Descubriendo
a Bruno Breider
Cuántos personajes relacionados con el ajedrez demostraron un
gran talento, pero pasaron desapercibidos a los selectos ojos de
la historia. Sin embargo, en ocasiones se llega a ellos de forma
casual, a través de una partida o, como en este caso, a
través de un estudio artístico. Una vez despertada la
curiosidad, se pasa a buscar más estudios del jugador
incógnita y se van descubriendo nuevos tesoros que nos
llevan a seguir investigando. Si en esa investigación
colabora alguien del tesón de Joaquim Travesset,
los resultados van llegando por muy complicada que sea la
tarea... empezando por conseguir fotografías de Breider, que no
existían en la red y que nos facilitó el compositor finlandés
Jorma Paavilainen. El también destacado
compositor finlandés Pauli Perkonoja nos
facilitó interesantes datos sobre Breider.
Las composiciones de Bruno Breider revelan un gran talento, son
complicadas, llenas de recursos tácticos y giros inesperados,
en muchas ocasiones basadas en la temática de salvar posiciones
aparentemente desesperadas. Un buen ejemplo es el siguiente estudio, donde
a primera vista parece absolutamente imposible que las blancas puedan lograr
el triunfo en esa posición, con su rey encerrado y un peón negro a
punto de coronar... pero con imaginación todo es posible:
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Estudio
de Bruno Breider (1947)
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Blancas
juegan y ganan
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1er premio L'Echiquier
París
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1.e6+ g5 2.Te5
Cg6+ 3.Rh7 Cxe5 4.e7 Cd7 (4...e1=D
5.e8=C Dxg3 6.Cg7+ Rh4 7.Cf5+ Rh5 8.Cxg3+ Rh4 9.Cf5+ Rh5
10.g3 Cg6 11.Cg7++) 5.e8=C Cf8+ 6.Rg7 Ce6+ 7.Rxf7
Cd8+ 8.Rf6 Ce6 9.Rf5 e1=D 10.Cf6++ 1–0 |
Tiempos
de Guerra, tiempos complicados
Viipuri
(Finlandia) antes de la II Guerra Mundial
Ernst Bruno Evald Breider nació el 4 de Julio 1907 en la ciudad
finlandesa de Viipuri. Conoció el ajedrez a los 18 años,
mostrándose muy interesado en la resolución de finales y
estudios artísticos, para al poco tiempo pasar a realizar sus
primeras composiciones... apartado del ajedrez al que se dedicó
durante toda su vida. Como jugador compitió a nivel local en
su ciudad natal, logrando diversos éxitos que le permitieron ir
subiendo de categoría hasta llegar a candidato a maestro,
aunque nunca se dedicó al juego ciencia de forma profesional,
sobre todo por motivos laborales, ya que trabajaba en los ferrocarriles de Viipuri.
En los años 30 comenzó a colaborar en revistas de ajedrez y
periódicos, casi siempre con un tema central: los finales.
También sobre finales publicó varios libros a lo largo de
su vida, dando salida a su pasión por el ajedrez y las
composiciones. En 1936 participó en las Olimpiadas, no
oficiales, de Munich representando a Finlandia. Jugó como
primer reserva y logró 4 puntos en 10 partidas, finalizando su
equipo en 12ª posición.
Sin embargo, toda su vida quedó suspendida en el aire con el
inicio de la II Guerra Mundial, que azotó con crudeza a todos
los países del Báltico, los cuales fueron conquistados y
reconquistados por nazis y soviéticos en varias ocasiones. En
el caso de Finlandia, el país fue invadido por la URSS en la
bautizada como "Guerra de invierno", aunque los soviéticos
se encontraron con una feroz resistencia (célebre y
representativa de lo que fue esa guerra es la historia del francotirador
finlandés Simo Häyhä) y no lograron conquistar el
país al completo tras dos meses de lucha sin cuartel entre la
nieva y el hielo. Sin embargo,
Finlandia perdió varios territorios en la contienda, muchos de
los cuales jamás recuperarían, como la propia ciudad de
Viipuri, que a día de hoy pertenece a Rusia y ha sido
rebautizada como Viborg. La guerra fue devastadora y más de
400.000 finlandeses tuvieron que abandonar sus hogares
convirtiéndose en refugiados que debieron partir en busca de un nuevo hogar. Ese fue el caso de Breider, que
abandonó Viipuri y terminó instalándose en Helsinki, ciudad
donde residiría el resto de sus días.
Tras la guerra, Breider retomó el ajedrez, aunque en Helsinki encontró
una competencia más dura que en Viipuri (donde había logrado
varios títulos en el Campeonato de la ciudad). Su éxito más
relevante en aquella época fue el tercer puesto logrado en el
campeonato de Helsinki, un resultado que muestra su fuerza en el
tablero. Pero sobre todo, en esa época centró gran parte de su
energía en el mundo de los finales y estudios, componiendo gran
cantidad de finales que tuvieron reconocimiento internacional e
incluso siendo juez en muchos concursos de problemas. En 1979
logró ser campeón nacional de problemistas. Todo esto lo
consiguió compaginándolo con su trabajo en los Ferrocarriles,
el cual conservó después de la guerra.
Breider siempre estuvo cerca del ajedrez, incluso fuera del
tablero desempeñando distintos cargos en los clubes a los que perteneció
y colaborando en la organización de torneos, llegando a formar
parte de la Federación finlandesa. Los ajedrecistas profesionales consiguen grandes
logros y sobre ellos escribimos, aunque lo hacen dedicándose a
ello de forma exclusiva. Personas como Breider, entrelazadas a sus
trabajos durante toda una vida, lograron grandes hitos en el ajedrez
dedicándole su escaso ocio o robando horas al preciado sueño.
Por tanto ellos son protagonistas anónimos del juego y sus pilares
básicos, y sin su existencia el ajedrez no tendría la grandeza
que ha alcanzado.
Breider recibió el reconocimiento de su país: en 1963 la
Federación finlandesa le entregó la medalla de honor por sus
contribuciones al ajedrez y en 1978 fue nombrado miembro
honorario de la misma. Esta es la historia de un hombre
apasionado por el ajedrez, lo jugó, creó ante un tablero,
profundizó en sus enigmas y aportó su grano de arena a su
desarrollo, labor por la que que desde estas líneas le
recordamos. Y lo podemos hacer de forma más precisa a través
de dos de sus composiciones en las que nada es lo que parece
ser:
Javier
Cordero Fernández
(11
Septiembre 2016)
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