Ser
respetado y admirado por las tus propios compatriotas es
uno de los logros más complicados de conseguir.
Svetozar Gligoric lo logró y lo hizo de dos modos
diferentes, como héroe de guerra y como héroe en un
tablero de ajedrez.
Por orden cronológico hemos de empezar por lo
acontecido durante la II Guerra Mundial. En 1941 los nazis invadieron
Yugoslavia como parte del plan de la futura invasión de la
URSS, logrando ocupar este país en poco tiempo. Las
duras represalias contra la población, como asesinar a
100 personas por cada soldado alemán muerto, hicieron que
se crease un multitudinario movimiento de liberación:
los partisanos. Como ya se irán imaginando, el joven
Svetozar Gligoric formó parte de este grupo.
Los partisanos lucharon por la liberación de su país y
ayudaron en el frente soviético, llegando a contar con
cerca de 800.000 hombres entre sus filas, por lo que no eran unos simples guerrilleros que tendían emboscadas, sino un ejército en toda regla.
Las batallas se alargaron en el tiempo, con duros
ataques de las tropas alemanas que intentaban terminar
con este movimiento y lo que representaba, para terminar
logrando la liberación total del país en el otoño de
1944.
Svetozar
Gligoric
La guerra cortó drásticamente la carrera
ajedrecística de Gligoric, que había comenzado con
brillantez al lograr el título de maestro en 1939 por
su primera y genial participación en el Campeonato
de Yugoslavia. Tras la guerra retomó otro tipo de
batallas, en esta ocasión las que se libraban dentro de
un tablero de ajedrez, y lo hizo con gran éxito. Su
carrera estuvo plagada de grandes resultados en torneos
de primer nivel, aunque nunca pudo con el empuje de los
soviéticos en el Campeonato del mundo. Aun así, logró
estar entre los 10 primeros del ranking mundial durante varios
años, lo que le convirtió en todo un ídolo en su
país.
El buen hacer de Gligoric hizo que el ajedrez sufriese
un gran impulso en Yugoslavia, volviéndose todavía
más popular de lo que ya era.
Gligoric fue una persona activa y polifacética, periodista de profesión,
también fue un gran aficionado a la música y
a los idiomas. Hay que tener en cuenta que no se
dedicaba en exclusiva al ajedrez, lo que da más mérito
a los grandes resultados que cosechó. Fue árbitro en varios campeonatos del mundo
y su labor periodística también abarcó el ajedrez,
llegando a escribir una crónica titulada 'la partida del
mes', que fue reproducida a lo largo de todo el planeta.
Esta es la historia de un personaje especial, una mente
privilegiada que hizo lo que más le gustaba, lo que le
dio acceso a los laureles del triunfo y al reconocimiento de su pueblo.
Javier
Cordero Fernández
(19
Marzo 2012)
BIBLIOGRAFÍA
"Enciclopedia
de ajedrez" -
Harry Golombek
"Larousse
del ajedrez"
|