Las
partidas de Mikhail Tahl llevan un sello especial que
sirve para diferenciarlas del resto. Un inquebrantable
afán por atacar, en ocasiones utilizando jugadas
inverosímiles y arriesgadas hasta lo imposible, que nos
muestra la visión de un artista capaz de dar rabiosas
pinceladas en busca de crear sin fin. No importa que
esta partida fuera jugada durante unas simultáneas, ya
que refleja y encierra de forma precisa el estilo que
mantuvo durante toda su carrera. Inolvidable fue la
frase que pronunció Smyslov tras una de las partidas
que le
enfrentó a Tahl: "Este muchacho
es un gangster del tablero"... viendo la
partida, no nos podemos extrañar del abatimiento de
Smyslov.
Tahl
tenía una forma de entender el ajedrez que le alejaba
del resto de maestros. Para él, el ajedrez era una
pasión y como tal debía abordarse... incluso por
encima del resultado de la partida. Esta visión del
ajedrez, y del mundo que le rodeaba, quedó reflejada en
la siguiente anécdota: nos encontramos en 1955, se
están disputando las semifinales del Campeonato de la URSS
y Tahl necesitaba unas tablas para lograr la
clasificación. Acuciado por la presión y por la
importancia del resultado, sucumbió al ambiente y
utilizó la variante del cambio en la Defensa francesa.
Al instante se arrepintió, tal y como demostró al
declarar tras la partida: "Me sentí inmediatamente y terriblemente
avergonzado"... nunca más volvió a hacer algo
similar.
Mikhail
Tahl vs Boris de Greiff
Su historia parece la leyenda de un héroe.
Una rápida y exitosa ascensión, con una forma de jugar
llena de pureza, siempre siguiendo sus propios ideales que se acercaban a la utopía.
La llegada a la cima en muy poco tiempo, en plena
juventud, manteniendo un estilo fiero que hacía
tambalearse todos los conceptos que hasta ese día se
creían válidos. Y con una forma de ser que era todo un
ejemplo, siempre con modestia y un buen humor que
siempre aparecía, incluso en los malos momentos.
La
siguiente anécdota refleja un carácter nada habitual
en el mundo del ajedrez y un anhelo por conseguir
victorias siempre en el tablero y de forma justa: el campeonato de Letonia de
1953 fue el primer triunfo de importancia en la carrera
de Tahl. En dicho campeonato se enfrentó contra el que
sería su maestro, Alexander Koblenz. Koblenz tenía la
partida ganada, aunque también tenía grandes apuros de
tiempo, y tras realizar su jugada nº 39, creyendo que era la 40
(con la que se llegaba al 1er control y se sumaba una
hora en su reloj), se levantó de la silla respirando tranquilo creyéndose a salvo... en realidad apenas le quedaban unos pocos segundos en su
reloj y una jugada por realizar. Tahl realizó su movimiento
y advirtió a Koblenz de que su tiempo se estaba
consumiendo y no había llegado a la jugada 40. Koblenz, algo escéptico, prefirió cubrirse las espaldas e hizo un rápido movimiento. Tahl abandonó en la siguiente jugada. Tras reconstruir la partida, Koblenz comprobó que se había equivocado y que en realidad había anotado una jugada de
menos, comprobando a la vez que ante él se encontraba
un ajedrecista distinto al resto.
Hasta sus últimos días, a pesar de encontrarse gravemente enfermo, con un
cáncer de estomago que le estaba destruyendo, mantuvo su espíritu indomable y su inalterable pasión por el ajedrez, analizando partidas con la ilusión de un niño, con destellos
en sus ojos cada vez que una nueva combinación
aparecía en su 'perversa' mente. Sin embargo, su mirada se iba
apagando poco a poco y el brilló desapareció en Junio
de 1992.
Éste suele ser el final de la historia de muchos héroes, gloria y tragedia suelen
convivir en un pequeño espacio y en la vida de Tahl
siempre estuvieron revueltas y entremezcladas. |