Curiosidades
- Bloque 8
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En los años 80 la selección juvenil de la URSS hizo
una gira por Europa, una de las escalas era París donde
jugarían contra la selección absoluta francesa.
La expedición estaba comandada por el GM Alexei Suetin,
experimentado entrenador muy apto para conducir a jóvenes
promesas. En cada ciudad solía organizar excursiones
para sus pupilos y en París decidió que tenían que
visitar la Torre Eiffel y Nôtre Dame.
Al reunir a todos sus jugadores para la visita se dio
cuenta de que faltaba Vassily Ivanchuk, tras estar un
rato esperando decidió subir a su habitación a ver que
ocurría. Al preguntar a Vassily el por qué de su
retraso éste contestó: "No
voy a ir". Suetin se
preocupó y le preguntó: "¿Por qué? ¿Acaso
no te encuentras bien?". La repuesta de
Ivanchuk dejó atónito a Suetin: "Me
encuentro bien, pero tengo que estudiar el Informator (revista
que publica novedades teóricas del ajedrez)".
Suetin trató de convencer a su pupilo: "el
Informator siempre lo tendrás contigo, pero quizá no
vuelvas a ver una ciudad tan maravillosa como París".
No sirvió de nada, Vassily se quedó en la habitación
mientras sus compañeros disfrutaban de una de las
ciudades más bonitas del planeta. |
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En esta ocasión no voy a contar nada que pasase en la
realidad, sino que voy a compartir una parodia realizada
por unos humoristas. Si decidís echar un vistazo al
video, veréis el duelo Kasparov-Karpov desde el punto
de vista del humor y a través de los ojos del
derrotado.
Este sketch se hizo en el programa "La hora
chanante" y nos muestra la otra cara de Karpov tras
sus derrotas:
Anatoly
Karpov y su locura
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Najdorf era un jugador de fuerte carácter, con un
sentido del humor tan irónico como incisivo. Esa forma
de ser le llevó a protagonizar multitud de situaciones
curiosas en sus partidas.
Durante una de las partidas de un match que estaba
disputando contra el GM Reuben Fine se llegó a la
siguiente posición:
NOTACIÓN
FEN: 8/4kpp1/7p/1N6/8/5P2/4K1nP/8 w - - 0 1
Fine conducía las blancas y Najdorf las negras. El
estadounidense le ofreció tablas, añadiendo: "este
tipo de finales son empate seguro, tal y como demuestro
en mi libro sobre finales de piezas menores".
Najdorf le observó con incredulidad y rechazó las
tablas, comentando a su vez: "estoy seguro de
que la victoria es de las negras y estoy dispuesto a
apostar la suma de 200 dólares". Fine no se
amedrentó y aceptó la apuesta encantado, pero tras 28
jugadas tuvo que inclinar su Rey ante el argentino y
pagarle los 200 dólares tras llegarse a la
siguiente posición:
NOTACIÓN
FEN: 8/8/4N3/6p1/5p1p/5P2/4K1k1/8 w - - 0 1 |
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Como ya he comentado, el carácter de Miguel Najdorf era
indomable, tanto, que llegó a "desafiar" a su
propio presidente...
Se jugaba un match entre Argentina y la URSS en Buenos
Aires. En el primer tablero jugarían Najdorf (blancas)
contra Bronstein (negras). Tras sonar los himnos
nacionales, el presidente Perón se acercó al tablero y
realizó el primer movimiento simbólico: 1.e4, para
retirarse entre aplausos. En ese momento Najdorf tomó
asiento y rectificó el movimiento de su presidente,
moviendo 1.d4. Sorprendido, Bronstein le preguntó
"¿Como se atreve a
rectificar al máximo representante de su país?".
La respuesta de Najdorf fue sorprendente: "Nosotros
vivimos una democracia y no voy a jugar contra el máximo
especialista del juego abierto, David Bronstein, 1.e4,
por ignorancia del general: sería darle a usted ventaja".
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Durante la II Guerra Mundial los nazis cometieron una
atrocidad tras otra y muchos ajedrecistas judíos
perecieron a manos de una sociedad que se había
instalado en la locura y la injusticia.
Akiba Rubinstein era judío, pero en la época de la
gran guerra su salud mental se encontraba totalmente
perturbada... eso le salvaría la vida.
La gestapo había incluido a Rubinstein en su
lista negra y por ello fue a detenerle a su lugar de
residencia. La persona que se encargaba de cuidarle trató
de convencer al oficial de que Rubinstein no estaba en
sus cabales, ya que sabía que si el preso no estaba en
condiciones mentales satisfactorias los nazis le
consideraban no útil y habitualmente era perdonado.
El oficial de la gestapo se acercó a Rubinstein
y le dijo: "Queda
arrestado, será confinado en un campo de concentración".
Para sorpresa del alemán, Akiba cogió su sombrero y
dijo animadamente: "Bien,
vamos, será divertido".
Ante semejante contestación los nazis se fueron por
donde habían venido y dejaron en paz a Rubinstein.
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