes que calcular y sin saber si el rey podrá sobrevivir a la cacería o si por el contrario el bando que ataca tendrá material suficiente para finalizar la tarea.

             Esto fue exactamente lo que hizo Falkbeer, un jugador que ha dejado varias partidas brillantes para la posteridad, sin duda infectado por el virus de los románticos, época a la que perteneció el inglés. La posición a partir de la jugada 13 es un auténtico caos, las negras dominan absolutamente el centro y el rey blanco está pésimamente situado... esto es suficiente para lanzarse al ataque. Una maravillosa partida donde Falkbeer aprovecha a las mil maravillas todo el espacio que ha generado al entregar sus peones del flanco de dama.

              Ver una partida como esta en la actualidad es una utopía, todo está estudiado hasta la saciedad y ninguna línea expone al rey de forma arriesgada. Además, el espíritu romántico es una reliquia del pasado, algo que desgraciadamente ha sido totalmente desterrado del ajedrez.

 

 

 

 

 

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