Ha
muerto el gran historiador del ajedrez Ignacio Vidau Cabal
En
la mañana de hoy sábado ha fallecido en Gijón el que fuera uno de
los mejores historiadores de ajedrez asturianos y uno de los más
fuertes jugadores del Principado Ignacio Vidau Cabal.
Nacido
en Oviedo en 1932, hijo un famoso pintor, Ignacio estudió la carrera
de Derecho y trabajó durante cuarenta años como abogado del INS.
Comenzó a jugar a una edad no muy temprana, casi con 16 años pero
pronto destacó como un jugador reflexivo, pausado, de juego
posicional pero sin rechazar las dificultades tácticas. Buen
finalista y excelente jugador por correspondencia, Vidau militó en
diversos clubs ovetenses siendo el Real Oviedo en el que más tiempo
jugó y con el que obtuvo el título de Campeón de España por
Equipos de E y D en 1969 en Toledo
junto a José Luis Fanjúl, Ángel Prieto, Joaquín Muñiz y
quien esto escribe.
Aquejado
desde hace once años por el Alzheimer, Vidau vivió los 25 últimos
en Gijón retirado prácticamente del ajedrez activo, tomando parte en
algún verano en torneos abiertos en Ibiza pero seguía fiel a sus
tres pasiones, el ajedrez por correspondencia, donde obtuvo
importantes éxitos, la música, era un melómano de pro y la historia
del ajedrez donde ha dejado un importante legado en revistas
especializadas, publicaciones para monitores y su gran biografía
sobre Paul Morphy en la que llevaba trabajando treinta años.
Tuve
el honor de conocerlo y compartir con él cuarenta años de mi vida,
primero como compañero de club ya que ambos militábamos en
Educación y Descnso de la capital del Principado y luego en el Real
Oviedo, club en el que quedamos dos veces campeones de Asturias
clasificándonos para la final de dicha prueba en Lanjaron y
Barcelona.
Luego
como amigos muy cercanos compartiendo numerosos
proyectos ajedrecísticos, libros, cursos, torneos, exhibiciones. Fino
jurista y gran conocedor de los entresijos del mundo del ajedrez Vidau
escribió en numerosas revistas especializadas y publicó un librito
para monitores titulado “Curso de Historia y Cultura
Ajedrecística”. Llevaba trabajando en una monumental biografía de
Paul Morphy desde 1980 y la tenía muy avanzada. Tuve la suerte de
poder leer varios capítulos y proporcionarle material que el
correspondió haciendo lo propio conmigo en mi obra sobre Lasker.
Son
tantos los recuerdos que en estos instantes me vienen a la memoria que
me es difícil mantener la distancia fría de periodista que da la
noticia de un luctuoso acontecimiento sin sentir los fuertes lazos que
durante décadas compartimos sobre un tablero o en la mesa de trabajo
preparando estudios sobre historia del ajedrez.
Extremadamente
educado, Ignacio era lo que se dice un gentleman del ajedrez. En los largos años de amistad
jamás
le vi enfadarse con nadie, lanzar opiniones despectivas o burlarse de
ningún ajedrecista vivo o muerto. Siempre dispuesto a ayudar a los
jóvenes o a los que comenzábamos a transitar por el proceloso mar de
las competiciones, podía pasarse noches enteras analizando una
posición con tal de ayudarte en esa partida que tenías aplazada o
ansioso esperabas la respuesta de tu rival por correspondencia.
Sus
conocimientos de historia del juego eran amplísimos y rigurosos y sus
opiniones acerca de la esencia del ajedrez y sus principales
exponentes así como sus teorías merecen figurar en una antología
del juego.
Su
vehemencia y firmes convicciones las podía defender, como buen
jurista que era, durante horas delante de un tablero o en interminable
conversación sobre la vida y milagros de Morphy, Alekhine, Lasker y
cualquier jugador que tuviera algo que decir en la historia del juego.
Gustaba adentrarse en los vericuetos de la música “degenerada”
como buen outsider inconformista y militante. Sus teorías sobre el
marxismo-leninismo y la primera internacional socialista causaron muchas horas de insomnio a destacados profesores de la
Universidad de Oviedo. Tuve la suerte de presenciar y ser testigo de
varias de ellas en las tibias
madrugadas ovetenses.
Recientemente
había concluido una excelente biografía sobre Steinitz donde dejaba
muy claro la enorme influencia del padre del posiconalismo sobre su
verdugo y el “Praeceptor mundi” Tarrasch. Su publicación será un
gran descubrimiento para quienes ignoraban que Ignacio Vidau era una
autoridad en la evolución de los estilos del juego de los grandes
maestros del tablero.
El
Alzheimer le dio hace una
década un jaque casi mortal que le fue apartando del juego
lentamente, pero su pasión por el ajedrez le hacía jugar opens,
analizar posiciones y escribir horas interminables de ese gran
innovador de Louisiana. “El orgullo y la pena del ajedrez”, como
sus contemporáneos apodaron a Pablo Morphy tendrá en Ignacio Vidau
su biógrafo de lujo español en esa obra monumental que es su
testamento y legado.
Desde
estas breves líneas quiero rendirle un emocionado recuerdo por los
años en los que compartimos ideales, victorias y derrotas y
sobre todo amor por este juego nuestro que necesita de hombres como
él para que se conozca en su verdadera dimensión, con rigor,
honestidad y entrega. Gracias amigo Ignacio por tu legado de
honestidad y sobre todo por enseñarme que si nada nos puede salvar de
la muerte al menos que el ajedrez nos salve de la vida.
Miguel
Ángel Nepomuceno Salcedo
(24
Noviembre 2013)
Me
permito completar el homenaje realizado por Miguel Ángel con dos partidas de
Vidau, de este modo podremos conocer como pensaba ante un
tablero, que si bien disfrutaba con el ajedrez posicional, no rehuía
una batalla táctica. Ese es el privilegio de todo ajedrecista: poder
ser recordado a través de sus partidas.
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