Rustam Kasimdzhanov fue uno de los campeones del mundo
que surgieron, junto a Alexander Khalifman y Ruslan
Ponomariov, del fracasado experimento de la FIDE de
organizar el campeonato del mundo de forma abierta (con
decenas de participantes) y por eliminatorias (en
ocasiones a sólo dos partidas). Muchos jugadores de al
élite se negaron a jugar en esas condiciones y otros
sucumbieron en ellas. Estos nuevos campeones fueron
invitados a los torneos más importantes, convirtiéndose
en el objetivo de los primeros clasificados del ranking
internacional, que pretendían demostrar que su corona
era inmerecida.
En la Olimpiada de Tromso, Kasimdzhanov, al mando de la
selección de Uzbekistan como primer tablero, se ha
reivindicado con dos victorias de verdadera calidad: la
que están viendo ante Kramnik y otra conseguida ante
Ivanchuk. En total, Rustam ha logrado 6 puntos en 10
partidas (con un rendimiento de 2743 puntos elo). Su
corona como campeón del mundo está prácticamente
olvidada en un mundo del ajedrez que avanza a toda
velocidad, aunque Rustam sigue demostrando con su juego
que aquel triunfo no fue fácil de conseguir y tuvo gran
mérito. |