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Caballos enloquecidos

Cuadro en el que se aprecia la cabeza de un caballo y parte de su cuerpo

Stanishevsky - Nikonov

Moscú 1981

1.e4 c5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 e6 4.Axc6 bxc6 5.d3 g6 6.0–0 Ag7 7.e5 Ce7 8.Cc3 0–0 9.Ce4 d5 10.Cxc5 Cf5 11.d4 Tb8 12.Ag5 Dc7 13.b3 Tb6 14.Rh1 a5 15.Dd2 Aa6 16.Tg1 h6 17.Af6 Axf6 18.exf6 Rh7 19.g4 Cd6 20.Tae1 Ab5 21.Df4 Dd8 22.Te3 Ce8 23.Cd7 Dxd7 24.Ce5 Dd8 25.Cd7 Dxd7 26.Th3 h5 27.gxh5 g5 28.Dxg5 Dd8 29.h6 Dxf6 30.Dg7+ Cxg7 31.hxg7+ Dh6 32.gxf8=C+ Rh8 33.Txh6++ 1–0

     

Después de 24...Dd8                Después de 29...Dxf6

 

          No encontrarán muchas partidas como ésta. Principalmente porque los dos sacrificios de caballo, que se realizan de forma consecutiva, son surrealistas a más no poder, ya que son realizados en una casilla donde no hay ninguna pieza y sólo tienen por objeto hacer perder un tiempo a la dama negra. El ataque que montan las blancas es sensacional, aprovechando la indefensión del rey negro y los caminos 'h' y 'g' que llevan directamente al corazón de la fortaleza enemiga. El remate de la lucha está repleto de belleza, tanta, que parece sacado de un estudio artístico.

 

 

 

 

 

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