Pérez-Reverte hizo una aproximación seria al ajedrez
en "La tabla de Flandes", una de sus obras más
conocidas y populares. Sin embargo, los exigentes
aficionados al ajedrez no tardaron en caer sobre él por
una serie de errores que había en la partida sobre la
que gira toda la trama, sin llegar a juzgar si realmente
el libro era interesante o no. Bien, aceptando los
errores, no se puede obviar que estamos ante un libro de
los que merece la pena leer si se desea pasar un rato
entretenido, con una trama bien trazada en la que el
ajedrez se ensambla a la perfección, a pesar de los
errores antes mencionados. Pérez-Reverte quiso incluir
el ajedrez, una de las pasiones de su vida, en una de
sus novelas, aunque eso le valió ser zarandeado por una
parte de la crítica.
Me temo que esta experiencia ha influido poderosamente
en su nuevo libro, "El tango de la guardia
vieja", donde Pérez Reverte también ha incluido
el ajedrez, pero lo ha hecho con mucha cautela, tratando
de documentarse seriamente y sin abordar ninguna cuestión
técnica sobre el juego. La trama cuenta con otra
disciplina que el autor ha tratado del mismo modo que el
ajedrez: el tango, y consta de tres historias vividas
por los protagonistas en épocas y ciudades distintas.
Novela de intriga, como casi todas las de Pérez Revete,
donde los dos protagonistas viven una tórrida historia
de amor, lujuria y constante abandono. Sin embargo, en
esta ocasión los personajes no parecen tener la fuerza
suficiente como para ser realmente interesantes a los
ojos del lector, el autor se ha preocupado de dotarles
de una bella fachada, a través de largas descripciones
con todo lujo de detalles, pero el resultado ha sido dos
protagonistas huecos por dentro que no consiguen
despertar excesivo interés.
La tercera historia, la más reciente en el tiempo, gira
alrededor del ajedrez. Me temo que el experimento no ha
funcionado del todo bien, o al menos ese es el poso que
me ha quedado tras terminar el libro. Pérez-Reverte se
ha documentado de forma rigurosa sobre los secretos de
un torneo de ajedrez vistos desde dentro, conociendo la
presión a la que están sometidos los jugadores y los
rituales que siguen la mayoría de ellos. Además, ha
escogido una de las épocas más interesantes del
ajedrez: la guerra fría, abordando la feroz lucha que
hubo por el campeonato del mundo. Sin embargo, no ha
sabido pulsar la tecla correcta, mezclando todos los
datos que ha ido recopilando en un remolino que en
ocasiones parece perder todo sentido. Lo que resulta más
confuso es la mezcla que ha realizado entre datos del
ajedrez real y la historia de ficción que intenta
crear, haciendo que la subtrama basada en el juego
ciencia sea irreal y poco creíble, sobre todo a los
ojos de alguien que conozca minimamente la historia de
este deporte. Incluso al perfilar el personaje
protagonista de la parte ajedrecística cae en el mismo
error, al mezclar varias características bien conocidas
de varios grandes maestros, lo que le resta
originalidad. Como colofón, el trato que da a las
partidas que van discurriendo en la historia decepcionará
al aficionado, ya que pasa por ellas de forma leve, con
miedo a cometer un error o una imprecisión que le
marque como ocurrió con la 'Tabla de Flandes', dando
vagas descripciones que poco o nada aportan a la
historia.
.
El tratamiento que ha dado al tango es parecido al dado
al ajedrez, documentándose en exceso, lo que hace la
lectura realmente pesada durante muchas páginas,
consiguiendo que el lector se pueda sentir aturdido ante
tanto dato y sólo desee que la trama avance y mejore...
algo que no ocurre a pesar de que te acerques el final,
el cual tampoco escapa al tono gris del libro.
Siempre he considerado a Pérez-Reverté un excelente
creador de historias, pero en esta ocasión se ha
perdido en los detalles y se ha olvidado de idear una
trama que pueda enganchar al lector, algo que si ha
conseguido en muchas de sus novelas... esperemos que el
ajedrez regrese en otro de sus libros, pero que en esa
ocasión se deje llevar por la pasión que este juego
despierta en él, la cual ha reconocido en varias
ocasiones.
Javier
Cordero Fernández
(4
Abril 2013) |