No todas las historias relacionadas con el ajedrez
tratan sobre belleza, proezas o grandes gestas. Claude
Bloodgood es un mudo testigo de este hecho. Y es
que la historia de nuestro protagonista puede llegar a
generar odio y repulsa, aunque el ajedrez esté
permanentemente presente en ella.
Claude Bloodgoog era un ajedrecista estadounidense que
competía a nivel estatal y que logró hacerlo a un buen
nivel, logrando varios triunfos en torneos de Virginia.
También disputaba un gran número de partidas por
correspondencia, que por aquel entonces estaban en boga
ante la imposibilidad de recibir ayuda de los flojos
programas que se comercializaban (que más bien entorpecían).
Hasta aquí parece que estamos conociendo la vida de uno
de los miles de apasionados por el ajedrez que existen
dispersos por las ciudades de todo el mundo... sin
embargo, algo le diferenciaba del resto: su mente
criminal.
Bloodgood vivía a menudo al margen de la ley, lo que le
llevó en varias ocasiones a la cárcel por distintos
delitos, como robo o falsedad documental. Sus idas y
venidas a prisión se volvieron de dirección única
(ida) en 1968, cuando Bloodgood cruzó todo límite
permisible al asesinar a su madre. Las pruebas fueron
tan claras que fue detenido y condenado a muerte con
gran rapidez (silla eléctrica). Lo que no fue tan rápido
fue la ejecución de la sentencia, que se fue demorando
con el paso de los años y finalmente fue conmutada por
cadena perpetua.
Claude
Bloodgood durante su juventud
Bloodgood no abandonó su afición al ajedrez a pesar de
encontrarse en la cárcel. En 1970 comenzó una febril
actividad en el tablero, disputando más de 2000
partidas por correspondencia a la vez. Las sacas de
correos llegaban a la prisión sin cesar, algo
totalmente permitido por la ley. Pero la situación
cambió tras un intento de fuga de Bloodgood, el cual
fracasó y tuvo consecuencias: la estricta prohibición
de disputar partidas de ajedrez con personas del
exterior de la prisión.
Entre rejas, privado de libertad, Bloodgood sólo tenía
el ajedrez, por lo que siguió jugando partidas con
otros presos. También comenzó a organizar distintos
torneos en la cárcel, en los que incluso participaban
algunos presos que estaban federados. En la década de
los 90, en un espacio de 6 años, disputó más de 3000
partidas. Esta gran actividad tenía un propósito
oculto: inflar su ELO de forma desmedida. El plan salió
a la perfección, ya que su rating ascendió hasta 2702,
estando sólo por detrás de Gata Kamsky en Estados
Unidos. Por ley se había ganado el derecho a participar
en el Campeonato de Estados Unidos absoluto e incluso
acudir a unas futuras Olimpiadas. La Federación
estadounidense, tras debatirlo ampliamente, le negó
este derecho y cambió su reglamento para que no se
volviese a dar un caso similar.
La convulsa historia de Claude Bloodgood llegó a su fin
el 4 de Agosto de 2001, al fallecer tras no poder
superar un cáncer. Hasta el último momento estuvo
jugando al ajedrez, ya que falleció tras finalizar una
partida correspondiente al Campeonato de Estados Unidos
por correspondencia. A continuación pueden ver dos
partidas del psicópata que se vio irremediablemente
atraído por el ajedrez:
Javier
Cordero Fernández
(19
Agosto 2012) |