¿Qué
no harías por amor? Por él se toman decisiones que a
los ojos de los demás pueden parecer incomprensibles,
es, en definitiva, el motor que mueve la vida. Bien, pues el amor también
va a ser el motor de esta historia, que va a tener como
protagonista al maestro sueco Folke Ekstrom, un jugador
tan fuerte como desconocido, que vio frenada su
meteórica carrera por los designios de Cupido.
El ajedrez sueco vivía sus mejores momentos en la
década de los 30 y los 40. Los tres mosqueteros (Lundin,
Stoltz y Stahlberg) obtenían grandes resultados y
gozaban de gran fama. Justo en esa época apareció un
nuevo jugador en el país y lo hizo como un tornado que
no deja nada en pie a su paso. Su nombre era Folke
Ekstrom y no sólo triunfó en los torneos menores
suecos, sino que sus actuaciones en torneos
internacionales (sólo disputó 3) fueron
sobresalientes: en Hastings (1945) fue 2º con 9 puntos
en 11 partidas, a sólo medio punto de Tartakower. Fue
1º en Estocolmo (1946) por delante de la flor y nata
del ajedrez sueco (como Lundin, con quien compartió el 1er
puesto, y Stoltz). En Zaanstreek (1946) fue 2º con 8'5
de 11, esta vez sólo superado por Euwe.
Esas grandes actuaciones fueron completadas con dos
victorias de renombre en encuentros individuales ante
Arnold S. Denker y Max Euwe (ex-campeón del mundo)
Pero la vida de un ajedrecista es poco estable, siempre
plagada de largos viajes, lo que implica poco tiempo de permanencia en el hogar,
algo que es incompatible con la familia. Esta es la raíz
del problema que tuvo que afrontar Ekstrom. Su esposa le llamó al
orden y le comentó que no podía soportar tan largas
ausencias cuando jugaba en el extranjero. Folke se
mostró compresivo y con una muestra de amor incondicional
tomó una decisión firme: competir sólo en Suecia. Pero cuando Folke estaba en un torneo a su
esposa se le venían las paredes del hogar encima, por
lo que tuvo otra conversación con su marido donde le
expuso la situación. Ekstrom, cegado de amor, volvió
a darle la razón y tomó una decisión todavía más drástica: dejar
el ajedrez activo. A partir de ese día no
volvió a participar en un torneo... pero abandonar una pasión tan grande como el
ajedrez no es tarea sencilla y nuestro protagonista
siguió jugando, eso sí, sólo partidas por
correspondencia y siempre en el
calor del hogar junto a su esposa.
Así fue como el ajedrez perdió a una de sus figuras más
rutilantes de mediados del siglo XX... y como la señora
Ekstrom ganó un marido que dejó de estar ausente.
Finalicemos con una partida de Ekstrom, un jugador cuyo
estilo es complicado de encasillar, ya que no es
posicional, ni táctico, y que más bien se
acerca al fino juego que mostraba Capablanca:
Denker,
Arnold S. - Ekstrom, Folke
Hastings
1945
1.d4
d5 2.Cf3 Cf6 3.c4 e6 4.Cc3 c6 5.e3 Cbd7 6.b3 Ab4
7.Ad2 0–0 8.a3 Ad6 9.cxd5 exd5 10.Ae2 Ce4 11.0–0
a5 12.Dc2 f5 13.Ac1 Tf6 14.Ab2 De7 15.Ad3 Th6
16.g3 g5 17.Tfe1 g4 18.Axe4 fxe4 19.Cd2 Cf8
20.b4 Ce6 21.Ccxe4 dxe4 22.Dxe4 Cg5 23.Dc2 Df7
24.d5 Txh2 25.Ce4 Cxe4 26.Rxh2 Af5 27.Rg1 Dh5
28.dxc6 Cg5 29.cxb7 Tb8 30.Dc4+ Ae6 31.Dc6 Cf3+
32.Rf1 Dh1+ 33.Re2 Cd4+ 34.Axd4 Dxc6 0–1
Después
de 24.d5
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Javier
Cordero Fernández
(14
Febrero 2012)
BIBLIOGRAFÍA
"Enciclopedia
de ajedrez" -
Harry Golombek
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