El
final de partida se da cuando el juego se encuentra muy
avanzado y quedan pocas piezas en el tablero. Se ha
superado entonces el medio juego y se ha entrado en una
fase donde muchas normas, que antes eran válidas,
cambian radicalmente. Muchos expertos recomiendan a la
persona que está estudiando ajedrez que empiece su
aprendizaje con los finales, ya que están estrechamente
conectados con la apertura y el medio juego. Lo que
hagamos en esas dos fases de la partida, repercutirá en
un posible final que se de en el futuro.
Un consejo para monitores. Cuando vuestros alumnos
empiecen a dominar de forma básica el ajedrez, empezad
a enseñarles los finales. Comprobaréis que les gusta
jugarlos, tal vez porque hay pocas piezas y se divierten
porque es menos complicado. Además, les sirven para
mejorar enormemente y comprender ciertos aspectos en los
que antes no reparaban, lo que les lleva a cometer menos
errores. Veamos, a continuación, unos conceptos básicos
sobre finales para ir entrando en materia:
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La
primera norma a seguir es bastante importante.
Durante una partida sabemos que hay que colocar el
rey en un lugar seguro, casi siempre se usa el
enroque para este propósito. Pero cuando entramos
en el final todo cambia. Hay pocas piezas, por lo
que el rey no está tan amenazado y puede salir al
exterior sin temor. Por ello, en los finales el rey
debe encaminarse hacia al centro para apoyar al
resto de piezas y convertirse en una pieza ofensiva.
De hecho, se convierte en una pieza fundamental, no
olvidemos que tiene corto alcance, pero se mueve en
todas las direcciones y esto le permite controlar
varias casillas a la vez.
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Los
alfiles son superiores a los caballos en la mayoría
de ocasiones. Esto tiene bastante lógica, en un
final siempre habrá muchos espacios, por lo que el
alfil se podrá mover con rapidez y llegará a todos
los rincones del tablero, pudiendo ejecutar tareas
defensivas y ofensivas a la vez (como evitar que un
peón rival corone, a la vez que ayuda que un peón
propio llegue a la octava fila). Por contra, el
caballo se mueve de forma muy lenta, por lo que si
se dedica a una función, no podrá ayudar en otros
rincones del tablero.
-
Si
nuestro rival cuenta con un sólo alfil, puede
resultar interesante situar nuestros peones en
casillas de distinto color a las casillas por las
que 'corre' el alfil, de este modo estarán a salvo
del ataque de esta pieza. También hay que poner
especial cuidado en que nuestros propios peones no
bloqueen a nuestros alfiles.
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Una
de las claves de un final son los peones pasados
(peones que no tienen enfrente suyo ningún peón
rival que los pueda detener), al quedar pocas piezas
en el tablero aumentan las posibilidades de que se
conviertan en dama, algo que puede resultar
decisivo. Por este motivo, cuando hay un peón
pasado en el tablero toda la atención se centra
sobre él: el bando que lo tiene busca que avance de
la forma que sea; por contra, el enemigo tratará de
detenerlo con todo el arsenal que le quede. Cuanto más
cerca de la octava fila se encuentre el peón
pasado, más peligroso será. La importancia y
peligrosidad de los peones pasados es algo que se ha
tenido claro desde que se ideó la norma de la
coronación, el genial y siempre ocurrente Aaron
Nimzowitsch lo definió perfectamente: "El
peón pasado es un delincuente al que hay que
encerrar bajo llave".
Trata
de crear peones pasados, incluso aunque sea a costa de
sacrificar un peón o incluso una pieza... coronar una
dama vale eso y más. Un ejemplo:
Ver
diagrama en texto
1.g6
fxg6 2.f7 y el peón corona de forma irremediable
Veamos
otro ejemplo curioso, una posición que he compuesto yo
mismo. La posición parece normalita, pero las blancas
se encargan de dinamitarla de forma sorprendente
especulando con la creación de un peón pasado y
bloqueando cualquier tipo de defensa contra esa amenaza:
Ver
diagrama en texto
La
ventaja de las blancas reside en que sus peones del
flanco de dama están más próximos a la octava fila:
1.Axb6 buscando crear un peón pasado 1... axb6
2.Td8 la llave de la combinación blanca, esta
jugada obliga al rey negro a ir a la última fila y
bloquear a su torre, por lo que el peón coronará 2...Rxd8
3.a7 Ce7 4.a8=D+ Cc8 y la dama es superior a la
dupla caballo-torre.
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Una
manera de combatir a los peones pasados es utilizar
una pieza bloqueadora. El procedimiento es sencillo:
colocamos un caballo o un alfil justo delante del peón
pasado, de esta forma éste no podrá avanzar. No sólo
se consigue bloquear al peón, en ocasiones la pieza
bloqueadora queda instalada en una posición cómoda,
ya que el peón hace de escudo contra posibles
ataques. Eso sí, debemos tener en cuenta que
condenamos a la pieza bloqueadora a jugar un papel
pasivo dentro de la partida, ya que al ejercer de
muro de contención no se puede mover.
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Oposición:
para mi gusto, el concepto más importante de los
finales, sobre todo si son sólo de peones. La
oposición es propia de los reyes y se llega a ella
cuando ambos monarcas se encuentran frente a frente
y sólo están separados por una casilla. Saldrá
perjudicado el bando al que le toque mover, ya que
se verá obligado a retroceder con su rey o hacerse
a un lado porque el rey enemigo le cortará el paso.
Veamos un ejemplo: las blancas acaban de mover 1.Rd5
y han logrado la oposición, las negras están a
su merced, ya que están obligadas a retroceder
continuamente:
Ver
diagrama en texto
Se
ha llegado a la oposición. Las negras mueven su rey 1...Re7
2.Rc6 Re8 3.Rd6 hay que acercarse a los peones
3...Rf8 no sirve Rf7 porque las blancas vuelven a
lograr la oposición con Rd7 4.Re6 Re8 5.Rxf6 y
se gana de forma sencilla, ya que al estar el rey por
delante del peón no hay forma de parar al soldado raso.
Muchas
partidas se deciden por la oposición. Hay que calcular
con precisión, ver en que momento los peones quedarán
bloqueados entre ellos y que sea el rey del rival el que
se vea obligado a moverse, de esta forma nuestro rey
podrá avanzar y ganar terreno. Cometer un error entra
dentro de lo posible, porque la línea entre el fallo y
el acierto es muy delgada. Veamos un ejemplo:
Ver
diagrama en texto
Bien,
tratemos de razonar. Es el turno de las blancas, los
peones están casi bloqueados entre sí (salvo los de la
columna h). El rey tiene la llave de la posición. Si se
juega 1.Rd2 las blancas estarán perdidas, ya
que, curiosamente, las negras lograrán la oposición al
poder mover el peón de la columna h 1...Rd5 2. Rd3
obligado para frenar al rey negro 2...h4 y las
negras han logrado la oposición, ahora el rey blanco se
tiene que retirar, lo que permite al rey negro penetrar
en sus dominios y 'zamparse' algún peón. Lo lógico
hubiese sido hacer 1.Rd3 lo que impide que las
negras muevan 1...Rd5 por 2.h4 y las blancas habrían
logrado la oposición.
Espero
que haya quedado clara la importancia de la oposición,
un concepto tan curioso como vital. De hecho la oposición
es
de las pocas ocasiones dentro del ajedrez en que
cuando es tu turno de mover te apetece decir:
"Anda, mueve tú, que a mi me da la risa"
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Si
entramos en un final en el que tenemos menos peones
que nuestro rival, puede resultar positivo cambiar
todos los peones que podamos... la mejor forma de
defenderse es centrarse en el menor espacio posible
y si conseguimos que sólo queden peones en un lado
del tablero las posibilidades de lograr tablas
aumentan.
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¿Puede
un peón detener a dos peones enemigos? Pues sí,
aunque pueda sonar raro, es posible... siempre y
cuando el bando que cuenta con los dos peones juegue
de una forma incorrecta. Veamos como es posible este
milagro:
Ver
diagrama en texto
Las
negras son ambiciosas y tienen planeado mover uno de sus
peones dos casillas, ¿pero cuál? Si deciden mover 1...h5
las blancas contestan 2.h4 y el peón blanco
detiene a los dos peones negros, ya que lo máximo que
se puede lograr es que tanto el peón blanco como el
negro queden pasados. Veamos el diagrama final:
Siempre
que os encontréis en esta situación el procedimiento
es sencillo: se ha de mover el peón que tiene pista
libre delante de él, es decir, el que no tenga un peón
enemigo en su misma columna. De este modo lograremos
crear un peón pasado con total seguridad. |