Nueva edición de Linares, sin duda el torneo que más
atrae a los aficionados por su tradición y solera. Esta
ha sido una de las ediciones más emocionantes que se
recuerdan, la victoria se decidió en la última ronda
tras más de 5 horas de juego y con varios cambios de
rumbo en los que tanto Grischuk como Topalov se vieron
como ganadores en algún momento.
Mucho se ha hablado de esta edición antes de que
comenzara. Se ha comentado la bajada del nivel de la
participación, algo no del todo cierto ya que sigue
siendo categoría XXI (si bien es cierto que para
lograrlo se ha pasado de 8 a 6 jugadores). Es cierto que
ha faltado Carlsen, pero creo que no se debe echar de
menos a nadie más. Anand demostró en Wijk aan Zee que
no piensa competir hasta que juegue el campeonato del
mundo, por lo que su participación hubiese sido una incógnita.
Algo similar ocurre con Kramnik, nunca sabes si va a
venir a jugar o sólo a firmar tablas rápidas, de hecho
creo que ese es el motivo por el que hace años que no
es invitado a Linares.
Creo que la participación de Vallejo ha sido un
acierto, tanto por la expectación que ha levantado
entre los aficionados españoles, como por lo
beneficioso que va a ser para él competir con los
mejores del mundo. Vallejo es un jugador más maduro, más
preparado y que parece listo para jugar torneos de élite,
esperemos que confirme estas sensaciones en el próximo
Campeonato de Europa.
Como se esperaba, el torneo fue dominado por Topalov,
que se instaló en el liderato casi desde un principio.
Vallejo se encargó de poner la adrenalina necesaria
para que el público disfrutase, en dos de sus partidas
jugó al límite y se pudo ver ajedrez con verdadera
lucha. La mala gestión del tiempo hizo que perdiese dos
posiciones muy prometedoras que le hubiesen catapultado
a una posición mejor. Un torneo agridulce para el español,
que se ha batido en igualdad de condiciones con los
mejores del mundo, pero que ha dejado escapar alguna
partida donde estuvo mejor que su rival.
En las 3 últimas rondas las cosas se pusieron difíciles
para el líder. En la antepenúltima ronda dejó pasar
una posición ganadora ante Aronian y esto le afectó
mucho psicológicamente. En la siguiente ronda jugaba
con Grischuk, que era segundo a sólo un punto, arriesgó
demasiado y terminó encontrándose con la derrota. Un
duro golpe que dejaba el torneo en el aire.
La última ronda no se podía presentar más
emocionante: Grischuk y Topalov empatados a puntos. Si
ambos lograban la victoria se hubiese tenido que
recurrir a un desempate a partida de 3 min + 2 s de
incremento, lo que hubiese sido muy emocionante pero una
auténtica lotería. Si ambos hacían tablas la victoria
hubiese caído del lado de Grischuk. En la partida de
Topalov se planteó una defensa Petrov, un tostón de
apertura que no favorecía en nada la necesidad de
victoria del búlgaro. Vallejo y Grischuk jugaron una
siciliana Najdorf, apertura de ida y vuelta que da mucho
juego tanto a las blancas como a las negras. La verdad
es que Vallejo estuvo mejor durante toda la partida,
pero no pudo encontrar el camino hacia un ataque directo
contra el rey. Finalmente firmaron tablas, Grischuk con
gran sangre fría, como buen jugador de poker, pensó
que el empate le serviría para ganar el torneo ya que
la partida de Topalov había entrado en un final que
parecía de tablas.
Aquí entró en juego la determinación de Topalov, en
su cabeza sólo se encontraba la victoria y siguió
apretando esperando pacientemente un error de Gelfand.
Hay que tener ciertos aspectos en cuenta: se llevaban más
de 5 horas de juego, el cansancio era enorme, no sólo
por la partida sino el acumulado de todo el torneo.
Gelfand había sacrificado una torre por un alfil y se
había entrado en una posición de claras tablas.
Topalov decidió devolver la calidad para entrar en un
final con peón de más, que aparentemente era muy
complicado de ganar. Su gran esperanza residía en que
todas las piezas estaban en el flanco de dama, todas
menos el rey negro al que la torre blanca cerraba el
paso y dejaba fuera de juego. Aun así parecía una
posición difícil de ganar... pero Gelfand cometió un
error, llevar su peón a a2 fue fatal y Topalov encontró
una forma de lograr la victoria:
Topalov,
Veselin - Gelfand, Boris
Linares
2010
1.e4
e5 2.Cf3 Cf6 3.Cxe5 d6 4.Cf3 Cxe4 5.Cc3 Cxc3
6.dxc3 Ae7 7.Ae3 0–0 8.Dd2 Cd7 9.0–0–0 Te8
10.h4 c6 11.h5 h6 12.Rb1 Cf6 13.Ad3 Af8 14.Tdg1
Cg4 15.Af4 Df6 16.Ch2 Cxh2 17.Txh2 Af5 18.Axf5
Dxf5 19.g4 De4 20.g5 hxg5 21.Axg5 De2 22.Dxe2
Txe2 23.Ae3 Txe3 24.fxe3 Te8 25.Th3 Te6 26.c4
Ae7 27.Tf3 Te5 28.Tgf1 Txh5 29.Txf7 Te5 30.T7f3
Af6 31.c3 Te4 32.Txf6 gxf6 33.Txf6 Txe3 34.Txd6
Rf7 35.Rc2 Te2+ 36.Rb3 Re7 37.Td4 c5 38.Td3 b6
39.Ra3 Tc2 40.Td5 a5 41.Td3 Th2 42.b3 Tc2 43.Ra4
Txa2+ 44.Rb5 Tb2 45.Rxb6 a4 46.Rxc5 Txb3 47.Rc6
a3 48.c5 Re8 49.Th3 a2 50.Th8+ Re7 51.Ta8 Tb2
52.Rc7 Tc2 53.c6 Tb2 54.c4 Tc2 55.Ta6 Tb2 56.c5
Re6 57.Ta5 Tc2 58.Rb7 Tb2+ 59.Rc8 Re7 60.c7 Re8
61.Txa2 Txa2 62.Rb7 1–0
Después
de 31...Te4
|
Se entró en una posición curiosa, el rey negro se
encontraba aislado porque la torre le cortaba el paso,
pero de repente el rey blanco también estaba aislado y
encerrado en la columna c. Pero Topalov había
encontrado una solución ingeniosa y muy estética:
construiría un refugio para su rey desde el que
permitiría a su peón coronar y no podría recibir ningún
molesto jaque. Veamos el refugio:
El rey se
moverá a b6 para refugiarse del jaque y ya nada podrá
detener la coronación del peón
Grischuk ha estado a punto de ganar su segundo Linares,
algo sólo reservado a los más grandes, lo que hubiese
sido una monumental sorpresa. Y lo hubiese hecho del
mismo modo que en la edición anterior, jugando de una
forma sorprendente con apuros de tiempo en todas las
partidas. Parece que el ruso necesita el agobio del
reloj para alcanzar su máxima concentración y jugar de
ese modo con más intensidad. Realmente es una forma muy
arriesgada de jugar, con tan poco tiempo siempre se le
escaparán variantes, lo que le sitúa demasiado a
menudo al filo de la navaja. Lo que parece claro es que
Grischuk busca esos apuros de tiempo, nunca hace nada
por remediarlos y parece que necesita esa dosis extra de
adrenalina para jugar al ajedrez.
La victoria de Topalov ha sido el triunfo de la
voluntad, de las ganas de competir y de vencer, algo que
por desgracia no se ve en todos los torneos del año.
Muchos criticarán el error de Gelfand, siempre amparándose
en lo que les sugiera algún programa, pero hay que ver
más allá, hay que ponerse en la piel de los jugadores,
cansados tras horas de juego, con la presión de estar
jugando en Linares, con el reloj recordándoles que de
él también depende la victoria o la derrota. Cometer
errores es normal y muy humano, no es justo evaluar el
rendimiento de un jugador viéndolo todo detrás de un
programa infalible, eso no es el ajedrez real, es el
ajedrez de una máquina sin sentimientos, que no siente
cansancio ni presión.
Se puede sacar una lección clara de este torneo:
Topalov es un jugador sumamente competitivo, un auténtico
gladiador del ajedrez. Su ambición a veces me recuerda
a la de Gary Kasparov, salvando las distancias, claro.
Kasparov tenía una fe extraordinaria en si mismo y en
su diccionario sólo había una palabra: victoria. La
actitud de Topalov es la correcta, a pesar de tener en
un horizonte cercano el campeonato del mundo ha venido a
Linares a competir, justo lo contrario que hizo Anand en
Wijk aan Zee. La actitud de Anand fue incomprensible,
una cosa es no querer desvelar las claves de tu
preparación y otra es hacer tablas rápidas y negarse a
competir, siempre podría haber utilizado aperturas que
estuviesen fuera de su repertorio para el campeonato del
mundo y disfrutar jugando al ajedrez, esto no hubiese dañado
tanto su imagen.
En definitiva, hemos visto un Linares con bastante
lucha, a lo que contribuyó claramente la prohibición
de firmar tablas antes de la jugada 40, donde el ajedrez
táctico ha brillado por su ausencia, aunque eso no es
reprochable, lo que si lo es son las tablas sin lucha
que por fortuna no se han producido en esta edición. |