Hay partidas que no pasan desapercibidas y la lucha que
protagonizaron Kramink y Aronian ayer es una de ellas. Dos
jugadores volcados en perseguir la victoria, sin
importarles correr riesgos, incluso cuando el reloj ya
empezaba a apretar, transmitiendo una gran intensidad a
cada rincón del tablero. Espectáculo en estado puro
que estoy seguro mantuvo a los aficionados pendientes de
cada movimiento.
Y es que la posición prometía desde la entrada en el medio juego, con
muchos puntos de contacto y amplias posibilidades de ataque... lo que ambos aprovecharon para lanzarse a por la victoria. Tras 27.e3 se desata la tormenta, con jugadas agudas y arriesgadas
y ambos jugadores confiando plenamente en sus planes de
ataque. Finalmente, tras varias escaramuzas, la calma
llegó al tablero con varios cambios de pieza y un
final que parecía de tablas, ya que el peón de más de
Kramnik caminaba por uno de los laterales.
Digna de admiración es la forma en que Aronian se ha
levantado tras su derrota en la primera ronda, la cual
podría haber descargado mucha presión sobre sus
hombros. Y qué decir del renacido Kramnik, cuyo
espíritu ha cambiado en los tres últimos años,
recuperando el amor por el ajedrez que parecía haber
perdido y que le llevó a deambular por los torneos
firmando tablas rápidas, sin ninguna ambición. No se conocen los motivo por los que Kramnik entró en esa espiral de decadencia, sólo él lo
sabe, pero ahora parece haber recuperado las ganas de luchar por metas
deportivas y el ajedrez lo agradece. Y no me refiero a
que de vez en cuando juegue interesantes partidas
tácticas, sino a que vuelve a estar interesado en la
victoria, sea cual sea el camino que use para llegar a
ella.
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