Walsall 1992

1.g3 d5 2.Cf3 Cf6 3.Ag2 e6 4.0–0 Ae7 5.d3 c5 6.Cbd2 Cc6 7.e4 b6 8.e5 Cd7 9.Te1 Dc7 10.De2 Ab7 11.h4 0–0–0 12.a3 h6 13.h5 Tdg8 14.c4 d4 15.b4 g6 16.bxc5 bxc5 17.hxg6 Txg6 18.Tb1 h5 19.Ce4 h4 20.Ag5 Af8 21.Cxh4 Tgg8 22.Cf3 Th7 23.Cd6+ Axd6 24.exd6 Dxd6 25.Af4 De7 26.Txb7 Rxb7 27.De4 f5 28.Dxc6+ Rxc6 29.Cxd4+ Rb6 30.Tb1+ Ra6 31.Ab7+ Ra5 32.Ad2+ Ra4 33.Ac6+ Rxa3 34.Ac1+ Ra2 35.Tb2+ Ra1 36.Cc2 1–0

Después de 25...De7

         Los ataques salvajes que sólo tienen por objeto la cabeza del rey rival siempre serán comparados con las partidas de la época clásica. En este caso, se mezclan todos los ingredientes: ataque contundente y repleto de belleza y persecución al rey rival por todo el tablero. Espectáculo en estado puro que hubiese firmado el mismísimo Adolf Anderssen, aunque la lucha se produjo a las puertas del siglo XXI, tiempos en los que la época clásica no es más que un recuerdo que cada vez parece estar más borroso.