Esta ha sido la edición menos brillante de los últimos
tiempos en Linares. No le ha faltado emoción, pero si
algo más de calidad y riesgo, lo que ha degenerado en
un torneo descafeinado en el que ha imperado el miedo a
perder.
No estoy hablando de falta de lucha, que si la ha
habido. Simplemente he echado de menos más ímpetu para
perseguir la victoria. De hecho estoy seguro de que
hubiese habido un mayor número de tablas rápidas si
los jugadores no hubiesen aceptado una cláusula en sus
contratos que les obligaba a no firmar empates antes de
la jugada 30.
El resumen del torneo es sencillo. Todos los jugadores
comenzaron la competición a la expectativa, todos salvo
Grischuk, que decidió poner toda la carne en el asador.
Esta falta de ambición por parte de la mayoría se
tradujo en partidas donde no se asumía el más mínimo
riesgo y que terminaban en tablas... lo que fomentaba un
cierto aburrimiento general. En definitiva, Grischuk se
la jugó y obtuvo un punto de ventaja. A partir de ese
momento, y con cierta lógica, el ruso comenzó a
especular con su ventaja y buscó partidas que
finalizasen en empate.
El gran favorito, Anand, empezó con ganas, pero su
derrota en la segunda ronda con Aronian le afectó
mucho, tal vez por el modo en que se produjo, ya que
Anand parecía tener ventaja, pero una serie de
brillantes golpes tácticos dieron la victoria al
armenio. A partir de ahí parece que jugó con ciertas
urgencias, tratando de arreglar el traspiés sufrido,
algo que marcó todas sus partidas.
El torneo prosiguió más bien entre bostezos, con
Grischuk conservando su ventaja sin demasiados
sobresaltos. Sólo la inspiración de Carlsen en la
antepenúltima ronda pudo frenar a Grischuk, gracias a
una brillante
partida el noruego consiguió dar emoción
a un torneo que caminaba irremediablemente hacia el cómodo
triunfo del ruso. Tras esta ronda la ventaja de Grsichuk
se redujo a medio punto sobre sus más inmediatos
perseguidores: Carlsen e Ivanchuk.
Así se llegó a la penúltima ronda, donde, por fin,
pudimos ver luchas de verdad. Las urgencias hicieron que
los participantes apostaran por la victoria y pudimos
ver 4 partidas vibrantes. Grischuk tuvo contra las
cuerdas a Anand tras sacrificar 3 peones en pos de un
fuerte ataque contra el rey rival, al final el indio se
salvó por los pelos en una partida preciosa. Carlsen
situó sus piezas de forma adecuada para atacar, sin
importarle ceder un par de peones, consiguiendo entrar
en un final ganado, pero tras cometer un despiste enorme
se tuvo que conformar con las tablas. Ivanchuk apretó
mucho y logró una justa victoria, lo que le dejaba
empatado con Grischuk a falta de una sola ronda.
Todo hacía presagiar una emocionante última ronda,
aunque personalmente no me fiaba demasiado ya que en
parecidas circunstancias he visto hacer tablas sin lucha
con demasiada frecuencia... y no me equivoqué, Carlsen
nos sorprendía y decepcionaba al firmar tablas en una
posición donde había mucho que jugar. Resulta
intolerable que un deportista que necesita la victoria
para aspirar al primer puesto se niegue a luchar y se
conforme con un triste empate, un gesto que dice muy
poco en favor del noruego. Francamente, no me imagino a
Kasparov, Fischer u otro gran campeón haciendo algo
similar, un jugador demuestra su grandeza luchando por
los triunfos y persiguiendo la gloria. Hay que decir que
un triple empate con Ivanchuk y Grischuk favorecía a
Carlsen, por lo que su comportamiento no tiene excusa.
El siguiente empate lo firmó Ivanchuk, esta vez en una
posición que parecía abocada a un empate, ya que el
ucraniano planteó una apertura sólida sin demasiadas
aspiraciones de ganar, algo que también resulta extraño
teniendo en cuenta que el desempate le desfavorecía...
Grischuk estaba a sólo unas tablas de escribir su
nombre en el palmarés del torneo más importante del
mundo... y las consiguió, una vez más con cierto
suspense al volver a jugar en zeitnot, con sólo 3
minutos para las últimas 6 jugadas. Grischuk, último
jugador en ser invitado al torneo, había logrado el
triunfo en Linares tras una decepcionante última ronda.
Se puede decir que ha sido el justo vencedor, es el
jugador que más riesgos ha tomado y el que ha
perseguido el triunfo final con más ahínco.
Así son los torneos de élite en la actualidad.
Jugadores que procuran arriesgar lo menos posible,
centrando todos sus esfuerzos en buscar alguna pequeña
ventaja que poder explotar en un final donde no exista
la posibilidad de perder. Evidentemente, a este nivel
este tipo de partidas suele acabar en tablas. Echo de
menos otros tiempos, no tan lejanos, donde había luchas
encarnizadas en cada partida. En este caso no estoy
hablando de jugar más al ataque o menos, sino de luchar
por la victoria, algo que debe ser prioritario en
cualquier deporte. En esta edición de Linares parece
que había jugadores que no les importaba lo más mínimo
terminar primeros, algo verdaderamente increíble y que
les descalifica como deportistas.
Grsichuk ha jugado de una forma curiosa, estuvo en
apuros de tiempo en casi todas las partidas, en muchas
ocasiones con una hora de reloj menos que su rival. La
razón más lógica que explica esta situación es que
su preparación de aperturas era bastante floja, aunque
tratándose de un jugador de póquer, uno no sabe si
todo esto era un farol que buscaba que su rival se
confiase y cometiera algún error.
Por último, para los que se preguntan como se
resolvieron los empates en la tabla final, aquí tenéis
los métodos de desempate aplicados:
1- Resultado particular entre los jugadores empatados
2- Número
de victorias
3- El
que más puntos haya logrado contra rivales con más del
50% de puntuación
4- Descontar la puntuación obtenida contra el grupo de
puntuación más bajo
5-
Partidas blitz de desempate
Partidas
más brillantes:
Anand
- Aronian, Linares (2) 2009
Carlsen
- Grischuk, Linares (12) 2009 |