Esta partida contiene una jugada tan bella como
sorprendente, la cual dejó estupefactos a todos los que
se encontraban observando alrededor del tablero. Sólo un
artista puede lanzarse a la aventura de la forma en que
lo hizo Nezhmetdinov, rechazando la posibilidad de unas
tablas casi teóricas para jugar una posición
complicada y llena de riesgo. Pero así concebía el
ajedrez Nezhmetdinov, como un arte en el que cada
partida era una oportunidad para ser creativo que no se
podía dejar pasar.
La posición en la decimosegunda jugada era, según el juicio de
varios jugadores, de tablas muertas. Incluso durante
ese torneo varias partidas habían terminado en tablas
en pocas jugadas siguiendo el mismo guión. Pero esta no
solía ser la forma de proceder de Nezhmetdinov, que
rehusaba las tablas rápidas por norma general... el
ajedrez era algo para disfrutar y la mejor forma de
hacerlo era, simplemente, jugando. Rashid
Nezhmetdinov
Cuando las negras realizaron su 11ª jugada se llegó a
la posición teórica de tablas, fue entonces cuando
Nezhmetdinov se concentró profundamente y el tiempo
empezó a correr. Cuando habían pasado 40 minutos,
Chernikov se empezó a poner nervioso y se levantó de
la mesa
acercándose a Voloshin, amigo de su rival, al que
comentó:
"¿Por qué Rashid Gibyatovich piensa durante tanto
tiempo?, esto son tablas muertas, si quería seguir
jugando, debería haberlo pensado antes". No obtuvo
respuesta porque al terminar su frase un espectador,
apenas un niño, llegó corriendo y le dijo que Nezhmetdinov
acababa de sacrificar su dama... Chernikov no volvió
a levantarse de la mesa hasta el final de la partida.
Tras la partida, Nezh sorprendió a toda la concurrencia
con sus profundos análisis sobre el sacrificio de dama
que se le había ocurrido, aunque las variantes eran
tantas que no todas habían sido analizadas en
profundidad, en realidad el sacrificio tuvo mucho de
intuitivo. ¿Cómo se puede explicar esta victoria?
Varios factores influyeron, empezando por el terrible
golpe psicológico que recibió Chernikov con el
sacrificio de dama, supongo que el tablero se volvió
borroso de repente para él. Las piezas blancas se
volvieron increíblemente activas y empezaron a generar
constantes amenazas. El juego negro era más pasivo y
finalmente todo se vino abajo como un castillo de
naipes. Una partida así sólo puede ser jugada por un
ajedrecista especial, un genio del tablero. |