Zugzwang, ese termino que ningún ajedrecista quiere
escuchar. Cuando te encuentras en zugzwang la angustia
se refleja en tu rostro, tus ojos buscan con desesperación
jugadas válidas en el tablero, pero ninguna sirve para
nada, todo es desolación mientras aprecias como en la
cara de tu rival se dibuja una leve sonrisa... en esta
ocasión te han superado y tienes que abandonar
esperando poder vivir la euforia del vencedor en la
siguiente partida.
Ronan Bennett quiso rendir un homenaje al ajedrez incluyéndolo
en su novela más famosa. La historia de este escritor
es curiosa y dramática. Originario de Belfast, durante
su juventud perteneció al IRA, lo que le llevó
directamente a la cárcel con una condena de dos años.
Privado de libertad, decidió dar un giro a su vida y se
matriculó en la carrera de Historia. En la cárcel
también se adentró en otro mundo que le era
desconocido: el ajedrez, a través del cual pudo
afrontar las largas horas de soledad en prisión
consiguiendo evadirse de la privación de libertad al
sumergirse en un mundo donde sólo las piezas tenían
importancia y sentido.
Tras salir de la cárcel, Ronnan decidió convertirse en
escritor, llegando a tener bastante éxito con alguna de
sus obras. Zuzwang es la última de ellas, un libro
donde escogió una época realmente interesante para
ambientar la trama: el año 1914 en la ciudad de San
Petersburgo. Fueron años muy importantes para el
destino del planeta, con las intrigas que dieron
comienzo a la I Guerra Mundial y la antesala de la
convulsa Revolución de Octubre en Rusia. Bennett sabía
lo que hacía al escoger ese año en concreto, en San
Petersburgo se celebró uno de los torneos de ajedrez más
prestigiosos de la historia: ver
tabla, que fue hábilmente incluido en la
trama para que el ajedrez fuese la piedra angular de la
misma.
¿Es Zugzwang un libro realmente recomendable? Sin duda,
creo que sí. El lector no tendrá tiempo de aburrirse
gracias a una trama trepidante que no se detiene en ningún
momento, siempre rodeada de incertidumbre, donde nada es
lo que parece ser y la realidad está en constante
movimiento. Si decidís adentraros en el convulso mundo
de San Petersburgo de 1914, encontraréis un pueblo
oprimido al máximo, bolcheviques planeando una revolución
en ciernes, soldados y policías zaristas en plena
represión y una buena dosis de espionaje y
contraespionaje. Y todo ello aliñado con el mejor
ingrediente posible: el ajedrez, que en Rusia era y es
casi una religión.
El zar
Nicolas II
Todo gira en torno al descontento del pueblo con su zar
y a un plan para eliminarle, en el que el torneo de
ajedrez tendrá una gran importancia... y nada más
puedo desvelar. A partir de ahí todo serán intrigas,
luchas de poder y acción continuada. Sin ser una novela
brillantemente escrita, sí cumple su misión:
entretener, lo que aficionado al ajedrez podrá
conseguir a más niveles al sentirse en su elemento
desde las primeras páginas.
Y es que el ajedrez está presente durante todo el libro
y de formas distintas. Primero a través del torneo, con
menciones a casi todos sus participantes, y con la
inclusión de Akiba Rubinstein como uno de los
personajes claves de la trama. Bennett no quiso usar el
nombre real de Rubinstein y optó por bautizar a su
personaje como Avron Chilowic Rozental, aunque todas las
descripciones que realiza sobre él se ajustan fielmente
a al figura de Akiba. Además, el protagonista principal
es muy aficionado del ajedrez y a lo largo de toda la
trama disputará una partida por correspondencia con un
amigo que tendrá una relación directa con lo que está
ocurriendo en realidad. Bennett también quiso hacer
otra referencia al ajedrez bautizando a algunos
personajes de la novela con apellidos de ajedrecistas
modernos, como Gulko, Grischuk o Sokolov.
Akiba
Rubinstein
Sin embargo, la novela tiene un apartado donde el autor
no ha estado nada acertado: las escenas subidas de tono
son narradas con un lenguaje vulgar que no encaja con el
resto del libro y que más bien parece propio de
ambientes tabernarios entre amigos maleducados que puede
conseguir que el lector llegue a sentirse incómodo.
Esta forma de narrar, que sólo se da en ese tipo de
escenas, hace que el libro no sea recomendable para
todos los públicos.
Javier
Cordero Fernández
(9
Enero 2014) |