Curiosidades
- Bloque 30
Un
poco de humor
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El
complicado carácter de Nimzowitsch
Vidmar,
Milan - Nimzowitsch, Aaron
New
York 1927
1.d4
Cf6 2.Cf3 e6 3.g3 d5 4.Ag2 Cbd7 5.0–0 Ad6
6.b3 c6 7.Cbd2 0–0 8.Ab2 De7 9.c4 b5 10.Ce5
Axe5 11.dxe5 Cg4 12.e4 Cgxe5 13.exd5 exd5
14.cxd5 cxd5 15.Axd5 Tb8 16.Te1 Dd6 17.Cf3
Cxf3+ 18.Dxf3 Rh8 19.Tac1 Tb6 20.Txc8 Txc8
21.Dxf7 Dg6 22.Dxd7 1–0
Después
de 19...Tb6
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El
difícil y peculiar carácter de Aaron Nimzowitsch es
conocido por cualquier aficionado al ajedrez. Con un
ego desmedido, siempre estaba dispuesto a demostrar la
validez de sus ideas, elogiándose a sí mismo sin el
más mínimo pudor, como si hubiese descubierto la
piedra filosofal del ajedrez. Realmente sus ideas
fueron innovadoras y sirvieron para que el ajedrez
continuara su progreso imparable, aunque las formas de
Nimzowitsch no siempre fueron las que debían,
observando el mundo desde su particular pedestal.
Un ejemplo se dio en el torneo de New York de 1927,
donde Vidmar cometió la 'imprudencia' de barrer del
tablero a Nimzowitsch. Tras la partida Nimzowitsch se
levantó airado e indignado como sólo el danés podía
estarlo y le espetó a su rival: "Oh Dr.
Vidmar, por qué no se ha quedado usted con sus teléfonos
y sus cachibaches"... no hay que olvidar que
Milan Vidmar fue un reputado Ingeniero en mecánica,
que investigó sin descanso y escribió varios libros
sobre el tema.
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Ajedrez
entre el terror
En 1941 los nazis invadieron la URSS y uno de sus
objetivos fue Moscú, ciudad que bombardeaban casi a
diario. El terror se instaló en la capital, cuyos
ciudadanos pasaron a vivir pendientes de las sirenas y
de los refugios. El servicio de metro se suspendía a
las 19h, las ventanas de las casas fueron selladas,
las calles estaban llenas de barricadas y los
antitanques y las baterías antiaéreas esperaban en
cada esquina al enemigo.
Vladimir Alatortsev, fuerte jugador que además era el
director del club de ajedrez de Moscú, decidió que
el campeonato de la ciudad no se dejase de organizar,
para intentar que los moscovitas pudiesen olvidarse de
sus sufrimientos por unas horas. De este modo decidió
organizar un torneo a doble vuelta entre 8 jugadores,
8 valientes que aceptaron jugar en unas condiciones
tan precarias, entre los que se encontraba el artista
Leonid Sherbakov, que también era jugador de 1ª
categoría.
Vladimir
Alatortsev
La situación era surrealista, las piezas de ajedrez
comenzaban su movimiento al comienzo de las partidas y
al poco rato empezaban a caer las bombas sobre Moscú,
donde se había decretado el toque de queda. De
repente empezaban sonar las sirenas y todos salían
corriendo, se producían cortes de luz, se escuchaba
el ruido de las bombas en la lejanía... parece una
lista de contraindicaciones para jugar al ajedrez. El
torneo se tuvo que jugar en 3 salas distintas y los
espectadores solían ser niños en edad escolar, que
eran los únicos moscovitas que no tenían ninguna
tarea que realizar a diario. Resulta curioso el poco número
de tablas que se produjeron, tal vez los jugadores sabían
que podían estar disputando las últimas partidas de
sus vidas, por lo que no quisieron especular con
empates que no tenían ningún sentido dadas las
circunstancias. En el siguiente enlace podéis ver la
clasificación del torneo: Ver
tabla.
Esta curiosa historia no debe tapar la realidad que se
vivió. Decenas de jugadores de ajedrez y miles de
civiles fallecieron en los asedios a las ciudades soviéticas,
una barbarie y un sin sentido generado por las ansias
de poder de unos dirigentes que mostraron una total
falta de respeto por la vida humana.
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Con
trabajo y perseverancia, todo se logra
Kotov
siempre fue un jugador trabajador, trabajo con el que
logró acortar la distancia que le separaba de
jugadores más talentosos. Y lo fue desde pequeño,
algo muy bien visto en el ajedrez soviético y que le
sirvió para progresar a gran velocidad, convirtiéndose
en uno de los pilares de la emergente escuela soviética.
Una muestra de su capacidad de trabajo la dio durante
su juventud, cuando decidió jugar una especie de Mini
Juegos Olímpicos con su amigo, el pianista Yakov
Flier. Ambos amigos decidieron incluir sus juegos y
deportes favoritos en su divertida iniciativa, como el
dominó, algún juego de cartas, el tenis, el
billar.... Flier preguntó a Kotov, ¿Por qué no
incluimos el ajedrez?, a lo que Kotov respondió "porque
entonces tendríamos que incluir el piano".
Flier buscó una solución conciliadora: "Bien,
si eres capaz de tocar la Sonata de Beethoven
"Luz de luna", serás el ganador de la
prueba y de ese modo podremos incluir el
ajedrez". Kotov demostró entonces su
perseverancia y sin tener ni una sola noción de música,
se sentó ante un piano y trabajó a diario. A los 6
meses se dirigió al apartamento de su amigo y tocó
la primera parte de esta famosa obra musical de forma
perfecta, dejándole completamente estupefacto.
Desde ese momento, Kotov se convirtió en un
apasionado de la música. En los torneos soviéticos
la música siempre estaba presente, entre el público
solía estar el genial compositor Sergey Prokofiev y
el no menos genial violinista David Oistrakh. Pero los
propios jugadores improvisaban sus obras: Vassily
Smyslov cantaba, y ya sabemos lo bien que lo hacía,
Mark Taimanov tocaba el piano y Kotov, desde su
modestia, acompañaba también al piano.
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