Si han consultado esta sección de 'Ajedrez de ataque', ya
sabrán que Sergey Prokofiev no fue un aficionado al
ajedrez cualquiera. Su nivel de juego estuvo a la altura
de la pasión con la que jugaba y son varios los
testimonios que relatan los constantes acercamientos de
Prokofiev al ajedrez. Siempre fue espectador de lujo de
los torneos importantes que se disputaron en Rusia, como
San Petersburgo 1914 o Moscú 1925. Era habitual verle en
cualquier sesión de simultáneas dadas por un maestro,
bien ante el tablero o acechando entre el público. Esta
afición se mantuvo hasta el final de sus días, tal y como relata
Botvinnik en uno de sus libros el que cuenta como
Prokofiev, muy enfermo, acudió
a ver una sesión de simultáneas dadas por el propio
Botvinnik a pesar de la estricta prohibición de los médicos...
cuando algo te apasiona, nada te puede detener.
Su estilo en el tablero fue una prolongación de su forma
de ser y de componer. Era imaginativo y sumamente
creativo, jugando de forma agresiva tratando de buscar un
componente artísticos en sus partidas. Y la forma de
hacerlo era atacando sin descanso, cosa que hacía
habitualmente, sin importar el rival que tuviese
enfrente... tal como hizo contra Capablanca, gran amigo de
Prokofiev, en unas simultáneas dadas por el cubano en New
York (1922), donde el compositor puso contra las cuerdas a
su rival con un valiente ataque, aunque el campeón del
mundo logró zafarse en el último momento para vencer con
un rápido contraataque (no se conserva la partida, aunque
si el testimonio de primera mano de Prokofiev).
Todo lo relacionado con Rusia siempre me ha llamado la
atención. Aparentan ser fríos y pragmáticos, pero la
realidad es que este país es y ha sido una fuente de
artistas inagotable. Si uno entra en contacto con los
escritores rusos, tal vez el apartado que más conozco, no
quedará defraudado. En sus obras no se encontrarán sólo
historias, sino una incansable búsqueda por
desentrañar la naturaleza humana, con sus pasiones, su
maldad y sus miedos. Sentado
enfrente, otro talento de la música
El ajedrez atrae a los artistas como la miel a las moscas.
En busca de dar rienda suelta a sus inquietudes
intelectuales, muchas son las personas que han buscado
profundizar en el universo casi inabarcable del ajedrez.
Maurice Ravel fue uno de ellos, aunque en esta partida se
encontró ante un rival superior que fue visitado por la
inspiración y le barrió del tablero en un abrir y cerrar
de ojos.
Maurive Ravel (1875-1937) fue un compositor francés al que
seguro que la mayoría conoceréis, no en vano su obra 'Bolero'
es tan conocida como bella y se ha convertido en una de las
composiciones de mayor fama del siglo XX. Como dato curioso,
mencionar que esta obra fue dedicada a la famosa bailarina
de ballet rusa Ida Rubisntein, eso sí, bajo petición de la
propia Ida. Ida Rubisntein fue una auténtica diva de su
época, todo un icono de belleza:
Ida
Rubinstein |