Los que le conocieron le definen como una persona
amable, pero algo cándida. Alto, siempre con unas
largas patillas, su mirada parecía estar ausente, como
a cientos de kilómetros de donde se encontraba
realmente. Gennadi Sosonko comentaba que parecía no
pertenecer a este mundo, Alvis se refugiaba en su
universo particular y sólo abría su puerta a otros
ajedrecistas o a sus amigos íntimos. Es un ejemplo de
una persona que no supo mezclarse con otros seres
humanos, siempre temiendo el contacto con los demás,
una personalidad extraña, al menos extraña para lo que
estamos acostumbrados. Muchas mentes brillantes en un
campo determinado, son lo contrario en otro campo
diferente. No es extraño encontrar personas que pueden
ser considerados genios en sus respectivas áreas, pero
que tienen un comportamiento similar al de Vitolinsh,
siempre sintiéndose fuera de juego y no encajando nunca
en una sociedad que devora al que es diferente.
En su vida sólo existía una cosa: el ajedrez. Ni
siquiera se llegó a casar y vivió toda su vida con sus
padres. Era capaz de pasarse horas analizando en casa,
preparando aperturas poco usadas que luego ponía en práctica
en los torneos. Era un pequeño Don Quijote que arremetía
contra sólidos molinos, en un mundo donde todo empezaba
a estar demasiado estudiado y se tendía a un juego cada
vez más científico. Solía declarar lo siguiente:
"En una variante aparentemente agotada se pueden
encontrar ideas completamente nuevas. ¡El ajedrez de
verdad no tiene límites!".
Sus contribuciones más famosas llegaron en la
siciliana, donde Vitolinsh era capaz de colocar un alfil
en b5 cuando su rival había movido un peón a a6, algo
que también hacía colocando los caballos en d5, f5 y
e6. Sin duda, le gustaba complicar las cosas desde el
principio de la partida, sabía que sacando de la teoría
a ciertos jugadores, éstos se desorientarían y tenderían
a cometer errores, siendo en ese momento cuando más
apretaba para obtener la victoria, como un cazador que
no suelta su presa.
También perfeccionó el gambito Cochrane contra el tostón
de la defensa Petrov, profundizando en una línea en la
que sacrificaba un caballo en f7 (que usó con asiduidad
en sus partidas). Veamos un ejemplo de esta arriesgada
apertura:
Vitolinsh,
Alvis - Meijers, Viesturs
Campeonato
Letonia, Riga 1989
1.e4
e5 2.Cf3 Cf6 3.Cxe5 d6 4.Cxf7 Rxf7 5.d4 g6 6.Cc3
Rg7 7.Ae2 d5 8.e5 Ce4 9.Cxe4 dxe4 10.0–0 Cc6
11.Ae3 h5 12.f3 exf3 13.Txf3 Ae6 14.c4 Ag4
15.Tf4 Axe2 16.Dxe2 Rh7 17.d5 De8 18.dxc6 Dxe5
19.Df2 Td8 20.cxb7 c5 21.Tf7+ Ag7 22.Axc5 Dg5
23.Ad4 Thg8 24.Axg7 Txg7 25.Txg7+ Rxg7 26.b8=D
1–0
Después
de 3...d6
|
También hay un gambito que lleva su nombre, donde las
negras entregan un peón en b5, las jugadas son: 1.d4
Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Dc2 0-0 5.a3 Axc3+ 6.Dxc3 b5...
siempre a la búsqueda de posiciones complicadas.
Como ya he comentado, era un experto jugador de blitz.
De hecho solía pasarse noche enteras analizando y
jugando partidas en esta modalidad, donde era un jugado
temible. Por desgracia para Alvis, los éxitos se logran
en el ajedrez a ritmo clásico, donde sus nervios y
desequilibrios le podían traicionar con más facilidad.
En el ritmo blitz pudo desarrollar su genialidad porque
simplemente no había tiempo para que los resortes de su
mente se activasen, la cual sólo tenía que ocuparse
del siguiente movimiento que había que realizar en unas
pocas décimas de segundo.
En 1997 sus padres fallecieron de forma casi
consecutiva, su mundo se resquebrajó y todo pasó a
tener escaso sentido para él. Alvis Vitolinsh decidió
poner fin a su vida un 16 de Febrero de1997, lanzándose
desde un puente del ferrocarril sobre el congelado río
Gauja. Se disputa un torneo en su memoria en la última
ciudad en que residió: Carnikava (Letonia).
Resulta extraño que una persona con los problemas de
Vitolinsh escogiese el ajedrez como forma de vida. Su
fragilidad mental estaba demasiado expuesta a los
cambios que existen dentro de una misma partida:
euforia, miedo, frustración, alegría, hundimiento;
demasiados estados anímicos que pueden destrozar un espíritu
que no sea lo suficientemente fuerte. El ajedrez es un
deporte duro, cuyas derrotas duelen más que en otras
disciplinas, pudiendo llegar a ser cruel, porque no en
vano se están enfrentando dos mentes que sólo buscan
la aniquilación del contrario. No hace mucho un lector
me escribió un curioso e-mail con respecto a este
tema y me comentaba como el ajedrez al final le
terminaba haciendo daño, por lo doloroso de cada
derrota, por la crueldad de cada victoria al dejar
aplastado a tu rival y como trataba de alejarse de este
juego que era demasiado similar a la vida real, una vida
que en ocasiones es despiadada. Realmente esto es
cierto, pero uno siempre puede acercarse al ajedrez por
otros caminos, como el lado artístico, disfrutando de
las partidas jugadas por los grandes jugadores a lo
largo de décadas o simplemente buceando a través de
las múltiples e interesantes historias que rodean a un
juego creado hace cientos de años.
El caso de Vitolinsh no es el único de jugadores de
ajedrez que tuvieron problemas mentales, Lembit Oll o
Karen Grigorian también se suicidaron por
desequilibrios parecidos a los del letón, Albin Planinc
tuvo que ser internado en un psiquiátrico y no volvió
a competir.
Hoy hemos conocido a un jugador repleto de luces y
sombras, aunque las sombras predominasen sobre la luz.
Pero en la vida no todo puede ser bonito, de hecho la
realidad nos lo demuestra continuamente. Como he
concluido en varias ocasiones, recordemos a Vitolinsh
por sus partidas llenas de golpes tácticos y pasemos un
rato entretenido reproduciéndolas, como por ejemplo las
4 siguientes:
Javier
Cordero Fernández
(2
Enero 2010) |