El encuentro estaba programado a ocho partidas y la
igualdad lo presidió desde su inicio. Sin embargo,
Ivanchuk logró adelantarse en la quinta partida y así
se llegó a la última. A Vassily le bastaban una
tablas, pero aquí comenzó a fraguar su historia negra
de nervios y descontrol. Jussupow le barrió del tablero
de una forma espectacular, a golpe de combinación, remoderando
a los viejos románticos tiempo atrás desterrados de
los tableros de ajedrez: (Ver
partida).
Jussupow supo aprovechar el estado de ansiedad y
nerviosismo de su rival, y se lanzó a por todas en la
primera partida del desempate (ni más ni menos que la
que ustedes están contemplando en este momento). El
juego de Jussupow fue como una avalancha que un
desbordado Vassily no pudo ni supo contener, una partida
preciosa con un nuevo ataque lleno de contundencia. La
siguiente partida finalizó en tablas, con un Ivanchuk
deprimido que no tuvo ninguna opción y que decía adiós
a sus opciones de ser campeón del mundo.
Jussupow firmó de este modo uno de los episodios más
brillantes de la historia reciente del ajedrez, jugando
dos partidas llenas de brillantez de forma consecutiva,
ante un rival fortísimo y en una situación de extrema
presión por la importancia del torneo y por tener que
voltear el marcador. Pero así se dan las gestas, con
sufrimiento y genialidad.
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